No olvido aquella mañana de lunes. El día anterior había sido 19 de abril y papá, junto a un grupo de vecinos, se había quedado en la sala oyendo las noticias acerca de las elecciones. Los reportes oficiales señalaban cada cierto lapso de minutos, más datos según los cuales Rojas Pinilla era el ganador. La apoteosis de la Anapo, la Alianza Nacional Popular, el partido fundado por el expresidente que ahora punteaba en los resultados de las elecciones.
Lo llamaban de todas las maneras, muchas de ellas incomprensibles para mí a los 11 años de edad. Gurropín, dictador, mentiroso, palabras que escuchaba por los medios siempre que se referían a él. Papá y los vecinos comentaban que eso no era cierto. Rojas había sido el único presidente de Colombia que había hecho cosas por el pueblo y el país. El aeropuerto Eldorado, la televisión, los mercados de Sendas, hasta el barrio donde vivíamos.
El Instituto de Crédito Territorial había sido su creación. Para construir viviendas, sin negocio, con una cuota mensual fija durante 20 años, tras los cuales el adquirente podía reclamar su escritura pública como propietario. Un sueño, una fantasía que muchos habían visto convertir en realidad gracias a Rojas Pinilla. Tener casita propia, con una mensualidad mínima. Yo no sabía quién era ese señor, pero debía haber sido una especie de mago.
Cuando ese lunes me senté a la mesa a desayunar, escuché que mamá tenía mucha rabia. Las noticias transmitían los resultados electorales del día anterior, según los cuales el presidente era Misael Pastrana. Mis hermanos y yo preguntábamos cómo era eso posible, si cuando nos habíamos ido a acostar la noche anterior, el ganador indiscutible según las cifras reportadas, era Rojas Pinilla. Mamá decía llena de enojo, le robaron las elecciones.
Hubo dos o tres días de agitación política. La gente se botó a las calles. El ejército ocupó las avenidas y los barrios. El presidente Lleras Restrepo apareció por la televisión diciendo que los resultados electorales eran limpios, y que el ganador era Pastrana. Amenazando con la violencia oficial si continuaban las manifestaciones en las calles. Miró su reloj y dijo que si en unos minutos alguien permanecía afuera, el ejército podía dispararle.
Esa fue mi primera relación con la política. El robo de las elecciones a Rojas Pinilla en 1970. Una injusticia, un abuso descarado por parte de la rosca que manejaba el poder. La gente se la tuvo que tragar, porque las barriadas donde protestaba fueron invadidas por soldados. Porque el presidente y toda la prensa ratificaban a mil voces que el único ganador de las elecciones había sido Pastrana. Un conservador, de vieja dinastía política.
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Siempre había escuchado decir que papá y mamá eran conservadores. ¿Por qué se hallaban tan molestos, si el ganador de las elecciones era un conservador? Años después lo entendería
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Yo no entendía bien. Porque siempre había escuchado decir que papá y mamá eran conservadores. ¿Por qué se hallaban tan molestos, si el ganador de las elecciones era un conservador? Años después lo entendería. Es que había habido un acuerdo entre los jefes políticos liberales y conservadores, según el cual se turnaban el poder entre ellos cada cuatro años. Lo llamaron el Frente Nacional. La repartición del poder entre dos partidos.
Cada cuatro años los candidatos eran liberales o conservadores según el turno. La gente tenía que votar por el de sus preferencias entre el abanico que le presentaban. Ese año eran candidatos Rojas Pinilla, Misael Pastrana, Evaristo Sourdís y Belisario Betancur Cuartas. Lo de Rojas era raro. Encabezaba su propio partido, la Anapo. Me enseñaron que pese a eso, al momento de la inscripción se había reconocido como conservador.
Era la única forma de participar. Muchos años después, en la guerrilla, una mañana en que tuve la oportunidad de hablar con Manuel Marulanda Vélez, le pregunté su opinión sobre Rojas Pinilla. Me dijo que había escuchado que para unos había sido un excelente gobernante, al tiempo que para otros había sido pésimo. Pero él creía que su gobierno había sido bueno, porque había hecho muchas cosas a favor del pueblo.
Cuatro años después de aquella mañana, en 1974, oí la noticia de que había aparecido un grupo guerrillero de carácter urbano que se denominaba M-19, o Movimiento 19 de abril, que luchaba con el pueblo por el poder, porque este era un país de tramposos, donde el que ganaba las elecciones podía resultar perdedor en la Registraduría. Una historia con la que crecí y que inspiró mi forma de pensar en los años siguientes.
Ahora veo que el candidato que puede ganar es Petro, un tipo que fue del M-19. Lo acusan de todo, igual que a Rojas Pinilla hace 52 años. No puede repetirse. El único que puede vencer esta oligarquía avarienta es Petro, y cualquier cosa pueden inventar. Denuncias, cárcel, mentiras. Incluso matarlo, como lo hicieron con Gaitán. Cuidado, esta vez no podrán, Petro va a ganar, de lejos, así se mueran del susto.