Mordechai Vanunu ha renunciado a la posibilidad de recibir el premio Nobel de la Paz, al que ha sido nominado varias veces, mientras Israel no lo libere totalmente. Este hombre que se hizo célebre hace 30 años, cuando fue secuestrado en una de las más impecables operaciones de la Mossad, ha pasado confinado 18 años bajo severas condiciones y otros doce controlado, vigilado y limitado en Jerusalén. El “pecado” de este ex experto nuclear fue haber dado a conocer al mundo la secreta carrera atómica de Israel, que ponía en riesgo la paz universal.
Denunció que ese país fabricaba armas nucleares y que había engañado hábilmente a una comisión de expertos estadounidenses que la inspeccionaron. Fueron burlados con paredes falsas y ascensores ocultos para que no se dieran cuenta de los seis pisos subterráneos. Israel había puesto en marcha un programa para construir un arsenal de armas de destrucción masiva.
Pero el “arquitecto” de esta denuncia a favor de la paz mundial, fue un colombiano. Mordechai, con formación pacifista y desilusionado con su trabajo, renunció para viajar como mochilero. Antes de irse, tomó fotografías a la planta nuclear ultrasecreta escondida en el desierto de Neguev en Dimona. En Australia se unió a un grupo antinuclear, donde hizo amistad con un periodista colombiano. Un artículo de la BBC mundo transcribe así el momento clave que desató el escándalo: “Un periodista “freelance” colombiano, Óscar Guerrero, miembro del grupo antinuclear lo convenció de que siguiera lo que le dictaba su conciencia: publicar las fotos junto con información detallada sobre la planta en Dimona”.
El periodista de origen pastuso, hizo contactos con algunos grandes medios del mundo, logrando respuesta y acogida en Gran Bretaña. Guerrero convenció a Vanunu de viajar a Londres para mostrar sus pruebas y contar su historia, como efectivamente hizo. En su estancia en la capital inglesa hizo amistad con una bella mujer de nombre ‘Cindy’.
El 5 de octubre 1986 el diario británico “The Sunday Times” conmocionó al mundo al titular: “Las revelaciones secretas del arsenal nuclear judío”. Simultáneamente, Vanunu era secuestrado por el Mossad (policía secreta israelí) en Roma en la operación “pan de miel”, previa trampa puesta en Londres (a través de Cindy) para persuadirlo de viajar a Italia. Luego llevado drogado en barco a Israel y condenado en juicio sumarísimo a 18 años de aislamiento.
Fue “liberado” en el 2004, pero con fuertes restricciones en su movilidad y limitaciones extremas en su comunicación, so pena de severos castigos, que repetidamente ha venido recibiendo sin poder salir de Israel. Es decir completa más de 30 años privado de su libertad.
El Parlamento Europeo, (además de otros países y organizaciones) ha condenado el trato que Israel le ha dado a Mordechai y se ha referido al secuestro a manos del Mossad como violación flagrante de la soberanía italiana y el derecho internacional. En tanto la Universidad de Tromso, Noruega, en 2001 le otorgó un doctorado honoris causa.
Vanunu, ya con 62 años, hoy es de nuevo noticia, porque Israel presentó nuevos cargos en su contra, por supuestamente violar las restricciones impuestas. Fue acusado entre otras de reunirse con dos estadounidenses en un hotel en el este de Jerusalén en 2013 sin pedir permiso para hacerlo, de cambiar de residencia en 2014 sin notificar a la policía, y en 2015 por dar una entrevista al canal 2 de Israel TV con supuesta "información clasificada que fue cortada por los censores". Lo último que se conoce es que fue ya condenado en total secreto por el primer cargo, aun sin saber la suerte que ha corrido. Es un misterio o un secreto de estado israelí.
Pero cuando Vanunu quede libre (no hay mayor esperanza de ello) y seguramente lo premien con el Nobel de la Paz, en justicia debería acompañarse de Óscar Guerrero el periodista nariñense, que hoy también paga las consecuencias en la clandestinidad, huyendo de un posible atentado del Mossad. Guerrero volvió a Pasto por un tiempo fundando un hotel con nombre australiano (El Koala-Inn) en el corazón de la ciudad, para huéspedes más de corte internacional.
Pero un día desapareció misteriosamente, sin dejar rastro; de su paradero nadie da razón. Hoy debemos reconocer que su gestión fue definitiva para detener la progresión de una inevitable guerra al contribuir a develar la carrera armamentística de Israel. Pero la situación de Vanunu y Guerrero, sigue siendo un misterio y el mundo pacifista, muy poco ha hecho por ellos.
Apostilla: El presidente Santos debería hacer valer su Nobel, al menos motivando una gestión en favor del periodista pacifista colombiano. Pero con seguridad que ni siquiera conoce esta historia.