En medio de la apertura política generada por el presidente Gustavo Petro luego de su posesión, la senadora Andrea Padilla –abanderada de la causa de la protección animal- le planteó que era necesario ponerle fin a la exportación de ganado en pie, al menos en las condiciones en que actualmente se produce: miles de reses hacinadas y sometidas a las largas travesías marítimas.
Cuando ella rotuló el problema con la denominación “barcos de la muerte”, Petro le dijo que podía contar con el respaldo del gobierno para encontrar una solución integral sin desmedro de la industria y bajo la premisa de proteger los derechos de los animales.
Hoy ella no ve ambiente ni en el Congreso ni en la esfera administrativa para sacar adelante un proyecto en esa dirección, pese a que la conciencia ciudadana se ha visto sacudida a raíz del reciente hallazgo de cuatro toneladas y media de cocaína en un barco que llegaba a España y en el que se confundían los olores de la boñiga, los gases, la orina, la sangre y la descomposición de los animales muertos durante el viaje.
La congresista, la primera que alertó sobre la influencia del narcotráfico en la exportación de ganado en pie, habla con Las2Orillas y explica por qué guarda la esperanza de que Colombia siga el ejemplo de países como Nueva Zelanda, donde la industria ganadera prospera con tecnología y sin sufrimiento animal.
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