Desde que el Congreso de la República se declaró pet friendly por Roy Barreras, el hombre de las mil máscaras, todo lo relativo a animales está en el orden del día de esa Corporación.
Ya había llegado un caballo a las sesiones y recientemente fue otro el animal protagonista. Un perro rabioso, porque así fue como se refirió María José Pizarro a un señor enardecido que se llama o se hace llamar Jota Pe Hernández (al parecer su nombre real es Jonathan Ferney Pulido Hernández) quien es senador electo.
Después de haber visto y luego oído la intervención de Pizarro y la del enfurecido senador Hernández antes de Pizarro y en respuesta a esta, me he preguntado mucho si el símil con un perro rabioso respecto de alguien salido de casillas, llevado de esa manera por la ira, es una forma hiriente de referirse a ese alguien o simplemente un símil de puro lenguaje asociativo, como son todos los símiles.
Me he interrogado entonces si el senador Jota, o algún otro senador Eñe, se hubieran molestado tanto y se le hubieran lanzado encima con el teléfono a gritarla y grabarla (con esa especie de arma de destrucción masiva que se ha vuelto el teléfono) si Pizarro les hubiera dicho, por ejemplo, es que usted sí que parece un tigre furioso, un león despelucado, un puro gato arañando o un caballo resabiado; alguna cosa así, o mejor dicho un símil así.
Siguiendo noticias políticas que casi son noticias de farándula o necrológicas, es característico del senador Jota, ese tipo de actitudes en debates en los que termina por ser recordado a raíz de una sorprendente agresividad
Incluso, buscando bien en el diccionario de uso español de María Moliner, “rabioso” es un sinónimo de furioso, de encolerizado, furibundo. Y el senador sí que lo estaba ese día y, por lo que he podido ver siguiendo noticias políticas que casi son noticias de farándula o necrológicas, es característico del senador Jota, ese tipo de actitudes en debates e intervenciones en los que termina por ser recordado a raíz de una sorprendente agresividad.
Y vuelvo a lo mismo, ¿si no le hubiera dicho perro, sino, por ejemplo, león o tigre o gato, o hasta otro animalito hermoso como un oso, agregándole el “rabioso”, se hubiese molestado tanto el senador Jota Pe, o digamos otro senador Eñe o Zeta?
En todo caso, no hay más qué decir, este tipo de cosas son culpa de Roy Barreras por haber vuelto pet friendly a un Congreso que tiene fama o antecedentes de corrupción friendly, clientelismo friendly, vagancia friendly y, ahora, agresividad friendly.
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