Como colombianos “de bien”, así le choque y le pique a la fastidiosa envidia, no podemos dejar pasar el tiempo, sin abordar los últimos acontecimientos que, más que políticos o gubernamentales, parecieran sacados de las mejores revistas de glamour o farándula, por las incoherencias que ellos tienen en sí mismos y las estupideces manifiestas de sus protagonistas.
El título de esta nota hace parte del frondoso pero vacío discurso de Petro ante la ONU, donde posó, ridículamente además, como gobernante y salvador único del planeta, como solo él lo sabe hacer de manera repetitiva, pues esconde siempre detrás de sus poses, las verdaderas intenciones de sus actuaciones.
De la abundancia de tu corazón, hablan tus labios. Según ésta máxima del evangelio, qué pobreza tan miserable existe en el corazón de este señor.
Y si existe miseria y estiércol en su corazón, que va a saber de incoherencias, las que siempre trata de ocultar con sus permanentes mentiras y consabidas inculpaciones a los demás, pues él y sus cortes se consideran muy por encima del bien y del mal. Todo eso es terreno superado por ellos.
La culpable de todos los males en nuestras sociedades, según su arenga populachera en la ONU, es esa sociedad educada en el consumo sin fin: educada, y lo dice con todo el descaro y cinismo del que es capaz en la confusión estúpida entre consumo y felicidad.
Vaya convicciones personales, que podrían ser un estilo de vida, pero resulta que su estilo de vida está supremamente lejos de estas convicciones. Simple y llana incoherencia.
Cada día que pasa de su desgobierno, nos va descubriendo, no por que no las supiéramos, sino que él mismo las va destapando con toda la sinvergüenzada del mundo, aquellas realidades que tiene en su alma, si es que la tiene, y en su mente perversa congraciada con el mal.
Podríamos asumir que la mentira es una incoherencia con la cual pretendemos desvirtuar la verdad y, así la mentira y la incoherencia, se constituyen en una mezcla letal que permanentemente conducirá a más y más equivocaciones, hasta que se ha de perder el control sobre aquello que a través de ellas se pretende controlar.
Las críticas al capitalismo y al consumismo, propias de este señor y su pléyade de lacayos, es un simple discurso proselitista que encanta y adormece las mentes, las conciencias y hasta las supuestas inteligencias de quienes se consideran sus seguidores, quienes simplemente se convierten en sus secuaces.
Es posible que en Palacio, se esté viviendo aquella “confusión estúpida entre consumo y felicidad”; felicidad que se debe estar viviendo, pues se ha dejado de vivir de una manera que nadie conoce, pero todos nos imaginamos, gracias a ese discurso trasnochado pero convincente de ser pueblo pueblo, a encumbrarse en las más altas esferas de poder, donde la felicidad y la “jabrosura”, imponen nuevas formas de ser y estar, en contra de una verdadera coherencia entre lo que se piensa y lo que se tiene qué hacer.
En no menos de una semana, los atropellos de este señor al erario público, plata que aportamos todos los colombianos y que seguramente viendo los jugosos dividendos que dicho erario supone, trata de reforzar, entre otras cosas con su reforma tributaria, ha sufrido serios golpes en contra de lo que ha de ser la austeridad y honestidad en el manejo del gasto público.
Los innecesarios viajes de la primera dama en su papel de las plañideras en los entierros; cortinas, pantallas gigantes, vitro cerámicas, ollas, sartenes, licuadoras, plumones de ganso, sin tener en cuenta que estos se extraen de los animales vivos, en contra de su prédica corrompida defensora de animales y otras cosas más, que harán más pulcra su vida en Palacio.
Los nombramientos de extranjeros en altas consejerías; los vuelos supersónicos, sin considerar el costo por hora de los mismos; faltando otros datos no menores, pero sin olvidar su costumbre de relojes, camisas, zapatos y otras prendas, dan cuenta de su pensamiento y obrar capitalista, metido de lleno, con todas sus bandas en las mejores mieles del imperio que tanto ha criticado en su incoherente existencia.
Lastimosamente, vemos que la confusión entre consumismo y felicidad, los está llevando a obrar bajo la más absoluta de las estupideces.
Coletilla 1: no conozco al primer izquierdista, así se autodenomine ”progre” que llegue al poder y lo primero que haga, no sea llenarse de lujos, privilegios y distinciones; sólo quieren el poder para su beneficio y el de sus lacayos.
Coletilla 2: No dejemos para mañana revisar las estruendosas sumas de miles de millones de pesos, que en dos meses de desgobierno, se ha gastado esta administración en todo tipo de contratos, especialmente de asesorías, seguramente, para todos aquellos ineptos contratados en cargos de gestión como son los ministerios y direcciones.
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