A Petro le está pasando lo mismo que a Mockus con la ola verde

A Petro le está pasando lo mismo que a Mockus con la ola verde

Aunque el candidato progresista tiene fuerza en redes, difícilmente ese fenómeno se puede traducir directamente a votos

Por: Christian Hernandez Amaya
mayo 03, 2018
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A Petro le está pasando lo mismo que a Mockus con la ola verde

Las encuestas en Twitter sobre la elección presidencial se volvieron predecibles: el ganador siempre es Gustavo Petro. Algunas de ellas muestran al candidato sacando ventajas de 30 o 40%, lo cual es una fuerte señal de que la muestra obtenida de la red social no es representativa.

Ese efecto sucede debido a la avasallante presencia de seguidores de Petro. Sin embargo, no solo es la cantidad (3 millones de seguidores), sino también su comportamiento que los hace funcionar como un ejército personal del caudillo.

@petrogustavo imparte justicia en su tribunal tuitero gracias a sus seguidores que premian o castigan de acuerdo a las órdenes de su jefe. En esa red el candidato también premia a sus seguidores más fervientes promoviéndolos con un retuit que los hace famosos de la noche a la mañana. Algunos personajes públicos, caídos en el olvido, reciben de Petro su empujón virtual como agradecimiento a algún trino de apoyo.

Petro es un influencer: muchas cosas que hace o que dice son tema de debate en la red en minutos. Una académica (salvada del sótano de la irrelevancia gracias a @petrogustavo) ha dictaminado que los frecuentes trending topics protagonizados por el candidato son la evidencia que la campaña va viento en popa.

Se le escapa a esta analista (Phd de verdad) que esto que sucede con Petro es un fenómeno social muy similar a la ola verde que acompañó a Mockus en 2010. En la llamada “ola multicolor” de Petro también está ese entusiasmo desbordado, generado por un grupo más bien pequeño de personas demasiado comprometidas: ese grupo de seguidores hace tantas cosas que de pasada se percibe más grande de lo que realmente es.

El problema en 2010 y el de Petro es que ese fenómeno no se puede traducir directamente a votos: cada uno de esos seguidores solo puede votar una vez. El trabajo real y productivo de los seguidores entusiastas es convencer a otras personas a que voten por su candidato, todo lo demás es algarabía inútil. En 2010 la ola falló: hubo mucho ruido, pero Mockus apenas logró obligar a una segunda vuelta.

A Petro le está pasando lo mismo: su ola multicolor genera muchos efectos, pero en ellos no está el de seducir a otros votantes. En realidad parece estar pasando lo contrario: se habla del temor que produce Petro, pero ahora es evidente el miedo que producen sus seguidores. Los petristas se han convertido en un ejército que está más dispuesto a destruir que a persuadir.

Enseñarle a sus seguidores a ser como perros de cacería es muy del estilo de Petro, pero esta vez no le va a servir para lograr sus objetivos: su ola multicolor se va a desteñir como sucedió con la ola verde.

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