Los comentarios en las redes en contra de Sergio Fajardo publicados por los adeptos al exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, nos muestran un panorama político en donde la fanaticada izquierdista es más dañina que el mismo político al cual siguen, al menos, cuando se trata de opinar.
A pesar de los recientes esfuerzos de Petro por mostrarse más amigable con los líderes de la Coalición Colombia, sus fanáticos y seguidores más radicales conforman una ‘guerra digital’, por así llamarla, con Sergio Fajardo (de la cual el político es una víctima).
Los petristas se han dedicado recientemente a calumniarlo en Twitter y en Facebook, avanzando al extremo de incluso llamar a Fajardo "el verdadero candidato de Uribe", como algunos sostuvieron luego de que él declarara sobre la reforma pensionaria.
Es una pena, y además una vergüenza para el petrismo, cuyo líder promueve la decencia, que algunos petristas practiquen la indecencia.
Los petristas radicales no han aprendido aceptar a quienes piensan distinto, y en vez de debatir con ideas, se dedican a calumniar al que piensa diferente, afirmando aseveraciones sin sentido alguno solo como un intento desesperado de reducir la favorabilidad en el voto de opinión de Fajardo en las recientes encuestas (en donde sobrepasa a Petro y le gana en todos los posibles escenarios).
Es alucinante los absurdismos a los que llegan los petristas en la desesperación de hacer ver a Petro como “lo mejor de lo mejor”, sacando los comentarios fuera del contexto. Por ejemplo, en la reciente publicación en la página de Facebook de Fajardo acerca del nuevo libro, alguien pregunto por el precio de este, y un petrista le responde que “Si Petro sacara un libro, se lo regala”.
Esa percepción de su líder como un mesías, la bondad en persona, lo perfecto e inmaculado que salvará a Colombia de la destrucción, siempre ha hecho quedar a los petristas más radicales como "los uribistas de izquierda", que ciegamente siguen a su líder y no tienen posturas por sí mismos, y, de hecho, así parece ser. Es cierto que existen petristas serios y petristas fanáticos.
Pero los fanáticos están haciendo mucho daño en el debate electoral, y menos mal, solo por las redes, en donde se dedican a destruir y polarizar, en vez de construir y unir.
Las consecuencias de tanta polarización serían una Colombia ideológicamente partida en dos, sin cabida a alternativas y pensamientos independientes. El peligro es la tendencia al pensamiento dualista: o estas con los buenos, o con los malos.
El problema es que ningún bando ganará y perderemos todos si dicha tendencia continua.
La invitación a los petristas radicales siempre ha sido la siguiente: reflexionen, dejen de calumniar, debatan seriamente con las ideas, usen la razón y no la emoción para expresarse políticamente.
Y que, por favor, hagan todo lo posible para dejar de parecerse a los uribistas, pero de izquierdas. Petristas, practiquen la decencia que su líder promueve. El país ya tiene suficiente con tantos fanáticos en la política sectaria.