Extraviado en el laberinto de sus obsesiones políticas Petro ha decidido por sí y ante sí dividir las fuerzas de centroizquierda y colocar en grave riesgo las grandes posibilidades que hoy registra la candidatura de Claudia López de ser elegida alcalde de la ciudad. Su decisión de lanzar la candidatura de Hollman Morris, en oposición a la de Claudia, constituye un grave daño político para las aspiraciones de las fuerzas democráticas de conquistar nuevamente el gobierno de Bogotá en las elecciones de octubre.
El caudillo de la Colombia Humana esgrime como pretexto y justificación de su proceder polarizador la exigencia de que se construya “su” metro subterráneo, en oposición al metro elevado que se herede de la administración Peñalosa.
Fiel a su espíritu mesiánico y arrogante considera que los partidarios del Metro elevado son representante de la “política de la muerte” y, ergo, su propuesta de metro subterráneo encarna la “política de la vida”. Según el rasero maximalista y descalificador de Petro, Claudia López y Sergio Fajardo “no son de izquierda, son neoliberales” con los cuales estaría dispuesto llegar a un acuerdo si abandonan la política de la muerte y se acogen a la política de la vida, según declaraciones dadas a la W.
Lo que está en riesgo para las fuerzas de oposición con la división de sus fuerzas es la posibilidad de convertir a Bogotá en un refugio, en un espacio para la democracia, en el territorio de la resistencia de los sectores democráticos frente a la hegemonía de la derecha encarnada en el gobierno de Duque y el decidido propósito de Uribe y el Centro Democrático de acrecentar su poder en el plano regional.
Con la división de las fuerzas de oposición, que de hecho significa la candidatura de Hollman, Petro presta un enorme servicio a los planes y cálculos del uribismo, que frotándose las manos encuentra en la división de la izquierda una invaluable ayuda para sus pretensiones de alzarse con la alcaldía de Bogotá.
El quita y pone impositivo en materia de candidaturas que se evidencia en el Centro Democrático y en la Colombia Humana, dos proyectos políticos totalmente opuesto, pero coincidentes en sus deleznables procedimientos, devela que el mesianismo, el caudillismo, y la antidemocracia que campea buena parte de los partidos políticos.
Ni las mujeres de la Colombia Humana,
Ángela María Robledo y María Mercedes Maldonado,
lograron detener la estrategia divisionista de Petro
Ni las mujeres de la Colombia Humana, encabezadas por su fórmula vicepresidencial, Ángela María Robledo y su exsecretaria de Hábitat y Planeación, María Mercedes Maldonado, lograron detener la estrategia divisionista de Petro. “Colombia Humana no puede avalar la candidatura de Hollman Morris, por el cuestionamiento que las denuncias públicas por la violencia frente a la mujer han traído”. Por el contrario, han sido descalificadas como representantes de un “feminismo trasnochado”, ante su negativa de respaldar los inhumanos tratos que Hollman Morris suele dar a las mujeres, incluyendo su propia esposa. La división y el retiro no se hicieron esperar.
La estrategia electoral de Petro en Bogotá forma parte sus aspiraciones presidenciales del 2022. Ello explica sus reiterados dardos y exigencias frente a Sergio Fajardo, un rival de no poca monta, al cual derrotó por un estrechísimo margen del 1 % en la selecciones primarias del 2018. La pretensión de convertir el apoyo a Claudia López en “un yo te apoyo ahora, pero a cambio tú me tienes que apoyar después”, ha sido rechazado tajantemente por la candidata por considerarla una exigencia fuera de contexto y una trata de favores inaceptable.
La aventura política en que obstinadamente se ha embarcado Petro pareciera tomada de la literatura kafkiana. En su obra La Colonia Penitenciaria, Kafka relata la historia de un oficial que diseña durante toda su vida una siniestra y sofisticada máquina para ajusticiar a los prisioneros condenados a muerte. A tal propósito dedicado muchos años tanto en la elaboración de los planos como a su construcción definitiva. La considera una obra única, perfecta, inamovible, intocable. Utilizarla, ponerla a prueba se convirtió en su gran obsesión. Nadie distinto a él podía meter mano a su máquina, la cual consistía en un cuidadoso sistema de agujas que grababa sobre el cuerpo del prisionero las letras del delito por el cual había sido condenado a muerte. Cada aguja iba acompañada por una más corta. La larga se encargaba de escribir sobre las carnes del reo y la corta arrojaba agua, para lavar la sangre y mantener legible la inscripción sobre el cuerpo. La mezcla de agua y sangre corre luego por pequeños canalículos, y finalmente desemboca en un caño de desagüe. Sin embargo los superiores del oficial rechazan la utilización de la máquina por considerarla inhumana. El oficial, decepcionado, empecinado y orgulloso a cual más, toma el lugar del condenado y hace que sobre su propio cuerpo se inscriba la sentencia “Sé justo”. El oficial se entrega a la máquina y muere “víctima” de su propio invento.