“Ahí viene la plaga…” pero no es la canción, sino la sombra de miedo avanzando desde el lejano oriente que poco a poco va cubriendo uno y otro lugar en el planeta. Y, con el paso de los días, la incertidumbre se encontró en las ciudades y pueblos de estas latitudes. Familiarmente se le llamó el covid y se le atribuyó, no un origen humano, ya que, por las costumbres alimenticias, se dijo, que el virus emigra de los murciélagos o del pangolín hacia la humanidad.
Epidemias como el ébola, sida, gripa asiática, sars, chikunguña… se han presentado en distintas zonas del planeta, pero no llegaban a tener el alcance de la pandemia, pues el coronavirus se expandió, de manera especial, en los “países desarrollados”. Es la primera epidemia que se transformó en pandemia, que no se quedó en los rincones miserables del planeta, cuestión que ha hecho posible el alboroto, pues si hubiese sido en el África o en América Latina se le hubiese dado poca atención.
Las epidemias se han plasmado en la literatura como es el caso de la peste bubónica (1348), en el Decamerón, obra de Boccaccio, la cual narra como diez jóvenes se refugian en una villa que se encuentra en las afueras de Florencia huyendo de los estragos de la plaga. A su vez, Daniel De Foe escribe Diario del año de la peste (A Journal of the Plague Year), publicada en 1722. El inicio de la epidemia: “Fue en los comienzos de septiembre de 1664 cuando, mezclado entre los demás vecinos, escuché, durante una charla habitual que la peste había vuelto a Holanda…”. La obra dibuja como avanza la plaga, el comportamiento de la población, los muertos semana a semana, sin encontrar un paliativo. El confinamiento, los remedios mágicos y los curanderos de turno. Se pedía que la gente barriera la casa.
Sin embargo, la obra más buscada, en tiempos del coronavirus, ha sido La peste, escrita por Albert Camus, (1946), luego de la Segunda Guerra Mundial. Dicha narración se sitúa en Oran, inspirada en la plaga que hubo en esa ciudad argelina, en el año 1849. Relata el padecimiento de los habitantes de la ciudad africana, a orillas del Mediterráneo. El doctor Rieux enfrenta la epidemia. El padre Paneloux encuentra explicación en la religión. En la ciudad hay personajes que buscan escapar de la cuarentena, otro que está feliz pues con la calamidad no lo llama la justicia. Médicos que tratan y luchan por encontrar remedio.
Mas lo interesante es como se va dibujando la solidaridad en la sociedad, mientras que en la pandemia (2020-2021) se ha desdibujado la humanidad, dado que las compañías farmacéuticas están interesadas en el negocio y, por tanto, no liberan las patentes para que la vacuna pueda ser producida en cualquier parte y a bajos costos. Y en Cien años de soledad, la peor de las pestes: “la india les explicó que lo más temible de la enfermedad del insomnio era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio, sino su inexorable evolución hacia una manifestación crítica: el olvido”.