VIDEO. Puntos de vista. El enfrentamiento entre el fiscal general y el presidente de la República tomó un carisma muy propio de la historia política colombiana. Este ha sido un país de raposas jurídicas, de abogados cagatintas donde la ley no se respeta, pululan los leguleyos incluidas las Cortes, y siendo un país hiperviolento es a su vez muy amigo de los pleitos, de los incisos y los parágrafos.
La Fiscalía es una institución de la Constitución del 91, pervertida. Los fiscales son copiados del presidente, con lo cual adquiere un poder inmenso porque nombra un cómplice para encubrir sus desmanes delictuales. El presidente crea una terna y la honorable Corte lo nombra previo acuerdo con el fiscal y se reparten los puestos. Ha habido unos fiscales horrorosos. Néstor Humberto Martínez no investigó Odebrecht porque él era el abogado de su patrón Luis Carlos Sarmiento. El anterior, el calvito horroroso Montealegre. El de ahora es un fanfarrón, no hace nada y se cree la lumbrera de este país porque estudió en la Sergio Arboleda con Iván Duque.
Esa polémica está mal planteada por Petro en el sentido y que él era el jefe del señor Barbosa. El jefe de Barbosa es Iván Duque. En eso se equivocó. Ese debate no va a terminar en nada: abrazos con las Cortes, vamos a respetar la división de poderes, etcétera, la división de poderes es un mito en el estado constitucional.