Periodismo en crisis
Opinión

Periodismo en crisis

La embarrada sobre la supuesta muerte del expresidente Betancur, la falta de rigor en algunos temas, las guerras viscerales que atizan odios y pasiones…

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enero 09, 2019
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Todavía sigo esperando el primer medio de comunicación -de los muchos que metieron la pata- que les presenten disculpas a los colombianos y a la familia del expresidente Belisario Betancur por la monumental embarrada sobre su supuesta muerte, un día antes de que realmente se diera su deceso.

Muchos de ustedes estarán diciendo que quien la embarró fue la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, y claro que tienen razón, pero a los medios también les cabe gran parte de esa responsabilidad… o irresponsabilidad, diría yo. Ramírez se apresuró y corrigió de inmediato. Igual, fue un error garrafal y si rodaron cabezas, no sabemos. Pero lo asumió; se disculpó… ¿Los medios? Igual se apresuraron, trinaron, lanzaron extras, enviaron reporteros a la Clínica Santa Fe y estos transmitieron desde ahí con todo y hoja de vida del supuestamente fallecido expresidente conservador, sin corroborar ni con la familia, ni con los médicos, ¡ni con nadie de la clínica estando ahí mismo!

Pero vino lo peor: presentadores, reporteros, directores, etc., etc., etc., sin vergüenza alguna, le endilgaron la culpa solo a la vicepresidenta y sin sonrojarse le chantaron toda la responsabilidad de la misma irresponsabilidad que ellos cometieron. Ninguno tuvo la entereza de aceptar semejante falta de rigor periodístico. Oigan, de verdad, ¿qué periodismo es ese? No había visto en mi carrera profesional, que ya suma unos buenos años, una salida más olímpica. Toda una vergüenza.

Mi carrera ha trasegado entre la radio, que es mi pasión absoluta, la ya lejana televisión y esta delicia de columna en la que puedo opinar y decir sin tapujos lo que toca, como me ha gustado toda la vida, así me haya traído problemas. Soy de las que piensa que, como decía mi mamá, es mejor una vez colorada que mil descolorida.

Traigo esto a colación, porque no quiero dejar pasar esta coyuntura para expresar el asombro que me han producido muchas actuaciones de mis colegas cuando he asesorado empresas en crisis, que es mi especialidad en comunicación corporativa. Debo decir que no son todos, pero sí muchos, incluidos sus superiores. Son capaces de emitir una información sin el conocimiento suficiente; no se preocupan por entender, como corresponde, el tema de la fuente que cubren y hasta publican sin consultar a la contraparte. Lo he vivido con prestigiosísimos medios nacionales. Podría contar muuuchos casos.

 

En mis comienzos profesionales recuerdo que los medios tenían líneas editoriales
amigas o enemigas del poder,
pero jamás estas abiertas y sucias guerras viscerales que vemos hoy

 

 

Y qué decir de las guerras viscerales de algunos medios hoy contra quienes no son de su agrado. En mis comienzos profesionales recuerdo que los medios tenían líneas editoriales amigas o enemigas del poder, pero jamás estas abiertas y sucias guerras viscerales que vemos hoy, y que sin duda están contribuyendo con la no muy loable tarea de polarizar aún más al país. ¿Que hay que luchar contra la corrupción? Claro, pero hasta ahí; hasta donde corresponde.

Bien vale la pena preguntarse si no tiene razón el valiente trino de la politóloga Laura Gil, quien el pasado 5 de diciembre, muy a las 6:16 de la mañana, publicó: “Buena parte del periodismo nacional es responsable de muchos males del país”.

Lo que vivimos con la supuesta muerte del expresidente Betancur fue el periodismo del Twitter, el de la falta de rigor. Me muero de la risa cada que me dicen que las chivas ya no existen para los medios tradicionales porque las redes las dan primero; que ya ningún medio se las pelea. El hecho que motiva esta columna nos muestra que no importa a qué precio, así sea a costa de la credibilidad misma, las “chivas” siguen gobernando entre los medios competidores y jamás dejarán de ser parte de su actual y peligrosa dinámica.

Para qué el famoso proyecto de ley que busca devolvernos la tarjeta profesional si, como dijo Ryszard Kapuscinski: El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia”, porque -como él también lo dijo-: “las malas personas no pueden ser buenos periodistas”. Al periodista no lo hace una tarjeta profesional, lo hace la persona que lo encarna.

¡Hasta el próximo miércoles!

Publicada originalmente el 12 de diciembre de 2018

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