El emperador tiene traje nuevo aunque esté desnudo. Sus seguidores, con miedo de que les corten la cabeza, dan detalles de los bordados de oro, de las costuras imponentes, de la bella capa que cae sobre los hombros. Si no la ven y no la halagan están muertos. Ese mismo terror es el que profesa entre su circulo más cercano el presidente. Alejandro Gaviria, por no halagar el nuevo traje del emperador, por decir que está desnudo, le volaron la cabeza. Cecilia López sería la próxima en ser obligada a saltar del trampolín y caer en el océano al criticar los argumentos espurios de la ministra de Minas con respecto a no incentivar la exploración de nuevos yacimientos petroleros, como si tuviéramos la cartera llena, como si nos pudiéramos dar el lujo que se dan ricos como Noruega o Suecia.
Si quieres ascender con Petro hay que lamber más y mejor que el Dalai Lama. Hay que salir como Armando Benedetti o Gustavo Bolívar a afirmar que Petro no es el presidente de Colombia sino el verdadero rey de Latinoamérica. Un libertador. Con todos los problemas que tenemos y Petro se reúne con Biden a opinar sobre Venezuela, a llevarle la razón de Maduro, a decir que él “Lo quiere mucho” como otro mandatario nefasto y lambón le dijo al Rey de España sobre Uribe en una visita al Escorial del 2018. Petro ahora habla de trenes imaginarios que recorrerán el continente uniendo Punta Gallinas con Ushuaia, convertir la hoja de coca en un alimento que lleven los niños en sus loncheritas, obligar a que todos los latinoamericanos tengan abierta en un atril en la sala su autobiografía. Petro es un delirante de miedo. ¿Se imaginan los mano a mano que tendría con Chávez y Fidel si estuvieran vivos? Sus intervenciones serían tan largas como el Jesús de Nazareth de Zefirelli.
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Petro sacará el pueblo a la calle y dirá que su gobierno es un caos porque no le dejaron hacer lo que él quería
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Según la fundación Paz y Reconociliación en los primeros cien días Petro hizo 665 anuncios, solo en 20 % estuvieron acompañados de proyectos de ley, decretos, directivas presidenciales o acciones de gobierno. Olímpico, si se le da la regalada gana, puede decir en una reunión que le comprará a Fedegan 3 millones de hectáreas sin necesidad de estudios previos. Eso fue lo que pasó con uno de sus anuncios más sonados. Los primeros sorprendidos al escuchar esto fueron sus asesores inmediatos que, al terminar la reunión, le preguntaron con preocupación:
-Señor Don Mesías, ¿De dónde sacamos la plata para comprar 3 millones de hectáreas?
- Eso no es problema mío –le respondió
Es que Don Mesias -papacito rico- no está para ocuparse de temas terrenales. Colombia y el mundo le quedan pequeños, él solo quiere es pasar a la historia. A él lo que le preocupa -como a Fidel- es lo que dirán los libros sobre su persona. Por eso es que le molesta tanto que alguien sepa más que él, por eso es que le molestan ministros como Alejandro Gaviria y se juega la vida por nulidades como Corcho o Irene Vélez. A él le gustan es la gente capaz de ver su nuevo traje.
Esto sería chistoso si el emperador no tuviera serias ganas de convertir un nuevo país de cero. ¿Cómo confiamos en sus reformas si todo es una chambonada? ¿Cómo confiamos en ministros capaces de llevar datos chimbos a Davos? Da miedo cualquiera de sus propuestas, y da más miedo que no pasen reformas como la salud. Si no llega a pasar en Comisión Séptima Petro está dispuesto a ahogar las EPS. Es como esos borrachos que desde el segundo piso de un bar arrojan un vaso y luego bajan a buscar pelea preguntando por el hijo de puta que tiró el vaso. Petro sacará el pueblo a la calle y dirá que su gobierno es un caos porque no le dejaron hacer lo que él quería.
Si, señores, lo dice un man que votó por Petro: estábamos mejor contra Uribe.