Petro en la ONU
Opinión

Petro en la ONU

El mejor discurso de Petro, aunque no en términos conceptuales, fue al grano sobre la “guerra contra el narcotráfico” y la posición frente a la guerra de Ucrania

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septiembre 26, 2023
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A mí el discurso del presidente Petro en la ONU me resulta memorable. Y no porque en términos conceptuales sea el mejor que haya pronunciado en los importantes foros internacionales a los que ha asistido en el año largo de su mandato. Quizás alguno de los anteriores haya sido teóricamente más enjundioso, pero el que pronuncio ante la Asamblea General de la ONU la semana pasada tuvo la virtud de ir directamente al grano de los dos problemas políticos más acuciantes que enfrenta el país en el plano internacional en la actual coyuntura. El primero es el de la sediciente “guerra contra el narcotráfico”, que fue como bien se sabe el tema de la cumbre latinoamericana y del caribe celebrada en Cali hace un par de semanas. Y cuyas conclusiones, como saben los lectores de esta columna, critiqué porque se quedaron en la crítica de los motivos esgrimidos para justificarla sin avanzar en las decisiones políticas concretas indispensables para lograr el fin de la misma.

El discurso de Petro en la ONU tampoco dio un paso adelante en términos concretos, pero, en cambio fue contundente en la denuncia de los efectos perversos de una maldita guerra que en sus cincuenta años largos de duración le ha costado a América Latina un millón de muertos. Además de degradación de la vida social, de las instituciones del Estado y de la moral pública de un costo incalculable y de muy difícil reparación. Lo dijo hace muchos años un historiador norteamericano, crítico de la prohibición del alcohol en los Estados Unidos en los años 20 del siglo pasado. “La prohibición nos dejó una mafia todopoderosa y un país alcoholizado”.

Pero la clase política de EE. UU. es de un empecinamiento increíble y ni aprende ni quiere aprender de las lecciones ofrecidas tanto por su historia como por la nuestra. Tal y como lo demuestra que desde hace un par de meses el senador Lindsay Graham, ahora secundado por los igualmente senadores Dan Crenshaw y Mike Waltz, no se les haya que la ocurrido mejor idea que la de enviar tropas a México a “bombardear los laboratorios de fentanilo y desmantelar los cárteles que los utilizan”. Confían con estas propuestas ganar un amplio apoyo entre el pueblo norteamericano, enfrentado ahora a la dolorosa noticia de que el abuso de este opiáceo sintético es responsable de la muerte anual de casi cien mil varones de edades comprendidas entre 18 y 45 años.  Tal vez lo consigan en unos Estados Unidos tan dados a la guerra que en sus dos siglos largos de existencia solo ha gozado de un total de 17 años de paz.

Pero no por eso deja de ser un disparate tan contraproducente como sangriento, cuyo blanco preferido somos nosotros. Como lo prueba que la semana pasada se realizó en el Ecuador el Operativo Gran Jericó, en la provincia de Manta que se saldó con el decomiso de 5 toneladas de cocaína, 10 vehículos, 9 armas de fuego, abundante munición, 100.000 dólares, joyas y un lingote de oro, y con la detención de 19 personas – según reza el parte oficial. Podríamos decir que fue el enésimo operativo en contra del narcotráfico, sino fuera por el hecho de que en el mismo intervino por primera vez y de manera directa, junto con la policía ecuatoriana, un destacamento del ejército norteamericano.


Se mire por donde se mire, Washington no da la más mínima señal de que tenga la intención de abandonar la “guerra contra las drogas”


O sea que, se mire por donde se mire, Washington no da la más mínima señal de que tenga la intención de abandonar la “guerra contra las drogas”, pese a todas las múltiples críticas recibidas hasta la fecha y desde todas partes. Por lo que tenía todo el sentido del mundo que, ante este empecinamiento, Petro aprovechara el foro privilegiado de la ONU para hacer una nueva y encendida denuncia de esa guerra intolerable. 

Como lo tuvo que también saliera al paso a la pretensión de Washington de que tomemos partido por ellos en la guerra de Ucrania. Es cierto que Rusia ha violado la soberanía y la integridad territorial de ese país enviando tropas para apoyar a uno de los bandos enfrentados en la guerra civil desencadenada en 2014. Pero como recordó Petro, hablando en nombre de América Latina, “quienes nos invitan ahora a repudiar esa invasión son los mismos que varias veces nos han invadido”.  Y llamó la atención sobre la incongruencia de que quienes condenan y combaten la invasión rusa de Ucrania son los mismos que toleran a ciencia y paciencia la invasión de Palestina. Para combatir ese doble rasero, concluyó proponiendo a la ONU la convocatoria de una conferencia internacional de paz para resolver el conflicto de Ucrania y de otra de las mismas características para resolver el conflicto palestino.

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