Perú, Chile y Bolivia, ejemplos del valor de la militancia en las calles

Perú, Chile y Bolivia, ejemplos del valor de la militancia en las calles

¿Qué hacer cuando quienes están destinados a proteger el patrimonio histórico y cultural de la nación lo que hacen es destruirlo? Protestar. Escribe Gloria Gaitán

Por: GLORIA GAITÁN JARAMILLO
noviembre 17, 2020
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Perú, Chile y Bolivia, ejemplos del valor de la militancia en las calles

Reconozco que hablo permanentemente de Gaitán. Es porque para cada situación donde está en juego el destino del pueblo encuentro un pensamiento, una frase o una propuesta de acción política que, como arsenal de lucha, me orientan y me alientan.

Pienso que la campaña de memoricidio que contra el gaitanismo adelantó Álvaro Uribe Vélez, simultáneamente a su posesión en el primer período de su gobierno y cuya ejecución pactó con las directivas de la Universidad Nacional, indica que al gaitanismo, siendo actualmente la alternativa al neoliberalismo con valiosas enseñanzas de lucha, quieren destruirlo para mantener en el poder a los corruptos y a los ineptos.

Escogieron para tal labor a la Universidad Nacional porque, como antaño el Vaticano, goza de un prestigio aparente y, porque el nombramiento de rector lo hace el presidente. Por eso los académicos ascienden si son arribistas y para ello se esmeran en conciliar con el  jefe del Estado para lograr la obtención de cargos directivos.

El mismo Gaitán, refiriéndose al rector que en el año 1948 dirigía la Universidad Nacional, escribirá un artículo en el periódico Jornada, vocero del gaitanismo, titulado El fracaso de la universidad, donde señaló que el rector “… se rodeó de una “clique” de estudiantes y profesores, entre quienes se comparten los sueldos y las dignidades”. Y añadió: “Actualmente vive el país una de las situaciones más difíciles. Una crisis económica solo comparable a la de 1929. Las masas democráticas surgen agitadas bajo el peso de problemas agudos, pungentes. La economía nacional se resiente por falta de dirección. La agricultura fenece. Los salarios se envilecen. El costo de la vida llega a los límites de la desesperanza. Los trabajadores y la clase media sufren la más angustiosa situación… Y mientras tanto, la Universidad de Colombia no es más que una casa deshabitada. Una ciudad muerta… Pero por dentro, la burocracia, la incompetencia, los socialistas de tapete”.

A mi entender, nada ha cambiado y por eso se han empeñado las directivas y sus áulicos en llevar adelante el mandato de memoricidio que se viene ejecutando desde entonces, y que ha consistido en despojar vandálicamente la Casa-Museo Jorge Eliécer Gaitán, pretendiendo cambiarle de orientación al sitio de memoria de la participación popular, el Exploratorio Nacional, que las leyes 45 de 1948 y 425 de 1998 ordenaron erigir en los predios que fueron declarados de utilidad pública alrededor de la Casa-Museo, última morada del líder popular.

¿Qué hacer cuando quienes están destinados a proteger el patrimonio histórico y cultural de la nación lo que hacen, premeditada y sistemáticamente, es destruirlo? Sí, se han propuesto sepultar la memoria de Gaitán, como lo programó y lo escribió el psiquiatra Luis Carlos Restrepo, alto comisionado de Paz de Uribe, hoy prófugo de la justicia. Lo hacen para que las consignas de lucha de Gaitán queden en el olvido y los universitarios no salgan a las calles, como ha sucedido en Chile, en Bolivia y en el Perú, demostrándonos el poder que tienen los ciudadanos que exhiben su descontento, logrando los éxitos que en esos dos países han alcanzado. En Chile, la aprobación de una constituyente forjada por el pueblo y por sus intereses, y no por los intereses de los politiqueros y autócratas. En Bolivia, la demostración de la importancia que tiene la organización popular disciplinada. Y en el Perú han logrado tumbar a un presidente marioneta.

Por eso resuena viva, ardiente y oportuna la consigna de Gaitán al decir, en discurso que aún se conserva grabado: “Cuando la orden de batalla haya que darla, yo no me quedaré en mi biblioteca. El signo de esa batalla será mi presencia en las calles a la cabeza de vosotros”.

Escribo hoy, 15 de noviembre de 2020, fecha en que se conmemoran 51 años de la “Marcha contra la Muerte” cuando, solo en Washington, participaron más de medio millón de ciudadanos contra la guerra de Vietnam.  Se sabe que la política es la guerra por otros medios y el campo de batalla del pueblo son las calles, carreteras y caminos. Lo son mucho más que unas urnas, donde cada cuatro años los ciudadanos le delegan en forma absoluta su poder político a unos pocos individuos, que luego actúan de espaldas a la voluntad e intereses populares, sólo en defensa de sus egoístas y personales ambiciones. Y a eso, qué ironía, lo llaman democracia.

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