Comprendo la rabia y la decepción de muchos izquierdistas de uniforme y bayoneta que se sienten frustrados de haber elegido con una votación histórica a un camarada llamado Petro, y ahora este compadre le ha entregado (en bandeja de plata) todo el gobierno al Establecimiento.
Porque es increíble: el día de las elecciones, el Establecimiento se quedó viendo televisión y rascándose la barriga esperando el triunfo de Rodolfo Hernández. Pero este evento no ocurrió. Ganó Petro. Y no hubo pánico. Allí estaban Batman y Robin (Roy y Benedetti). Unos juiciosos amigos del sistema y alegrones exmilitantes de la derecha como garantes de lujo que sacarían con elegancia y sutileza a los mamertos y le abrirán la puerta a Rudolf Hommes, José Antonio Ocampo, Samper, Gaviria, un sector del partido conservador y otras figuras del régimen. El Establecimiento ganó con los disciplinados votos de la izquierda. Y le salió barato el triunfo.
Todo el esfuerzo lo hizo la izquierda: llenaron las plazas públicas, atiborraron de testigos electorales las mesas de votación y contrataron su propio transporte. Pero ese esfuerzo del petrismo y de sus mas feroces seguidores se ha venido al piso. Petro fue domesticado o cooptado por el establecimiento, como el abrazo del oso, y toda la carreta que habló no fue más que bocanadas de humo que inhalaron sus fanáticos. Atrás quedaron esos gloriosos paros, esas multitudinarias protestas callejeras, esos iracundos columnistas que atacaban al Establecimiento y elogiaban al Pacto Histórico. Atrás quedaron esos jóvenes que estaban dispuestos a medírsele a un estallido social si perdía Petro.
Atrás quedaron los sueños.
Así que Petro lo que ha hecho es actuar con pragmatismo. Él sabe que necesita al Establecimiento para que no lo saquen de la presidencia, tal como lo hicieron con Dilma Roussef en Brasil o Manuel Zelaya en Honduras. Y también sabe que el Pacto Histórico solito no puede mover a un elefante llamado Estado. Él necesita de los Roys y de los Benedettis. De los partidos políticos. De los religiosos. De la primera línea. Necesita todos esos ingredientes para conformar el sancocho nacional. Necesita la gobernabilidad, así sea que esta gobernabilidad traicione a los 12 millones de votos que lo llevaron a la Casa de Nariño.
La pregunta que surge es la siguiente: ¿no hubiese sido mejor elegir a los candidatos del Establecimiento en vez de un Gustavo Petro que está actuando como ellos y pensando como ellos? Sobre todo cuando no sabemos si el Establecimiento es el títere o el titiritero.