Petro, el ‘Führer’ de Ciénaga de Oro
Opinión

Petro, el ‘Führer’ de Ciénaga de Oro

Petro es un Hitler, pero del siglo XXI y su meta es instaurar en Colombia una dictadura disfrazada de democracia

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julio 01, 2024
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Megalómano y narcisista, dueño de una gran oratoria, quería refundar su país, porque su misión ‘divina’ era salvarlo, odiaba a la prensa y no le gustaba la separación de poderes porque quería acapararlo todo.

Intentó transformar a su país por métodos violentos pero luego se percató de que era necesario usar la democracia, aunque en el fondo no creía en ella, para alcanzar el poder y hacer los cambios desde dentro del régimen. Su actuar violento lo llevó a la cárcel, Estaba convencido que para lograr los cambios que pretendía materializar debía gobernar por muchos años. Y sus subalternos, más que un jefe lo percibían como una suerte de mesías.

Más que mentiroso era mitómano, porque se creía sus propias falacias. Se consideraba un predestinado y odiaba a los judíos. Padecía de una paranoia aguda, desconfiaba de casi todo el mundo y estaba convenido de que sus amigos lo querían traicionar y que sus enemigos, desaparecer. Y creía que su misión trascendía las fronteras y estaba llamado a convertirse en un líder mundial.

Todas estas características constituían la columna vertebral de la personalidad de Adolfo Hitler. Pero viendo en Netflix el magnífico documental “Hitler y los nazis, la maldad a juicio”, del laureado cineasta Joer Berlinger, caí en cuenta de que muchos de esos rasgos de personalidad los comparte Hitler con nuestro presidente Gustavo Petro.

Lo cual no es de extrañar porque muchas de esas facetas son comunes a caudillos como Fidel Castro, Rafael Leonidas Trujillo, Francisco Franco, Benito Mussolini, Hugo Chávez, Napoleón, Joseph Stalin, etc.

Lo primero que uno concluye al repasar esa lista es que los caudillos más que de derecha o de izquierda son fieles a su propia ideología. Instrumentalizan las ideologías para acomodarlas a su propia manera de ver el mundo.

Ciertamente Petro es un caudillo al más puro estilo hitleriano. Todo lo que ha hecho en estos dos años es reflejo de su personalidad mesiánica. Como todo caudillo que se respete, Petro padece del síndrome de Adán: cree que está en el primer día de la creación y que todo lo que hubo antes que él, simplemente no existe.

Para entender a Petro hay que repasar la historia de Hitler. El ‘Fuhrer’ no llego al poder mediante un golpe de estado, lo hizo mediante la vía democrática. En 1933 se hizo elegir canciller, cargo que equivalía al de jefe de Estado.

Pero desde el primer momento tenía claro que para “salvar” a Alemania no bastaba el período para el cual fue elegido. Que esa era un trabajo a largo plazo que exigía mantenerse en el poder de forma indefinida.

Al poco tiempo de llegar a la Cancillería, Hitler organizó una especie de constituyente, disolvió el parlamento y asumió todos los poderes. El paso siguiente fue silenciar a la prensa opositora y montar un poderoso aparato de propaganda oficial que estaba bajo el mando de Joseph Goebels.

Claro, eso ocurrió hace casi cien años y el mundo era otro. No existían la Corte Penal Internacional ni la Corte Internacional de Justicia ni ninguno de esos órganos de la justicia global que tienen la capacidad de juzgar a cualquier persona, sin importar dónde esté. Hace 90 años, las formas de comunicación eran muy precarias, no vivían en una aldea global como en la que estamos hoy, en la que cualquier cosa que ocurre en un punto del planeta se conoce, casi en tiempo real, en el resto del mundo.

De hecho, como lo relata del documental de Berlinger, el mundo apenas se vino a enterar de “la solución final”, la diabólica estrategia mediante la cual los nazis asesinaron a seis millones de judíos, varios meses después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Fue en el juicio de Nuremberg, realizado entre octubre de 1945 y junio de 1946, en donde la humanidad se enteró de los horrores del holocausto judío.

Mejor dicho, aunque Petro, como Hitler, quisiera acabar de un plumazo con la división de poderes, la libertad de expresión y demás “embelecos” de la democracia, como tiene los ojos del mundo encima, está obligado a proceder con cautela, dándole un barniz democrático a sus transformaciones. Al estilo venezolano.


Es el nuevo estilo del nazismo: usar la democracia para acabar con las instituciones democráticas


En el vecino país existen todas las instituciones propias de la democracia: el legislativo, las cortes, medios de comunicación, Fiscalía, etc. Pero son instituciones de papel porque todas son controladas por el gobierno. Ese es el nuevo estilo del nazismo: usar la democracia para acabar con las instituciones democráticas.

Ténganlo por seguro: Petro no va a suspender las elecciones, ni va a cerrar el Congreso, ni va a disolver las altas cortes, ni va a establecer la censura oficial a los medios de comunicación. Pero sí buscará controlar el Congreso, apropiarse de las cortes y asfixiar a los medios de comunicación, al tiempo que fundará medios que se encarguen de divulgar la ‘verdad’ oficial.

 Petro sin duda comparte varios de los rasgos de personalidad del Führer, y aunque coincide con la visión del Estado del líder alemán, usa métodos acordes a la época para imponer su régimen. Mejor dicho, Petro es un Hitler, pero del siglo XXI y su meta es instaurar en Colombia una dictadura disfrazada de democracia.

Otro si: En lo que definitivamente no se parecen el Fuhrer y el presidente de Colombia es en su entorno familiar. Hitler no tenía hermanos e hijos calaveras ni Eva Braun era una esposa champetera.

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