Si algo ha caracterizado a Gustavo Petro a lo largo de su vida pública es un vínculo entrañable con la más recalcitrante izquierda, tanto en Colombia como en América Latina, pues el M-19 fue de esos grupos guerrilleros extremos que hacían cualquier clase de cosa con tal de imponer su ideología (secuestros, tomas, asesinatos, extorsiones, rehenes, etc.). Además, hablando a nivel continental su estrecha amistad con los líderes del Foro de Sao Paulo como Lula, Rafael Correa o Hugo Chávez es más que elocuente.
Por eso en vísperas de las elecciones presidenciales para saber quién será el sucesor de Juan Manuel Santos en la Casa de Nariño es demasiado tarde para que el hijo adoptivo de Zipaquirá empiece a construir un nuevo discurso y un nuevo personaje en torno a la promoción del capitalismo y el liberalismo.
Viviste en los tiempos de Chavez y quizás pensaste que era un payaso. Te engañaste. Viviste los tiempos de un gran líder latinoamericano
— Gustavo Petro (@petrogustavo) March 5, 2013
Nadie, ni siquiera sus propios seguidores quieren escuchar frases como “estamos planteando es el desarrollo del capitalismo” o “soy profundamente liberal” después de haberlo escuchado alabar o ser alabado por personajes como: Hugo Chávez, Nicolás Maduro o Fidel Castro, quienes representan lo más retrogrado en materia de libertades económicas y quienes basan todo su accionar en un secuestro de la propiedad privada expropiándola tan solo en beneficio propio o de sus allegados.
Ahora, hablando de su otra faceta camaleónica, hay que hablar de la que tuvo cuando pasó de ser un senador activo y visible a un alcalde inepto y mezquino que solo llenó la ciudad de odio y resentimiento, acentuando la lucha de clases. Su discurso se basó en promover que los diferentes grupos sociales de Bogotá deberían odiarse los unos a los otros, generando disputas estériles entre: LGTB versus familia tradicional; ateos versus creyentes; trabajadores versus empresarios; habitantes del sur versus habitantes del norte, y hasta entre colados en TransMilenio y usuarios que pagan el pasaje.
Al finalizar el mandato Petro, la Contraloría Distrital presentó un informe titulado: "Las 30 deudas de Petro con Bogotá", donde quedó expuesto el incumplimiento del Plan de Desarrollo en obras de infraestructura que la administración del actual candidato presidencial prometió a la capital (Ver nota: Increíble: los 30 proyectos de Petro que quedaron en el papel).
Entre las obras señaladas por la Contraloría se destacan: TransMilenio por la Avenida Boyacá, reconstrucción de las troncales de la Avenida Caracas y la Autopista Norte, la implementación de los cables aéreos en Ciudad Bolívar, la construcción de la primera línea del Metro, la construcción de colegios y jardines infantiles, reparcheo y reconstrucción de vías locales, Tranvía por la Séptima, déficit hospitalario, aumento exponencial del déficit de la EPS - Capital Salud el cual llegó a 330.000 millones en la administración Petro y como si fuera poco, propició la invasión de terrenos destinados para la construcción de la ALO y el déficit fiscal en TransMilenio y la ETB por lo cual fue sancionado por la Contraloría además de otra sanción por la recompra irregular de acciones de TGI de la EEB, sin contar la sanción de la Procuraduría por la implementación irregular e ilegal del modelo de basuras de Bogotá o los cuestionamientos mediáticos y de entes disciplinarios por el crecimiento exponencial de nóminas paralelas en todas las entidades del distrito.
Ahora volviendo a 2018, si bien es cierto que la administración Petro fue un desastre, hay una generación de personas que le creen, esos jóvenes que son producto del adoctrinamiento socialista infundido en las tres últimas alcaldías de Bogotá, ese mismo que a través del marxismo cultural destruyó la cultura ciudadana que habían reconstruido Jaime Castro, Antanas Mockus y Enrique Peñalosa entre 1992 y 2003.
Una reconocida y popular canción de Andrés Cepeda y su agrupación Poligamia reza lo siguiente: “Se tomaron la Embajada, se tomaron el Palacio, yo los vi en televisión, yo tomaba Chocolisto y escuchaba a Lucho Herrera coronarse campeón. Cuando ya me enamoraba las muchachas escuchaban dizque rock en español y las bombas reventaban, mientras tanto redactaban una gran Constitución”.
Por eso para las personas de la generación X, sus hermanos mayores, padres y abuelos, así Petro y el M-19 hayan sido indultados folclóricamente por el gobierno de Virgilio Barco entre 1989 y 1990, hechos subversivos como las tomas del Palacio de Justicia, la Embajada de República Dominicana, los secuestros, muertes y extorciones que causó el M-19 no serán olvidados. Las nuevas generaciones no vivieron eso, y por si fuera poco desde 1994 se suspendieron las clases de historia en Colombia, así que los más jóvenes desconocen muchos hechos trágicos del país. La ventaja es que por ahora estos jóvenes incautos no son mayoría y mientras no se extingan los colombianos más añejos, habrá tiempo y oposición electoral a Gustavo Petro, el camaleón populista que no deja de sorprender por sus engaños y mentiras.