Hay dos males causados por el hombre que están destruyendo a la humanidad: el cambio climático y el fanatismo de todo tipo. Del primero se ha hablado mucho y la mayoría de seres humanos somos conscientes de la amenaza que significa.
Sin embargo, del fanatismo nadie habla, pero si nos ponemos a pensar, las grandes tragedias que están sucediendo en el mundo son culpa de la violencia justificada por defender a ultranza cualquier causa que aprovechan los líderes para incrementar su poder y fortuna.
Los fundamentalistas islámicos y el caos en Medio Oriente y en gran parte de los países donde se profesa dicha religión, el culto a Chávez en Venezuela, los supremacistas de la raza blanca en Estados Unidos, los hinchas furiosos de equipos de fútbol, los ultra nacionalistas ucranianos y sus pares rusos y así un largo etcétera.
En Colombia estamos viviendo la agonía del uribismo, ya son escasos los Furtivitas que defienden a su mesías con su violencia característica que daba miedo. Pero las consecuencias de dicha etapa oscura de nuestra historia aún las padecemos.
Uribe gobernó con una popularidad de más del 70 %. La gente vivía fascinada con un tipo que acorralaba a las Farc y éramos escasos los que nos dábamos cuenta que detrás de esa guerra se escondían horrores y sus alfiles se hacían ricos y poderosos a costa de la sangre y bienes de millones de colombianos.
Los lugartenientes de Uribe se apropiaron de tierras, se repartieron los presupuestos, monopolizaron los mercados, la salud, los servicios públicos, los peajes de las carreteras, nadie lo creía, lo importante era que Uribe derrotaba a los "bandidos de las far". La escasa minoría éramos tachados de mamertos, comunistas o guerrilleros, es decir escoria que para ellos no tiene derecho ni a la vida.
Ese pensamiento dicotómico lo está adoptando una creciente mayoría petrista en Colombia: o estás conmigo o estás contra mí. Publicar en redes una simple crítica a su candidato es una blasfemia.
A los mismos que en algún tiempo los uribistas nos llamaron guerrilleros ahora nos dicen uribistas simplemente porque no nos gusta hacer parte de ningún rebaño. Gustavo Petro, en mi opinión, es un personaje muy valioso para este país, su vida la ha consagrado a una lucha por un mejor futuro para los menos favorecidos. Pero eso no le quita que es un ser humano que como todos comete errores y tiene defectos.
El petrismo aún no es mayoría, necesitan convencer a un 10 % del electorado para hacerse al poder.
Petro es mejor candidato porque está más preparado que Rodolfo Hernández para ser presidente, pero el fanatismo de sus seguidores espanta, es un lastre para él. Hay conmigo personas que no queremos vivir otra etapa de la historia en la que la fascinación por un líder produzca complacencia con la corrupción y la violencia.
