Hace un par de semanas inicié una reflexión sobre Petro, su relación con el poder y su futuro político, una reflexión que no tiene ninguna pretensión de convertirse en un diagnóstico terminado, por lo que les pedí su opinión sobre los temas propuestos en la columna.
Me llamaron poderosamente la atención las respuestas, especialmente el consenso que genera un aspecto esencial en la carrera de Petro: las opiniones que recibí coinciden en que la militancia de los medios en su contra confirma que realmente constituye una alternativa real al poder establecido, y por lo tanto, esa animadversión lo fortalece entre sus seguidores y ha sido un argumento estratégico a la hora de demostrar que los juicios que se le han seguido son el resultado de una persecución política. Pero, ¿Es eso cierto que Petro constituye una alternativa al poder establecido?. ¿Qué podríamos esperar de una petrocracia?
Sin duda ninguna, el gran mérito de Petro es el de haberse sostenido como un político de izquierdas, sin compromisos, lo que ha derivado en un enorme sacrificio personal que lo ha obligado incluso a pasar algunos periodos en el extranjero como sucedió entre 1994 y 1996, cuando el gobierno de Samper le envió fuera del país para evitar su asesinato. Hasta el día de hoy, él y su familia siguen siendo una de las más amenazadas del país. Pero el Petro presidenciable solo se desarrolla luego de su llegada al Congreso cuando, en medio de la unanimidad política, se destacó por ser un opositor implacable de la derecha, por denunciar la parapolítica y llevar los casos ante la justicia. El haber conseguido que esas denuncias se tradujeran en juicios que sacudieron el establecimiento político ha sido, sin duda, el mayor de sus éxitos. Al haber regresado nuevamente al Congreso luego de la derrota en las elecciones presidenciales, Petro está capitalizando una nueva oportunidad para renovar ese prestigio, luego de los numerosos reveses que sufrió al frente de la alcaldía de Bogotá.
Ahora, es igualmente justo decir que Petro no es el único que ha denunciado la parapolítica y la corrupción, pero si el que mejor partido le ha sacado a ese papel. Petro se ha dedicado a la política toda su vida, desde que fue personero de Zipaquirá a los 21 años. Es un estratega del poder, tiene un plan de largo alcance y es supremamente ambicioso. Es un político profesional, y como tal, esta listo para sacrificar aliados y tomar decisiones cuestionables como las que derivaron en ruptura con el Polo, sus conflictos personales con Carlos Gaviria, las alianzas con Sarmiento Angulo, las conversaciones en la Embajada estadounidense en donde denuncio a la “extrema izquierda” en su propio partido, etc. Petro ha sobrevivido a todo, el destierro, las condenas, las amenazas y el cisma que él mismo produjo en la coalición de izquierda que ayudo a conformar y ahora, es más fuerte que nunca.
El teflón que mantiene su vigencia política guarda estrecha relación, sin duda, con la coyuntura social y política por la que atraviesa el país. Colombia sigue siendo uno de los países más desiguales de Suramérica. El índice Gini, que mide la concentración de los ingresos, creció de 0,51% en el 2017 a 0,52% en el 2018, y la pobreza en ingresos también aumentó (al 27% de la población el año pasado). Estas cifras representan un revés a la lenta mejoría que se había registrado entre el 2008 y el 2017. Millones de colombianos viven en pobreza y no tienen acceso a los servicios más básicos. Esa situación siempre será un caldo de cultivo para todo tipo de populismos.
Solamente el 54% de los encuestados en Colombia
prefieren la democracia
por encima de cualquier otra forma de gobierno
Esta coyuntura se junta con el permanente desencanto de la población con la política, la gente no se siente representada por quienes estan en el poder. Según el Latinobarómetro 2018, solamente el 54% de los encuestados en Colombia prefieren la democracia por encima de cualquier otra forma de gobierno. Mientras esto no representa, en perspectiva histórica, un valor especialmente bajo (a finales de los años 90, el apoyo a la democracia en Colombia estaba por debajo del 40%), en ese entonces, Colombia se encontraba al filo del caos. La evolución había sido positiva, pero volvió a retroceder en el 2018.
Está coyuntura tan particular, los viejos lazos con el chavismo y los innegables rasgos personalistas y autoritarios de Petro han suscitado el temor de que su llegada al poder derive en la instauración de una dictadura como la venezolana. ¿Es eso posible, o solo hace parte de una imagen cultivada por sus enemigos? Dígame lo que piensa, me encantará leerlo.