Esta frase del periodista galardonado en el año 2.003 con el premio príncipe de de Comunicación y Humanidades 2003 y considerado un referente del ejercicio del periodismo en beneficio de la sociedad, sirve como telón de fondo para abordar un complejo asunto al que se enfrentan los periodistas a diario, como es el de ejercer su labor, observando siempre los fundamentos éticos de la profesión.
Son diversas e inevitables las presiones a las que a diario se enfrenta un periodista que pretenda cumplir con los valores sobre los que se fundamenta la deontología de esta actividad. Para situarnos en el contexto colombiano tomaremos en consideración los planteamientos del periodista Javier Darío Restrepo, quien señala que “Hay tres valores éticos fundamentales: el compromiso con la verdad, la independencia y la responsabilidad social”,
El compromiso con la verdad, traducido al rigor periodístico, que en términos del estudioso de la comunicación brasileño Felipe Peña de Oliverira, es el “método objetivo de acopio de información, el contraste efectivo de las fuentes y la consulta a expertos”, se ve afectado por el afán de entregar de manera inmediata y constante la información.
Tomemos como ejemplo los constantes reportes noticiosos especialmente en plataformas digitales de hechos como atentados terroristas en los cuales inicialmente no hay precisión en el número de víctimas . Frente a la dinámica de los medios digitales con sus informaciones “ en tiempo real”, Restrepo señala en entrevista concedida al Diario el Tiempo titulada 'Internet le ha puesto todo en el escritorio al periodista', lo siguiente: “Con un botón, el periodista manda un mensaje o una fotografía al otro extremo del mundo. Ahí mismo desapareció el tiempo, y cuando desaparece el tiempo, desaparece el recurso indispensable para pensar. El periodista contempla el hecho que ocurrió enfrente, lo mandó con un aparatico, pero no tuvo tiempo para pensar por qué sucedió eso, qué consecuencias va a tener, cómo lo miraron las víctimas si las hubo. Desapareció la capacidad de pensar la historia si aplicamos la tecnología así”.
Desarrollando el planteamiento del veterano periodista colombiano, es tomar en consideración que el reporte de una persona fallecida tiene implicaciones más allá del ámbito meramente informativo, pues entre los destinatarios seguramente están familiares de personas heridas, que están muy pendientes de las cifras de víctimas fatales. Una información no confirmada impacta de manera dramática el estado emocional de estos ciudadanos y exacerba en el imaginario colectivo, la percepción de inseguridad y desazón que es precisamente uno de los objetivos inherentes a la acción terrorista.
La Responsabilidad Social también es afectada en momentos que el periodista se ve condicionado por ese afán de contar hechos, pues no hay lugar a una visión reflexiva.Es inocultable que la "velocidad" de un hecho noticioso semejante supone una cascada de variables de difícil control, datos inmediatos, entrevistas en directo a personas consternadas o funcionarios con un conocimiento primario, superficial y en consecuencia no hay lugar para un juicioso proceso de confirmación de datos, ni un manejo adecuado o más humano y responsable desde lo social.
En la cobertura de un hecho noticioso donde concurren tantos matices, el componente informativo, el humano y por supuesto el político, se configura un escenario complejo para los reporteros quienes se encuentran de frente con imágenes crudas, dramáticas que en este modelo de transmisión en directo , no admiten la posibilidad de moderar o editar, sino que se trata de un registro inmediato, próximo que lleva hasta las salas de los hogares un panorama y una narrativa que pueden resultar muy fuertes para las audiencias.
Frente a los hechos en referencia, en este esquema de la trasmisión “en caliente” se privilegia la emoción sobre la información, que es la tesis angular sobre la cual los teóricos de la comunicación denuncian que se ha desvanecido la función social primordial de informar.
A su turno Diana Sofia Giraldo, en su trabajo La Enseñanza del Periodismo en Tiempo de Crisis, advierte como una falta ética lleva a otra de tal manera que la falta de rigor, afecta también la responsabilidad social.
En vivo, el espectador accede al lugar de los acontecimientos y el periodista se convierte en un mediador que trata de interpretar lo que está sucediendo, con base en su conocimiento de ese campo informativo, si es que la agotadora rutina del medio le ha permitido capacitarse en las materias que cubre, así como en sus valoraciones, su aproximación subjetiva que se integran indefectiblemente.
La conclusión fácil, concebida al amparo de fundamentos epistemológicos a la que llegan los críticos de la comunicación masiva, desde la cómoda orilla de la modelación teórica, es reduccionista al señalar reiteradamente la incompetencia en la formación del reportero, pero como hemos visto, son múltiples las presiones a las que está sometido el comunicador que se encuentra en la línea de fuego, es decir en el lugar de una tragedia con la implicaciones que entraña por ejemplo ver a una persona herida, o buscando ayuda, ruido de sirenas, llanto, la posibilidad de otra explosión, en entorno que se traduce en sensaciones, nervios y temores, juicios de valor, al tiempo que debe encontrar la racionalidad que le permita informar de manera coherente .
Capítulo aparte merece la presión desde el estudio o la sala de redacción para que los reporteros en campo busquen una chiva, una información sobresaliente y diferente a los datos oficiales que entregan las fuentes institucionales; ejemplos de este tema los encontramos a diario en el registro de versiones de testigos, algunas veces no confiables, o testimonios preliminares que son filtrados, incluso desde los propios organismos de investigación.
Estamos ante el escenario en el cual el interés periodístico toca el ámbito de la reserva judicial, un tema de serias implicaciones pues no solo se entorpece el buen desarrollo de la investigación sino que se van generando corrientes de opinión a favor o en contra del asunto investigado, una presión que puede terminar por afectar las decisiones que deben tomar los jueces en estricto ejercicio de la valoración objetiva de las piezas procesales.
Cuando acontecen las denominadas filtraciones , el panorama en las salas de redacción y en las fuentes oficiales es el mismo. El medio que no obtuvo la primicia cuestiona la forma en la competencia la obtuvo, se habla de una inadecuada cercanía de los funcionarios, en este caso judiciales, con los periodistas, así como de la falta de lealtad y equidad en el tratamiento de los reporteros por las fuentes, dificilmente se preguntan el interés de quien filtra la información, que probablemente reside en influir decisiones o generar cortinas de humo, en resumen, logran priorizar los temas de las agendas informativas.
Queda abierta la discusión frente a la aparente ausencia de reglas de juego y consideraciones éticas que en este universo de las comunicaciones inmediatas y efectistas, pudieran alinderar el comportamiento de lo que debe hacer un periodista en el ejercicio de un trabajo que viene enfrentando las complejidades, retos y amenazas.