Gustavo Petro es como el peón del ajedrez que quiere coronarse y al que solo le faltan pocos pasos para cumplir con su objetivo, pero cómo ha hecho esta figura política para llegar tan lejos sin contar con concejales, alcaldes ni gobernadores en el poder, sin publicidad, sin plata y sin alianzas. Varios y de toda índole son los factores que han influido para este ascenso vertiginoso en las últimas encuestas.
Por citar algunos, recordemos la conjura politiquera, disfrazada de decisión disciplinaria, que tuvo como verdugo principal al exprocurador Alejandro Ordóñez, quien usó su cargo para perseguir y abonar su camino al protagonismo político y a esa pírrica campaña a la presidencia de la República. Sin lugar a dudas el mayor beneficiado de esa persecución ha sido el candidato Petro, que como consecuencia de la arbitrariedad de Ordóñez logró ocultar los innegables defectos del Petro administrador; mientras lo convertía en un ave fénix de la política colombiana, dejando a su paso una imagen de mártir que causó el efecto inverso de lo que esperaba Ordóñez y sus aliados.
También, en gran parte, ha contribuido la pésima e impopular gestión del alcalde de Bogotá, el “doctor” Enrique Peñalosa, que ganó las elecciones apoyado por el voto de castigo contra los gobiernos y líderes del Polo Democrático en la ciudad. El programa social montado por Petro en la alcaldía de Bogotá fue desmontado sin anestesia alguna por el alcalde Peñalosa, magnificando de esta forma lo hecho por el mandatario anterior.
El desgaste de la política tradicional con su discurso de guerra y paz está jugando un papel importante en el volcamiento hacia el candidato Gustavo Petro. Un gran número creciente de ciudadanos están saturados de las mismas temáticas de hace más de veinte años y encuentran en la propuesta de Petro un discurso alternativo, moderno, económico, ambiental y enfocado a la productividad de sectores olvidados históricamente por el Estado.
El respeto que tiene la opinión pública por la trayectoria de Petro es un factor que incide en su crecimiento como fenómeno político, fue un brillante senador que denunció con valor el auge paramilitar en Colombia. Sus debates develaron el contubernio entre terratenientes, hombres de negocios, políticos y paramilitares. Arriesgando su vida y la tranquilidad familiar formuló sus denuncias y soportó agravios y persecuciones.
Por las habilidades que lo caracteriza las cuales son, una dialéctica prodigiosa más un discurso claro y coherente que ha atrapado a los colombianos que desean ansiosos un cambio para dejar atrás el semifeudalismo en el que vivimos.
Esta ficha del ajedrez político colombiano de alguna forma se benefició de todas las fragmentaciones, polarizaciones, escándalos y sofismas de estos últimos años ya que igual al peón del ajedrez él siguió su camino recto hacía adelante enfocado en sus propuestas y programa de gobierno evitando caer en las tradicionales rencillas bizantinas que caracterizan nuestro panorama político. El descuido y la falta de liderazgo en la clase dirigente tradicional puede que les salga costoso en las próximas elecciones presidenciales, esa partida la puede coronar el peón Petro.
En conclusión Gustavo Petro con sus aciertos y desaciertos, errores, defectos y virtudes, puede decirse que es una apuesta necesaria a la modernidad que necesita el país porque supera y va más allá de las propuestas de los otros candidatos.