Durante los últimos años, la campaña de una derecha que ha dominado al país por dos siglos, ha tratado de convertir a Gustavo Petro en el responsable del desastre provocado por ellos mismos. No soy petrista, creo que cualquier tipo de gobierno de izquierda, derecha, centro o cualquier otro invento político es innecesario, creo en una sociedad que no necesita ser gobernada y creo que los gobiernos, absolutamente todos, parasitan la sociedad sin producir por cuenta propia ningún bien o servicio, pero además disponiendo a su antojo de los recursos generados por la masa social. No obstante, considero que un político como Petro es necesario para la indispensable transición que debe haber en Colombia. El desastre que ha provocado doscientos años de la derecha en el poder es evidente, y no pretendo que Petro sea la solución a todas las necesidades de una sociedad llevada al límite por pésimas administraciones, pero quienes nos dimos a la tarea de leer la propuesta de los candidatos en las pasadas votaciones presidenciales, podemos y debemos reconocer que su propuesta programática era la mejor hoja de ruta para el país. Hoy resulta evidente que lo de Duque fue una improvisación innecesaria en un momento crucial para el futuro de la nación.
Los gobiernos de los últimos dos siglos han actuado en detrimento de la sociedad, el costo social ha sido demasiado alto, resulta inconcebible que la falta de acceso a la educación, la desnutrición, el desempleo, la destrucción del medio ambiente, la violencia de los grupos al margen de la ley, y de las propias instituciones del estado, sean defendidas por esa misma sociedad, amedrantada por el discurso de la elite dominante. Los resultados macroeconómicos son el sofisma sobre el cual sustentan los gobernantes su permanencia en el poder, pero esos mismos resultados disfrazan el costo social que implican sus políticas: pobreza, precarización, violencia, y una brecha social cada vez más insostenible.
Petro debe ser presidente no desde la ambivalencia izquierda/derecha, sino como el único político capaz de romper la hegemonía de una elite que solo ha defendido sus propios intereses; debe serlo no para solucionar todas las calamidades generadas a lo largo de la historia, eso no se consigue en un periodo de cuatro años, pero sí sirve para dar inicio a políticas impostergables que están en su agenda y que ninguno que pertenezca a la clase dominante actual podrá implementar, sin trasgredir los acuerdos de poder que se han forjado durante dos siglos de salvaje control estatal. Algún día la sociedad estará preparada para avanzar sin ser dirigida por nadie, por ahora y para alcanzar esa meta Petro debe ser presidente.