Cada vez que oigo al alcalde Petro proclamarse defensor de causas ambientales, se me revuelve un poco el estómago, pues durante su gestión, por omisión más que por acción, es cuando más se ha deteriorado el patrimonio paisajístico y ambiental que representan los Cerros Orientales de Bogotá.
Es cierto que permitir la construcción de altos edificios en las faldas o en plena ladera de los Cerros en sectores como Usaquén (entre Calles 121 y 125, con la ampliación de Cerros de los Alpes, o en la Calle 127/Transversal 5C con Cerros del Country, ambos de la firma Arquitectura & Concreto), en Chapinero (con conjuntos residenciales como Kandinsky, de Cusezar, o Sierras del Este, también de A&C, o edificios en la Calle 53), por mencionar solo unos ejemplos, es una negligencia compartida entre autoridades nacionales y distritales.
Pero el alcalde, como máxima autoridad de la ciudad, bien podría haber adoptado un mejor Plan B ante el fallo del Consejo de Estado de noviembre de 2013 que tumbó su Plan de Ordenamiento Territorial (POT) original, el cual contemplaba al menos límite de alturas a los edificios construidos en las faldas de los Cerros Orientales.
Buena parte de la irresponsabilidad compartida entre autoridades nacionales y distritales comienza en 2005, cuando el Ministerio de Ambiente, en cabeza de Sandra Suárez, redelimitó la reserva forestal de los Cerros Orientales sustrayendo 973 hectáreas y creó la llamada Franja de Adecuación mediante las resoluciones 463 y 1582. Ante una acción popular, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca (TAC) frenó esas resoluciones, pero a la postre los magistrados del Consejo de Estado (a excepción de Stella Conto Díaz, quien salvó su voto con lúcidos argumentos) dieron vía libre a ambas resoluciones.
Mientras el Consejo de Estado resolvía el diferendo y regía la suspensión del TAC, entre 2009 y 2012 los curadores urbanos 2 y 4 de Bogotá expidieron licencias de construcción para la ampliación de “Cerros de los Alpes”, pasando por alto además que el artículo 58 de la Constitución subraya la función ecológica de la propiedad privada y que el interés público, en este caso el disfrute del paisaje de los Cerros para toda la ciudad, prima sobre el particular.
Adicionalmente, el Ministerio de Ambiente, mediante el oficio 2100-2-26465 del 23 de abril de 2010 firmado por su entonces Directora de Ecosistemas, Xiomara Lucía Sanclemente, solicitó a la Oficina de Instrumentos Públicos Zona Norte, a solicitud de Diego Llorente Martínez, cancelar las anotaciones de categoría ambiental para la ampliación de “Cerros de los Alpes”.
Y el 30 de mayo de 2013, el propio Secretario Distrital de Planeación de Petro, Gerardo Ardila, resolvió no revocar, mediante la Resolución 0603, las licencias de construcción en plena ladera de montaña de la ampliación de “Cerros de los Alpes”.
Así que entre falta de escrúpulos de constructores y curadores, y negligencias compartidas entre magistrados, autoridades nacionales (Ministerio de Ambiente) y distritales, la depredación paisajística de los Cerros Orientales se ha ido consumando.
En otra depredación de montaña que también sorprende ante la inacción del Alcalde Petro, el Cerro Oriental de la Calle 153, por acción de maquinaria pesada, se ha convertido en una pelada y amarilla cantera.
Y en la Calle 64, justo al lado del conjunto “Kandinsky” (con torres de hasta 31 pisos), la firma Cusezar ya alista la construcción de nuevas torres de 17 pisos. Así que los casos de deterioro del patrimonio paisajístico y ambiental de los Cerros se multiplican ante la inacción del Alcalde y su equipo de gobierno.
Sumémosle a eso la polémica por la pretendida construcción de Reserva del Fontanar cerca del humedal La Conejera, en Suba, a manos de la propia familia política del Alcalde Petro.
Lo más irónico es que a esos constructores inescrupulosos les gusta presumir en el nombre de sus desarrollos (“Cerros de los Alpes”, “Cerros del Country”, “Sierras del Este”, “Reserva del Fontanar”) justamente lo que contribuyen a deteriorar, en lugar de dejar intacta la montaña y su paisaje, que es como más sirven a la ciudad y al planeta.
Otras incoherencias en materia ambiental
La cereza del pastel en materia de negligencia e incongruencias reglamentarias es que el Distrito dispone multas para quienes no separen las basuras (cosa que las personas ambientalmente responsables hacemos por convicción propia, sin necesidad de castigo), pero cuando los camiones de la basura las recogen, terminan revolviendo los desechos reciclables de bolsa blanca con los ordinarios puestos en bolsa negra.
Gobernar no es cosa fácil, eso es claro. Todo gobernante puede tener aciertos y errores. Pero el peor defecto del Alcalde Petro es creer que toda crítica a su gestión tenga un sesgo político para descalificarla.
Bien haría en reconocer en qué la ha embarrado para alcanzar a rectificar el rumbo en lo que resta de su gestión y defender mejor el patrimonio paisajístico y ambiental que representan los Cerros Orientales para toda la ciudad.