Petro, gracias por esa labor incansable que estás desarrollando en beneficio de la humanidad, especialmente en favor de la clase media y popular de nuestro país. Muchos no se imaginan la satisfacción enorme que siente una persona cuando es tenida en cuenta. De hecho, eso fue lo que experimentaron los habitantes de calle, “los nadie”, la noche del 24 de diciembre de 2022: fueron invitados a la Casa de Nariño a la cena navideña. Ellos entraron por la puerta principal y no por la puerta falsa o por el sótano, como lo hizo Antonio López Jiménez, alias Job, en abril del 2008, cuando Álvaro Uribe Vélez era presidente de Colombia.
Ahora bien, quien llevó a los habitantes de calle a ese lugar fue el mismo al que algunos catalogaron como ateo y que indicaron que si ganaba las elecciones quemaría las iglesias. Sí, el mismo que señalaron de comunista, castrochavista, mamerto o guerrillero. Epítetos que le colgaron para impedir que llegara a la presidencia, convencidos de que la estrategia de la mentira les iba a funcionar. Así lo hicieron con el plebiscito por la paz en el año 2016, lo ganaron utilizando el miedo para intimidar al votante. Lo repitieron en las elecciones al Congreso y a la Presidencia. Sin embargo, en esta ocasión no les funcionó. El pueblo no les comió el cuento y hoy ese pueblo que no se dejó engañar es el gran beneficiado.
Un habitante de calle no lo es por gusto o por deporte, esto ocurre porque el Estado colombiano le ha negado la oportunidad. Las leyes que tradicionalmente se han aprobado en Colombia, especialmente en los últimos 30 años (era Gaviria-Uribe), han sido excluyentes y han propiciado este fenómeno. Entre los habitantes de calle encontramos poetas, escritores, artistas, obreros, profesionales, entre otros. Hay personas de todo tipo que entraron en desgracia y nunca encontraron un paliativo con el gobierno de turno, únicamente limpieza social, lo que siempre han acostumbrado hacer en este país.
La apertura económica con César Gaviria en la Presidencia y Álvaro Uribe en el Senado fue la que más habitantes de calle dejó en Colombia. Miles de trabajadores resultaron desempleados por la privatización de las empresas del Estado, lo que conllevó a que se quedaran sin el sustento diario para su familia y también sin viviendas para refugiar a sus seres queridos. En muchos casos, el banco se las remató porque no pudieron seguir pagando el crédito. ¿Comprende usted el trauma que vive una familia cuando de un momento a otro queda sin ingresos y también sin vivienda? La familia se desintegra y por eso algunos son habitantes de calle.
Ahora bien, el modelo de gobierno que está poniendo en práctica Gustavo Petro nada tiene que ver con comunismo o socialismo, se enmarca dentro de la política que hoy se conoce en el mundo como progresismo. Esta se basa fundamentalmente en la vida y no en la muerte ni en los litros de sangre, en la paz en vez de la guerra, y en la producción en lugar del ocio (es decir, en la defensa prioritaria del pequeño y mediano empresario, no se trata de acosarlos como en el pasado los secretarios de gobiernos de algunos municipios hicieron con los vendedores ambulantes, a quienes perseguían hasta destruirles su mercancía. Este es un cambio para la vida. Petro quiere que Colombia sea potencia mundial de la vida.