El presidente acaba de anunciar que se conoce un plan para asesinarlo en máximo 3 meses, y aprovechando la temática del encuentro se fue lanza en ristre contra los medios tradicionales acusándolos de “manipulación mental”.
Ya se perdió la cuenta de cuantas veces el presidente ha denunciado planes en su contra, es como si siguiera de candidato, de oposición a un gobierno de derecha, de Senador denunciante de la parapolítica y entonces por esa razón dice que lo van a asesinar.
Tal vez eso de que es el primer mandatario de Colombia, pero no tiene el poder, puede ser cierto. Se desplaza en una caravana blindada con muchas camionetas y hasta una ambulancia, pero no es suficiente, siente la muerte encima. Los que en realidad detentan el poder (según él) son o serán sus verdugos intelectuales, y sus enemigos -imaginarios o reales- son los medios, los empresarios y los políticos.
Sabe que es el primer presidente de izquierda y eso solo le ha aumentado la paranoia, no dice ni muestra ningún informe de la Agencia Nacional de inteligencia que soporte o revele ese plan magnicida, pero aprovecha fechas como el 11 de septiembre donde se conmemora el asesinato de Salvador Allende para decir que le va a pasar lo mismo. La historia de Magnicidios en Latinoamérica (no sabemos bien) son las excusas para poner a sus huestes en modo defensa con la frase “no pasarán”.
La ausencia de poder desespera a cualquier presidente de cualquier país, y entre más ataques recibe siente que lo pierde como arena entre las manos. Por eso vive convocando a sus votantes a que lo defiendan, a que le hagan sentir que aún lo tiene y los llama “poder popular” o “el pueblo constituyente”, es a veces un grito desesperado, un grito paranoide de un mandatario encerrado en su palacio que casi no habla con sus ministros así los haya escogido “pura sangre” a punta de prueba, error y acierto.
Petro quiere sentir la soledad del poder, esa que sienten los presidentes cuando no tienen a quien preguntarle sobre una decisión porque no hay nadie por encima de ellos, porque siente que sus enemigos están por encima de el planeando como lo tumban o lo asesinan.
Ojalá no pase lo del pastorcito mentiroso que por decir tantas veces que lo quieren matar la gente ya no le hace mucho caso y puede que si sea verdad esta vez, como lo dijo en él encuentro de medios alternativos, ¿se desataría entonces un baño de sangre? No se sabe, porque según las encuestadoras su apoyo ronda el 30% apenas, pero nadie (ni siquiera sus enemigos) quieren ver si eso es verdad o no.
Que Petro presente pruebas de quien específicamente lo quiere matar y salimos de la duda y el problema.