Petro y la industrialización
Opinión

Petro y la industrialización

Una estrategia de desarrollo industrial exige compromiso con ambiciosos proyectos de transporte y comunicaciones y potenciación del sistema de generación de energía

Por:
marzo 28, 2023
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Creo que el presidente Petro fue injusto con el Acuerdo nacional de paz cuando lo acusó de insuficiente, en una reciente reunión en Medellín. Por tender, según él, al establecimiento de “un mundo rural, equitativo, relativamente avanzado” sin contar con “el conocimiento y la industrialización”. “Era necesario hablar del modelo económico y fue un error no hacerlo”.  La injusticia viene de no reconocer que dicho Acuerdo, aunque no planteó explícitamente y en todos sus términos un nuevo modelo económico, si suponía y aun supone en sí mismo un cambio sustancial en el deplorable modelo actualmente existente.

Porque una cosa es un campo dominado por terratenientes, gamonales y paramilitares y otra cosa muy distinta un campo en el que primen el campesinado y los pequeños y medianos productores. La diferencia es sustancial en términos de paz o ausencia de la misma, de gamonalismo o empoderamiento popular, de productividad económica o parasitismo rentista.  E inclusive en términos de relaciones de poder a escala nacional. El campo en manos del latifundismo es una de las razones que explica que en el senado de la nación sigan teniendo un peso excesivo quienes son terratenientes o son por lo menos sus representantes políticos.

El propio Petro lo reconoció, cuando decidió negociar con Fedegán la compra “a precio de mercado” de 100.000 hectáreas de tierras, para realizar en ellas una menos que modesta reforma agraria campesina.  “No podemos arriesgarnos a una nueva guerra”, dijo entonces para justificar esta decisión. No le falta razón. Y no solo porque él, su gobierno, está profundamente comprometido con el sincero deseo de paz de la mayoría del pueblo colombiano, sino porque él es lo suficientemente realista como para sacar las consecuencias del hecho de que los Acuerdos de paz firmados por las Farc y el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, no se han podido cumplir a cabalidad a seis años largos de su firma. La feroz resistencia de los latifundistas y de sus rabiosos representantes políticos y mediáticos ha logrado impedirlo hasta la fecha.

Pero los que aprendimos con Karl Kautsky que el capitalismo tiene dos vías de desarrollo en la agricultura: la americana y la prusiana (o sea la campesina o la terrateniente). Y con Lenin que el proletariado defiende resueltamente la primera vía, pero que si la terrateniente termina por imponerse a este último no le queda más remedio que aceptar el hecho cumplido y actuar en consecuencia. Que para mi supone apoyar la propuesta de Petro de iniciar o, mejor dicho, de reiniciar el camino de la industrialización. La insistencia machacona del presidente en la industrialización ya representa un primer paso. El segundo paso lo está dando con el Proyecto de ley por el cual se expide el plan de Desarrollo, cuya estructura analiza el jefe de Planeación Nacional Jorge Iván González en La relevancia de los proyectos estratégicos, un artículo suyo publicado por la Revista Sur.

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Sorprende que el jefe de Planeación no mencione la propuesta que formuló Petro durante la campaña electoral de construir un ferrocarril que una a Barranquilla con Buenaventura

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A mí me parece bueno que dicho proyecto, según su autor, implique cambios estructurales en la gestión de los recursos públicos, obligando a la concurrencia de dichos recursos, rompiendo la lógica sectorial y la departamentalización y favoreciendo la departamentalización y la convergencia regional. Y desde luego que el plan de inversiones tenga un carácter plurianual, o sea que su vigencia desde 2022 hasta 2026. Pero no puedo menos que lamentar que su concepción de los “proyectos estratégicos” a los que servirán estos “cambios estratégicos”, sea tan limitada, que la ilustre con proyectos como el de la depuración de las aguas del río Bogotá o el dragado del puerto de Buenaventura. Estos son proyectos importantes, quién lo puede negar, pero distan de ser estratégicos desde la perspectiva la reindustrialización del país.  Una auténtica estrategia de desarrollo industrial exige que el Estado se comprometa en la realización de ambiciosos proyectos de renovación y decidida expansión de la infraestructura de transporte y comunicaciones y de potenciación de su sistema de generación de energía. Ambas son condiciones sine qua non para la realización de un vigoroso proceso de industrialización. Por lo que me sorprende que el jefe de Planeación Nacional no mencione, ni siquiera a título de ejemplo, la propuesta que formuló Petro durante la campaña electoral de construir un ferrocarril que una a Barranquilla con Buenaventura. Este sí que es un proyecto estratégico. Como lo puede ser el de reparar el desastre de la central hidroeléctrica de Hidroituango o un proyecto de semejante magnitud en el río Cauca.

 

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