Radicales católicos y cristianos ofenden, difaman e injurian descarada e impunemente a las personas con identidades de género heterogéneas y a las personas que hemos sido criados en el seno de familias diversas.
Ignoran intencionalmente que muchos de nosotros hemos crecido sin un padre o sin una madre; quizás por culpa del mismo conflicto armado cuyo fin ellos mismos se ufanan, con macabras sonrisas de victoria, de haber tenido el cuestionable honor de bloquear.
Ignoran intencionalmente cuántos de nosotros hemos sido criados -muy bien criados, y con cuántas dificultades- por nuestras abuelas y abuelos, tíos y tías, otros familiares o amistades que nos han abrazado y cuidado. Yo, por ejemplo, fui criado por una madre soltera ejemplar y por una maravillosa pareja homosexual, con quienes estoy y estaré siempre profundamente agradecido.
¿No les parece una ofensa, inspirada en la peor de las crueldades, decirnos a todas y todos nosotros que somos anormales?
¿Acaso no ven que ejercen una terrible violencia cuando le vociferan repetitivamente a una joven o a un joven creyente homosexual que es un pecador que será castigado eternamente en los fuegos del infierno? ¿No les importan el daño psicológico y emocional que causan con sus atropellos?
Sé que algunos de estos radicales cristianos y católicos se regodean cuando escuchan noticias de un suicida adolescente que no aguantó el matoneo que ellos producen e incitan ¿Es así como ejercen su compasión y como aman al prójimo antes que a sí mismos?
Peor aún: estos radicales -cual ayatolás- militan activamente en pro de la discriminación y de la negación de los derechos humanos de un cúmulo diverso de personas cuyo único pecado es amar sin someterse a los estrechos y caducos cánones de sus dogmas.
Hasta donde yo entiendo, este ruin comportamiento -discriminación y violencia contra la población LGBTI- es un delito bajo la legislación colombiana; pero hoy por hoy quienes lo ejercen y lo incitan desde sus púlpitos gozan de impunidad.
Ya he expuesto anteriormente mis argumentos contra los equívocos en torno a la homosexualidad y la diversidad familiar.
Por desgracia para la democracia y la civilidad, estos equívocos son maquiavélicamente utilizados para manipular el miedo y azuzar el odio de unas feligresías crédulas y temerosas, que finalmente no representan más que las bases del poder y el enriquecimiento de una oscura constelación de pastores radicales, políticos ambiciosos y poderosos grupos de interés descontrolados.
A las personas de buen corazón y buenas entendederas que están atrapadas en esa macabra ideología de género violenta y conservadora, que además se configura como otra de las tantas trampas que mantienen a nuestro pueblo sumido en la pobreza y la miseria, solo me resta recordarles algo: la verdad os hará libres.
A las personas de buen corazón y buenas entendederas
atrapadas en esa macabra ideología de género violenta y conservadora,
solo me resta recordarles algo: la verdad os hará libres.
Y la verdad es la siguiente: las personas LGBTI y las familias diversas -así como las mujeres, los indígenas, los afrodescendientes, los campesinos, los obreros…- merecemos y seguiremos exigiendo nuestros derechos, igualdad, dignidad y seguridad. El logro paulatino, pero imparable e ineludible, de esas conquistas políticas permitirán ir creando una mejor sociedad para todas y todos nuestros conciudadanos. Será una sociedad mucho más abiertamente diversa, más libre y, por lo tanto con mayores capacidades para generar prosperidad y riqueza. Será una sociedad donde las élites de siempre, las élites que hacen todo lo posible por mantenernos anclados en los dogmas que reproducen la violenta segregación social que tanto les conviene, perderán su poder. Y la evolución hacia una estructura social más libre, más abierta, más próspera y menos desigual, permitirá que todas y todos eventualmente disfrutemos de una riqueza que, siendo nuestra, hasta ahora solo ha quedado en las manos de algunos.
Y cuando llegue ese día en el que incluso ustedes, extremistas manipuladores y manipulados, disfruten de todos esos logros históricos que hoy en día intentan retardar con tan cruel ahínco, perdonaremos sus ofensas.