A pesar de todo, hay que seguir creyendo en la Corte.

A pesar de todo, hay que seguir creyendo en la Corte.

La corte suprema es la única garantía que tienen nuestros derechos.

Por: Pablo Arturo Erazo Rios
marzo 17, 2015
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A pesar de todo, hay que seguir creyendo en la Corte.
VISITA REALIZADA POR DELEGACIÓN PERUANA A LA CORTE CONSTITUCIONAL COLOMBIANA . Fuente: corteconstitucional.gov.co/

Dentro del contexto de los estados constitucionales surgidos a comienzos y mediados del siglo XX, se ha planteado una especie de crisis en el Derecho, como producto de la incapacidad de sujeción de los poderes públicos a la constitución y a la ley, que infaliblemente se traduce en una crisis democrática, dada la imposibilidad de materializar los límites fijados –en las constituciones-, por la misma ciudadanía; por cuento factores asociados a la corrupción, la ilegalidad, la presión de los grupos económicos, políticos y religiosos, degeneran en la ineficacia de los sistemas jurídicos –incluso en los países con democracias más avanzadas- y es allí, en donde una de las principales ideas del Garantismo se manifiesta: la desconfianza hacia todo tipo de poder. Sin embargo, este no es el único aspecto que ha incidido en dicha crisis; pues en muchos estados, las leyes no se hacen de acuerdo a políticas sociales, en las que los individuos debiesen desempeñar un rol fundamental, sino, se espera a situaciones de emergencia y alteración para la promulgación de las mismas, cuando no son otro tipo de intereses los que las motivan.

Otro aspecto que cabe señalar, es la debilidad de los textos constitucionales y de los sujetos encargados de actuarlos; prueba de ello, los escandalosos hechos de un Magistrado -frente a quien todavía cabe la duda de si cometió o no el ilícito, pues no podemos olvidar que el principio de presunción de inocencia, del que goza todo ciudadano, aún no ha sido desvirtuado-, que lamentablemente hoy enlodan al máximo órgano de la administración de justica en Colombia, la Honorable Corte Constitucional, y digo Honorable, porque este hecho no puede desechar la labor inconmensurable que durante más de dos décadas, ha ejercido este Tribunal y los Magistrados que han ejercido este cargo, juristas del más alto talante, que con sus decisiones han cambiado ostensiblemente el rumbo de nuestra nación, como garantes de los Derechos Humanos, de cientos de personas, que no han encontrado respuesta en los órganos que representan la democracia en Colombia.

Fíjese que los temas que en primera medida afectan directamente los intereses de la población, han sido desarrollados en el escenario de la Corte; para citar algunos ejemplos, el mínimo vital, la consolidación de condiciones laborales dignas, el acceso a los servicios públicos esenciales, la salud, entre otros; pero también, temas tan agudos y controversiales como la eutanasia, el aborto, el concepto de familia homoparental, y la adopción igualitaria, que una sociedad como la nuestra, retardataria y conservadora en el obrar, pero liberal al pensar -aunque suene paradójico-, ha sido garantizado y protegido por esta Corporación.
En suma, el papel de garante de la Corte, implica la defensa de los derechos humanos fundamentales y la democracia, prevista en nuestra Constitución, cuyo objetivo principal es limitar el ejercicio del poder del estado, que a veces suele tornarse en contra de los mismos ciudadanos. De ahí que el juez y sobre todo el Juez constitucional, desempeñe un papel fundamental en la garantía de los derechos humanos, de cara a la trasgresión por parte de los poderes públicos y las mayorías avasallantes, en el entendido que corresponde a ellos, equilibrar las cargas en favor de las minorías. Máxime en un estado democrático como el nuestro que se cimenta sobre la base de la libertad y la igualdad, que desde los tiempos de Aristóteles, se constituyen los pilares fundamentales de la concepción democrática de un Estado.

De manera, que si bien es bochornoso, todo lo que hoy por hoy sucede en la Corte, con uno de sus integrantes, no debemos caer en la fatalidad, pues el optimismo y la confianza en los seres humanos y las instituciones, nos obliga a actuar y a pensar, que esta crisis, se puede constituir como un mecanismo para la solución a las dificultades y precariedades propias de un Estado como el nuestro, que esta en constante construcción y en la noble búsqueda de la paz, se puede esgrimir como una salida, en el mejoramiento de la sociedad, el Estado y sus instituciones.

Twitter: @pabloearzo_1

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