En caso de llegar, como nuevo gobernante de Colombia a Gustavo Petro le correspondería asumir la vital tarea de seguir buscando la paz para todos los colombianos, y esta gestión se expresará de inmediato a su posesión el próximo 7 de agosto anunciando la convocatoria a una gran constituyente por la paz.
Sí, una gran constituyente que tendrá como única pauta y objetivo desarrollar el artículo 22 de la Constitución Política de 1991 que orienta y establece la paz como mandato primordial para la sociedad.
Una constituyente nacida desde la Colombia profunda, la de ayer y la de hoy, con sus historias, sueños, búsquedas y esperanzas, proyectándose a ser un país con futuros de amor por la vida y de cuidados intensos con el poco medio ambiente que nos queda, una constitución como un gran pacto de defensa y preservación de los territorios dadores de vida desde esa media Colombia llamada Amazonia.
Una Constituyente por la paz que emplace a la participación y decisión ciudadana en un acuerdo por la vida para hacer con el nuevo gobierno una verdadera gestión de reconciliación y una gran alianza por el desarrollo de los diálogos y el cumplimiento de los acuerdos, que en esta oportunidad no pueden ser únicamente entre dos fuerzas, gobierno y guerrilla o gobierno y autodefensas, como hasta ahora ha sido, eventos bilaterales que han llevado al deterioro de los acuerdos desconociendo la grandeza y riqueza cultural y social del país político.
Todo indica que a Petro, como nuevo presidente de Colombia, le correspondería convocar a la sociedad en todas sus expresiones culturales, sociales, territoriales, económicas y políticas, y al concierto de naciones en el mundo, por ser la comunidad internacional un actor importante, ya sea como gobiernos productores de armas, o países y sociedades consumidores de drogas, o con las empresas multinacionales auspiciadoras y financiadoras de guerras y violencias en nuestros territorios.
El diseño de la paz desde el nuevo gobierno con diálogos, consultas, concertaciones, encuentros, compromisos, acciones y demostraciones, y en especial con decisiones por parte de todos los actores enredados y vinculados con el conflicto social colombiano, requiere que ese todos presente en las fuerzas vivas de la nación, en organizaciones económicas, sociales, culturales, empresariales, armadas legales e ilegales; presentes como agricultores, ganaderos, industriales, indígenas, colonos, comerciantes exportadores e importadores, en los sindicatos, en ese ejército de trabajadores del transporte, los estudiantes, los pescadores, las amas de casa, los campesinos, los profesores, las iglesias, los narcotraficantes, las autodefensas, las guerrillas, los comerciantes informales, los empleados y los desempleados, los héroes comprometidos con la salud, los poderosos medios de comunicación y los alternativos, los jóvenes y los niños… todos los sentipensantes que podemos reconocernos como Nación, es decir toda la colombianidad casi insondable, convocada y decidiendo el futuro promisorio desde las sabidurías del pasado en la Gran Constituyente por la Paz.
Así, la Constituyente del año 22 tendrá como mandato llegar a un acuerdo general, completo, multilateral, total… será un camino exigente de voluntades y esfuerzos para cumplirlo, desarrollarlo y vencer con ese acuerdo integral las resistencias que por siglos han amamantado la desesperanza en casi la mayoría de los colombianos.
Igualmente en ese propósito se deben enriquecer las experiencias grandes y pequeñas, las más, desconocidas como un esfuerzo de cada generación para superar las guerras y guerritas de nuestra historia con más de 23 grandes acuerdos de paz buscando parar la violencia política con armisticios y treguas, en este punto vale reconocer el último proceso con la firma de los acuerdos tejidos en La Habana, que justo está cumpliendo 5 años con sus desempeños, dificultades, avances e incumplimientos, como parte de nuestra historia patria con sus 9 constituciones en la línea de confrontaciones desde antes de 1812 hasta llegar, al finalizar el siglo pasado, a la Carta Política del 91 y su Artículo 22.
La gran responsabilidad que tiene Petro frente a este reto se debe poner de manifiesto en el tipo de convocatoria, en el diseño de la propuesta, en la forma del convite, en el compromiso de su gestión, en la conformación de su equipo de gobierno, en la pedagogía para este propósito y, naturalmente, en el apoyo que la mayoría de los colombianos debemos darle a este mandato de vida siempre buscando la paz con justicia social como horizontes de futuro, y por las condiciones de gobernabilidad que enfrentará Petro como presidente de Colombia, es ineludible que la convocatoria a la gran constituyente por la paz, se presente al país en los primeros 45 días de su gobierno, porque Petro no tendrá la mínima opción de la “tregua acostumbrada en los primeros 100 días del ejercicio administrativo”, en cambio sí será blanco de miles de oposiciones con sus estrategias de engaño y tergiversación que hemos conocido desde la Bogotá Humana, con desesperadas maniobras de los sectores guerreristas que detentan el poder.
Finalmente, invito a votar por Gustavo Petro, ofreciendo así con nuestra libre decisión ciudadana, la participación y apoyo irrestricto a las realizaciones y desafíos que le esperan en el camino de lograr la paz verdadera, que para Colombia ha sido tan esquiva.
Y con este ánimo juntos a firmar este acuerdo ciudadano de la gran constituyente por la paz, ejerciendo así nuestros deberes y derechos para a ser parte del gobierno del Pacto Histórico.
Viva la paz.
