Ernesto Sábato, ese gran maestro de las letras argentinas, llegó a decir que “la historia no es mecánica porque los hombres son libres para transformarla”. Realmente nos quiso dar a entender que somos capaces de no volver a caer en los mismos errores, esos que siguen cometiendo las sociedades subdesarrolladas, empecinadas en formulas politiqueras que las están llevando al barranco.
Sin embargo, hay algunos necios que creen que cambiar la historia es reescribirla a su acomodo, comparando eventos sin ninguna relación posible, simplemente porque hay que justificar el proceder malsano de la izquierda inconsecuente. Bien decía Philip James Bailey, el gran poeta inglés, “la verdad nunca tiene peligros para el hombre sincero, ni el conocimiento los tiene para el sabio; para el necio y para el hipócrita, error y verdad son igualmente peligrosos”.
Pienso esto porque leo lo que dice Petro del Golpe de Estado perpetrado a Salvador Allende, y se me viene a la cabeza lo siguiente: ¿qué tiene que ver la toma del Palacio de Justicia con lo acontecido en Chile en 1973? Nada, amigo lector.
El presidente colombiano cree que haciendo esa comparación está librando a su banda criminal M-19 del daño que le ocasionó a la sociedad colombiana, en desmedro de las fuerzas militares que atendieron el ataque terrorista, y que ven con su gobierno un enemigo de su buen nombre. Esa es la forma más sencilla de reescribir la historia: colocando al malo en el lugar de la víctima, y al bueno en el lugar del victimario.
Pero se equivoca Petro, porque no todos tragan entero: la mitad del país se ha dado cuenta de que no está bien de la cabeza. Él debe saber, aunque diga que no es responsable, que fue su grupo guerrillero el ocasionó la muerte de unos honorables magistrados; que esta banda criminal tenía una fuerte alianza con Pablo Escobar, y que a la fecha no han reparado a ninguna de sus víctimas. Lo único que se ha hecho es degradar al establecimiento de la época, como si este fuera responsable de su proceder criminal.
Su afán romántico de comparar lo de Allende con lo del Palacio de Justicia, explica claramente el discurso que quiere imponer la izquierda latinoamericana: cambiar el orden de las cosas, en su afán de lumpenizar y dañar la moral de una ciudadanía que tiene que escuchar todo tipo de sandeces. Se sabe que su ego lo lleva a decir cosas incoherentes, pero ya está exagerando y cayendo en el ridículo.
Se le recomienda al mandatario colombiano que cuando salga del país no nos haga pasar vergüenza, porque solamente le gusta decir barrabasadas o cuanta locura se le ocurre. Tiene que entender que simplemente es el mandatario zurdo de una república bananera, y no un personaje que va a cambiar el destino del mundo, ni mucho menos va a influir en su presente tal como cree pensarlo su obstinado egocentrismo.
Para tener en cuenta. Le queda muy mal a Petro justificar el régimen cubano, porque demuestra un apoyo incondicional a dictaduras criminales, y le da a entender al país que su talente es el mismo: el de un dictador que quiere que sus conciudadanos vivan como parias. Que le quede claro al mundo entero: los castro han sometido al pueblo cubano a la miseria, y que un presidente vea algo bueno en su desastroso legado da pena, da entender que nos gobierna un loco que nos busca llevar al abismo, si es que ya no estamos en él.