Petrogaitanismo levanta la bandera de la constituyente de la paz

Petrogaitanismo levanta la bandera de la constituyente de la paz

Se necesita cambiar el Congreso y retomar al sendero de la paz con reforma agraria, democracia ampliada y los derechos de las víctimas

Por: Horacio Duque
marzo 08, 2018
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Petrogaitanismo levanta la bandera de la constituyente de la paz
Foto: Twitter @GustavoBolivar

No es la de la naturaleza de las sociedades su quietud y parálisis. Ellas funcionan al ritmo de la ley del movimiento incesante y la transformación constante. Todo lleva a pensar que Colombia, donde predomina un supuesto conservadurismo, pasa por momentos de gran agitación y búsqueda de nuevos senderos de transformación. Es tal vez lo que nos pueda explicar el gigantesco auge gaitanista de la movilización liderada por Petro en las plazas públicas. Lo que estamos presenciando es la prolongación de las olas de auge popular muy frecuentes en nuestra nación desde la rebelión de los comuneros del Socorro al finalizar el siglo XVIII. Para no ir muy lejos me refiero a las grandes movilizaciones agrarias del 2013; a las huelgas indígenas del 2015; y a los recientes paros cívicos de Buenaventura, Chocó y Urabá.

Existe una generalizada indignación en todo el país por causa de la corrupción de la clase política oficialista que saquea sin límites los dineros y recursos públicos mediante el sistema de la mermelada y la contratación a dedo. Amplios sectores se han movilizado para impulsar una consulta popular anticorrupción para que las barbaridades ejecutadas no se queden en la impunidad.

Sin embargo, las roscas politiqueras se las ingeniaron para bloquear tal iniciativa.

Este domingo 11 de marzo, por orden de la Registraduría la consulta no va. No permitirán el recorte de los sueldos y privilegios de los congresistas y menos limitar su perpetuidad en las cámaras legislativas.

De otra parte, gran parte del sabotaje a los acuerdos de paz firmados con las Farc ha sido promovido por los políticos de ultraderecha con asiento en el poder legislativo. Prácticamente los consensos de paz para poner fin a la guerra fueron destruidos a su paso por las células legislativas. Ocasionando, por supuesto, el repudio de la opinión pública y la sociedad civil. Lo cierto es que los cambios que reclama la sociedad entera están bloqueados en la vía parlamentaria. Y todo empeorará con el nuevo Congreso que se escoja este domingo 11 de marzo. Allí regresarán todas las mafias, los mismos bandidos de cuello blanco, los mismos terratenientes, la misma parapolítica. La renovación democrática será completamente irrelevante como consecuencia de la manipulación del voto ciudadano mediante las prácticas corruptas del clientelismo.

No hay que hacerse ilusiones al respecto, pues el viciado esquema del dominio de las castas regionales y las oligarquías nacionales prevalecerá sin mayores modificaciones en la escena electoral de escogencia de los legisladores y el próximo presidente de la República.

Es lo que hace acoger la iniciativa de convocar prontamente una constituyente de paz tal como lo hemos venido planteando desde hace algunos meses y que ahora se sugiere con el auge de la marea petrogaitanista que crece de manera incontenible con la agitación pública de su líder Gustavo Petro.

Se necesita la constituyente de la paz para cambiar el Congreso y retomar al sendero de la paz con reforma agraria, democracia ampliada y los derechos de las víctimas.

Una constituyente en ese sentido es el escenario adecuado para sellar la negociación de paz con el Eln, estancada como resultado de las incoherencias del señor Santos tanto en la Mesa de Quito como en el cumplimiento de los acuerdos firmados con las Farc.

La constituyente que se propone debe incluir a los “elenos” para que sea en su seno donde se construya el verdadero consenso de las reformas sociales como la agraria, la de la democracia ampliada, la de la justicia para las víctimas y la del reconocimiento de la verdad y el de los mecanismos institucionales para llevarlas a la práctica sin mayores dilaciones y trampas como las que salieron a relucir para destruir los pactos de La Habana, tanto en el trámite legislativo como en la pérfida acción del fiscal Martínez y los magistrados de la Corte Constitucional.

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