Imaginarios rondan alrededor de la carrera de comunicación social y periodismo, la han tildado de “fácil”, una buena alternativa para quienes no les gusta complicarse la vida. Pero la realidad es todo lo contrario. El periodismo es uno de los campos que cuestiona y complica la realidad para poder entenderla, nos encanta ser curiosos, preguntar, investigar e interpretar los datos para dar una respuesta coherente, argumentada y clara a la sociedad con quienes tenemos la responsabilidad de informar.
Como decía Ryszard Kapuscinski, reconocido periodista de guerra, dentro de la oferta académica, “hay profesiones en las que el conocimiento es fijo y al ejercerlo solo tienen que administrar lo que aprendieron, en cambio, el periodista está en una actualización y estudio constante del mundo contemporáneo, el cual está en un cambio continuo, profundo, dinámico y revolucionario día a día”. En el ciberespacio, con toda la libertad de participación, la información no para de crecer ya sea cierta o falsa, no para de acumularse en las diferentes plataformas, lo cual nos exige una verificación de fuentes para una sociedad de la inmediatez.
Pero estas nuevas formas de escribir, transmitir y comunicar en redes exige unos patrones de uso, que puede llevar a una audiencia desinformada, que solo se conforma con un titular y dos líneas de contenido, perdiendo el camino de uno de nuestros mayores objetivos, el cual es potenciar una sociedad bien informada y abierta, con argumentos que le lleven a una postura crítica de la realidad.
Soy partidaria de que en la construcción de un profesional integro, un gran porcentaje debe ser trabajo autónomo, por lo que en lo personal, el estudiante de periodismo que no lee, que no sabe cuál es su entorno, qué lo altera o cúal es la historia de su país, no es una falencia de la facultad, la cual promueve el estar informado y habilita varios espacios para la adquisición y ampliación del conocimiento (foros, conversatorios o seminarios), eso es una incompetencia y falta de compromiso y pasión del futuro comunicador.
Además, como dice Jineth Bedoya, importante periodista judicial y defensora de los derechos humanos, para los estudiantes de este campo “ la universidad es una fantasía, te prepara intelectualmente y da los elementos básicos para poderse mover, pero definitivamente la escuela es la calle, esa es la realidad”, de lo cual estoy totalmente de acuerdo, una de las fuentes más fiables son los lugares, los hechos y los testimonios de primera mano.
Una muestra de ello es la mencionada periodista Jineth Bedoya, su pasión por el periodismo judicial la lleva a ser una profesional de admirar; ella se mantuvo de pie a pesar de los malos presagios y las críticas que intentaron callar su verdad del sistema carcelario y el conflicto armado Colombia; desde su secuestro y violación, se marcó el objetivo de alzar la voz ante la injusticia y desde entonces lucha por provocar cambios en las mujeres violentadas que por temor a las represalias callan. Su campaña (No es hora de callar) ha logrado llevar al diálogo la violencia sexual, su inclusión en el acuerdo de paz como un delito no indultable, no amnistiable y de lesa humanidad, además de incorporar la violencia de género dentro de la política pública de nuestro país.
Así que, para quien lee este artículo le digo que el periodismo no es fácil y menos donde la información corre a gran velocidad, en vías donde se puede mentir, manipular, tergiversar y calumniar los hechos ignorando las fuentes oficiales, fomentando así una sociedad desconectada de la realidad pero entretenida con banalidades. Es imprescindible que nos preparemos para ser buenos habladores, conquistadores y puentes de la información verídica que necesitan los ciudadanos, y para ello es clave que este profesional comience a ponerse en los zapatos del otro, a sentir la noticia o acontecimiento que está cubriendo, a ser empático con los problemas de la sociedad.