Un grupo de mujeres, confabulando y conspirando juntas en estos días, nos dimos cuenta con mucha preocupación que entre muchas de nosotras y de nuestros cómplices de muchas luchas, se está contagiando la “peste matapasiones”, que en este caso es mucho más que ropa interior bombacha y de amarrar en el dedo gordo: se caracteriza esta peste por pereza para levantarnos en las mañanas, desconfianza ante nuevas propuestas, repetición de verdades fabricadas por los medios de desinformación, creencias en tiempos apocalípticos por venir, devoción hacia determinismos que hablan de lo inevitable.
Nos encontramos amigos y amigas entrañables, valientes, resistentes, cansados y adoloridos, repitiendo por ejemplo: que es imparable el avance del capitalismo y sus locomotoras con su aniquilación y su injusticia. Inevitable, dicen, es la guerra que abre el paso al “progreso”, inevitable la corrupción en sus ”justas proporciones”, inevitable la reelección que consolidará a largo plazo el país que la ultraderecha siempre soñó, inevitable la globalización de la miseria y la exclusión, los desenlaces fatales, la derrota de las resistencias y la esperanza, inevitable el fin de la historia.
No es extraño que cunda el pesimismo: asistimos de nuevo a una campaña electoral llena de mentiras provenientes de voces oficiales y de la oposición goda. Las muertes y amenazas a militantes de izquierda y a reclamantes de restitución de tierras, nos hacen temer la repetición de capítulos de espanto en nuestra historia. Las absurdas respuestas de las autoridades, que siguen hablando de “casos aislados”, para hablar de estas muertes, nos abruman.
Y precisamente por el sombrío panorama, no queda otra salida que hacerles frente a los fantasmas y “dementores”, esos seres terribles que en la historia de Harry Potter son temidos porque se alimentan de la felicidad y de los recuerdos alegres, dejando solo la tristeza y la desolación.
Hemos detectado que la peste matapasiones se contagia por varios medios:
Cuando nuestras fuentes son solo los medios de desinformación, o los académicos e intelectuales al servicio del sistema o los agoreros y agoreras de siniestros, o las fábricas de encuestas y verdades oficiales o cuando nos aislamos de las buenas compañías, de los movimientos, de los colectivos.
Por eso nos hemos dado a la tarea de escarbar entre nuestras fórmulas y brebajes mágicos buscando la pócima o el conjuro contra el desencanto y la desesperanza, para compartirlas con tantas y tantos tan queridos.
Y podemos decir que estamos cerca de encontrar la fórmula: basta abrir los ojos y los corazones y darnos cuenta de que hay también motivos de celebración:
Antidotos para contrarrestar la peste matapasiones
- Cada mañana abra bien los ojos y el corazón.
- Invoque el valor de las ancestras y ancestros, de las contemporáneas y contemporáneos que siguen resistiendo, produciendo, consumiendo a conciencia, defendiendo la alegría, fertilizando y liberando la tierra, inventando lenguajes e historias libertarias, caminando la palabra.
- Nunca repita la historia ni las cifras oficiales.
- Cuando le inviten a hablar de política, guarde la calculadora, saque más bien un poema, un buen libro, un instrumento musical, un pincel, un oráculo, una carcajada, o un condón.
- Que no pase un día sin haber desmentido una encuesta amañada, sin haberse burlado de los sátrapas nuevos y de su estilo pendejo.
- Que no pase un día sin haber criticado y autocriticado los liderazgos mesiánicos y mezquinos y sin haberse atrevido a inventar otros liderazgos frescos, colectivos, rotativos.
- Que no pase un día sin que nos burlemos de los importantismos, de los egos gigantes, de la exagerada seriedad y de la imposibilidad de reírnos de nosotras mismas.
- Que no pase un día sin haber compartido con alguien el valor de las historias no oficiales, la calidad de la historia, las actuaciones y reflexiones de las personas y movimientos que siguen haciendo transformaciones en sus vidas y en las comunidades, que siguen cuidando de la vida.
- Que no pase un día sin que alimentemos la esperanza, sin que difundamos los proyectos de resistencia en el país y en el mundo, sin que construyamos puentes, fortalezcamos redes, y avivemos nuestras pasiones más alegres.
Como dice el amado Mario Bennedetti: “Si esta vez no aprendemos, será que merecemos la derrota, y sé que merecemos la victoria”.