Lo que la gran prensa, algunos politólogos y analistas han llamado los dos extremos de la escala ideológica, “extrema izquierda y extrema derecha”, en realidad son hoy una amalgama de intereses y clases que se entremezclan.
Una vez decidida la composición del parlamento, está claro que se viene una dura lucha que obligará a las dos grandes tendencias que se disputan la presidencia, la del continuísmo o la del cambio, a buscar alianzas entre los candidatos más opcionados a sabiendas que ninguno ganará por cuenta propia.
Se ha argumentado infinidad de veces, aunque no se le ha dado la connotación que merece debido a la guerra de intereses y de propaganda que impera, que la propuesta y programa de gobierno de Petro en esencia es la del Estado de bienestar que implementó la socialdemocracia en algunos países de Europa.
Es la llamada tercera vía que surgió a finales del siglo XIX y se consolidó durante el siglo XX, con una propuesta intermedia entre los dos grandes bloques políticos y económicos que se disputaban el mundo en el siglo XX, el el capitalismo y el socialismo.
El modelo socialdemócrata consiste básicamente en un acuerdo histórico entre el capital y el trabajo, mejor conocido como conciliación o pacto de clases entre el proletariado y la burguesía, con el Estado como garante y mediador para hacer viable, sostenible, segura y funcional una sociedad, a partir de una distribución equitativa de la riqueza.
Garantizando con el pacto de clases, cero huelgas, trabajos dignos y derechos laborales, mayor impuesto a la ganancia y acumulación de los capitalistas y sus empresas, distribución de la riqueza, papel central del Estado como mediador, así como de los sindicatos y las agremiaciones empresariales en la defensa de sus respectivos intereses.
Eso caracterizó a algunas sociedades escandinavas y del centro de Europa, como Suecia, (que perduró hasta los años 80 y por eso es falso afirmar que este país, como se señala a Noruega hoy sean socialistas), Dinamarca, Holanda y Bélgica.
Las potencias capitalistas (Alemania, Francia, Inglaterra, Italia) de la posguerra también introdujeron profundas reformas en sus sociedades generando una nivelación entre pobres y ricos, para evitar las contradicciones de clase y los agudos conflictivos sociales, y así frenar el avance del socialismo tras la derrota del fascismo en la II Guerra Mundial.
El llamado Plan Marshall fue una respuesta desde el capitalismo encabezado por Estados Unidos con este propósito, a través de la reconstrucción de Europa tras la guerra.
El prestigioso académico Norberto Bobbio en una de sus obras más conocidas, Derecha e izquierda, afirma que “la izquierda y la derecha” se diferencian a partir de cuestiones como igualdad, desigualdad social, propiedad, distribución de la riqueza, valores éticos, libertad, autoridad.
Una de las ideas que sostuvo fue que la democracia representativa y el derecho son las dos condiciones mínimas necesarias para la solución pacífica de los conflictos de clase en las sociedades. En las sociedades democráticas en general, sostenía, no es posible hallar izquierda y derecha claramente contrapuestas.
Hoy, podría decirse, existen muchos grupos de opinión y de intereses en competencia que unas veces se contraponen, otras se entrelazan, por lo cual es difícil señalar en cuáles de los posibles puntos de encuentro o desencuentro de esos grupos e intereses heterogéneos se las pueda ubicar.
Sin embargo, (Bobbio), el elemento común entre lo que se denomina “extrema derecha” y “extrema izquierda”, es el autoritarismo y la supresión de las libertades democráticas, unas veces en nombre de la revolución (izquierda) y otras como respuesta contrarrevolucionaria (derecha).
Cuando se analiza la propuesta del candidato de la Colombia Humana, Gustavo Petro, y se contrasta con las definiciones de Bobbio, no hayamos nada que lo caracterice como un líder político de extrema izquierda en absoluto, sino más bien un liberal en el sentido anotado o un socialdemócrata en el sentido histórico mencionado más arriba.
Tal vez lo diferente de la propuesta de Petro, es su visión sobre la protección del medio ambiente y la importancia de la ecología, ante un mundo y un sistema económico de producción basado en la acumulación y la ganancia, que tienen al planeta en una profunda crisis por la acelerada contaminación, el calentamiento global, el efecto invernadero, la masiva deforestación.
De ahí que enfatice la necesidad de empezar el cambio gradual de energías obtenidas de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón, minerales) que son las más contaminantes, a energías limpias como las que se obtienen del viento (eólicas), del sol (paneles) y del mar (marinas o del mar).
Porque las otras propuestas de su programa de gobierno en realidad no son nuevas, como la educación universal y gratuita para millones de jóvenes; el modelo económico productivo que distribuya el gran latifundio improductivo de más de mil hectáreas; el estimulo a la producción y consumo nacionales industrializando sectores estratégicos; la naturaleza como un sujeto de derechos; el mínimo vital de agua; la protección de los animales en tanto seres sintientes y con derechos; contra del maltrato animal (antitaurino); la negativa al fracking y la minería a cielo abierto.
En resumen, su propuesta de gobierno es una audaz combinación entre los elementos esenciales del Estado de Bienestar de la socialdemocracia; propuesta que enriquece con los avances y progresos en materia de valores y derechos de las minorías; la visión sobre la defensa y protección de la naturaleza y los animales; así como la necesidad de impulsar un modelo económico productivo en el marco del sistema capitalista.
A partir del análisis que se ha hecho, es fácil concluir que Petro no es un neoliberal y mucho menos un socialista (castrochavista), como sugiere vulgarmente la propaganda de la derecha. Su máxima aspiración para Colombia es el Estado de bienestar.
Lo demás que se diga son mentiras que crean o inventan grandes empresas de publicidad, a las que les pagan para que las conviertan en “noticias”, y las difundan por las redes sociales y los medios de comunicación.
La intensa guerra de propaganda que se está librando hoy a raíz de la disputa por la presidencia busca confundir, manipular, engañar y generar miedo, por eso fundamental leer críticamente e informarse bien para evitar ser víctimas del fuego cruzado entre lo que realmente es y lo que no es.