En medio del cada vez más agitado panorama de las precandidaturas presidenciales de cara al 2022, el exgobernador Camilo Romero ha venido promoviendo dos tesis: la ciudadanía ya tomó la decisión de cambiar las viejas lógicas de poder; y es fundamental propiciar una consulta ciudadana, amplia, generosa y especialmente fraterna. La primera tesis se sustenta en la votación combinada de la centro-izquierda en la primera vuelta del 2018 (9.858.136 votos); la irrupción en el Senado de una bancada alternativa y los resultados de la consulta popular anticorrupción (11.671.420 votos). Sin duda, estos resultados dan cuenta de una ciudadanía que se ha expresado por fuera de la mecánica de la política tradicional y las lógicas del poder asociadas a la corrupción y la politiquería. Esto se volvió a revalidar con fuerza en las elecciones locales del 2019 cuando en las principales ciudades del país ganaron aspirantes en principio alternativos y en las calles se vivió el sentimiento del paro nacional.
La segunda tesis de Romero conjuga gran parte de su actividad política tras salir de la Gobernación de Nariño: generar las condiciones para consolidar una consulta ciudadana y evitar que la atmósfera electoral del 2018 se redité en el 2022 (como busca el uribismo). El exgobernador tiende a poner el énfasis en la necesidad de escuchar a la ciudadanía para llegar a un acuerdo que trascienda nombres específicos y convoque a los millones de colombianos que se expresaron en las calles y en las urnas. Posibilidad que implica diseñar listas sólidas al Congreso y llegar con un candidato único a la primera vuelta. Su posición dista de la formulada por su copartidario Iván Marulanda, para el senador esa consulta solo sería posible en dos momentos: uno donde se midan los candidatos del “puro centro” (incluyendo a Fajardo) y otro en primera vuelta donde el centro se mida tanto con la derecha y la izquierda (dícese: Petro). En esa lógica solo habría unidad en la centro-izquierda en segunda vuelta, pregunto: ¿por qué está tan seguro Marulanda de que habrá segunda vuelta?
A diferencia de la dupla Marulanda-Fajardo, Romero no tiene veto con Petro y su planteamiento es claro: la consulta debe ser lo más amplia posible e integrar antes de la primera vuelta tanto al centro como a la izquierda. Al igual que Petro que nunca se ha resistido a medirse en una consulta abierta con Fajardo, Robledo y ahora Marulanda. Inclusive, fue el más insistente en encontrar un consenso antes de la primera vuelta en 2018 y al pasar a la segunda invitó a Fajardo a cogobernar. A Fajardo poco le importó y prefirió irse a ver ballenas. Esa elección generó heridas que siguen abiertas y por eso Romero insiste en la fraternidad como una condición esencial para conciliar una consulta. Para toda la centro-izquierda es claro que Duque ha representado el mayor retroceso en la historia. La guerra arrecia en los territorios; la Colombia profunda resiste en medio del genocidio y las masacres; el acuerdo de paz está agonizando y la consulta anticorrupción fue vilmente burlada por el gobierno y el Congreso. ¿Ante ese panorama volverá a primar la división y el ego?
Veo que eso lo tienen más claro Romero y Petro. Ninguno se ha resistido a participar en una consulta porque saben que en el 2022 debe primar un proyecto de país por encima de los personalismos. El cambio que necesita el país no puede depender de sumar dos nombres o juntar dos egos, debe ir más allá, comprender que la ciudadanía debe ser escuchada. Por eso, el senador Gustavo Bolívar, líder representativo de Colombia Humana, no vio problema en afirmar que si Petro es derrotado en una consulta donde se mida contra Romero e inclusive Fajardo “les cargaría las maletas” en primera vuelta. ¿Entonces por qué el temor a integrar a Petro en una gran consulta? Ahora más que nunca es necesaria la unidad y comprender que la ciudadanía ya tomó una decisión, ¿para cuándo la van a tomar el resto de los “alternativos”?
