El término socialismo del siglo XXI fue adoptado a inicios de los 2000 para referirse al bloque de izquierda en América Latina que tenía como líderes a personajes del estilo de Hugo Chávez, Rafael Correa, los Kirchner, Evo Morales e incluso el mismo Lula que acaba de volver al poder. Todo ellos con algo en común: se quedaron enfrascados en un discurso que parecía más de la época de la guerra fría que de este milenio.
La expropiación y el discurso contra Estados Unidos eran sus bases; las multinacionales y el consenso de Washington eran su flanco preferido, se quedaron en el viejo discurso de la Unión Soviética y fueron incapaces de leer los verdaderos problemas de una nueva generación.
Petro ha sido capaz de hacerlo, durante campaña y especialmente gobernando. Superó esa retórica trasnochada y poco útil del imperialismo gringo para concentrarse en temas de vida y muerte que realmente diferencian a la izquierda de la derecha: la defensa del medio ambiente y la responsabilidad compartida de los problemas más urgentes como la migración y el narcotráfico.
¿Es esto una calificación de gobierno? No, es más bien una valoración discursiva, Petro sí logró girar el discurso del siglo pasado y se está perfilando como el líder regional en los temas que ya comentaba. Muy lejos está Petro del Correa que permitió la explotación petrolera en la Amazonía o del chavismo que centró su economía en el petróleo.
Petro se reúne con sus homólogos para hablar de interconexión eléctrica, de protección de la selva, de transporte regional, de plantear una posición común contra la política antidrogas de hace 50 años y para colaborar en migracion. Atrás quedaron las épocas de los organismos multilaterales de izquierda que se concentraban en pensar cómo cerrar sus puertas comerciales y como mantener lejos al “demonio” del tío Sam.
Contrario a lo que podía pensar esa vieja, pero reciente izquierda latinoamericana, Petro se reúne con personajes como el director del FBI, la comandante del Comando Sur, el director de la CIA y el director de seguridad de la Casa Blanca, con todos sonríe y a cada uno les entrega un recuerdo de Colombia, pero eso sí les expresa claramente sus nuevas prioridades y el cambio en el enfoque de las relaciones. Sin la llegada y la insistencia de Petro en esos temas, hoy el bloque de izquierda no sería más que la segunda edición de la versión años 2000.
