Según la Real Academia de la Lengua Perdón es la “Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente”; es decir que perdonar es dejar de aplicar la pena a un culpable. Por otra parte, Inocencia, según esa misma fuente, es la “exención de culpa en un delito o en una mala acción”; mejor dicho, ser inocente es estar limpio de culpa.
Como se ve claramente perdón e inocencia son dos cosas completamente distintas. Puede existir inocencia sola, pero no puede haber perdón si no hay culpa, para perdonar un delito, primero tiene que haberse cometido y quien lo cometió ser culpable.
El exguerrillero Jesús Santrich, ahora candidato a la Cámara por el partido Farc, parece no conocer los límites de estas definiciones o está confundido y cree que, al recibir perdón judicial como parte del acuerdo de paz, sus culpas anteriores no existieron. ¡Claro que existieron!
Cuando mató u ordenó matar, cuando secuestró o dio la orden de “retener” a alguien, cuando disparó cilindros bombas o estableció como política de guerra su utilización, cuando como parte del Secretariado de las Farc, aprobó la financiación de esa guerrilla mediante el narcotráfico, la extorsión o el robo; en fin, cuando decidieron utilizar las armas contra la población civil en una guerra en la que murieron injustamente miles de personas, fue culpable de varios delitos, así se le perdone la pena que le correspondería por haberlos cometido.
Ahora, el que mata es un asesino, el que secuestra es un secuestrador, el que roba, es un ladrón, el que extorsiona es un extorsionista, el que utiliza bombas contra la población es un terrorista, el que negocia con coca es un narcotraficante, etc., etc. Todo eso fue o ha sido Jesús Santrich en su larga vida de militantes de las Farc. Nada de eso se borra con el perdón, lo que se borra son los procesos en contra y ahora, además, los impedimentos para hacer política.
Así que por mucho que le duela y por mucho que intente decir que todos y todas en Colombia también participamos de la guerra, él es un asesino, un secuestrador, un extorsionista, un narcotraficante y un terrorista, porque nada de su pasado deja de ser lo que ya fue.
De manera que atreverse a tutelar su derecho al buen nombre resulta risible; esta honra no la dañó quién lo llamó asesino en una audiencia pública o en un medio de comunicación. No señor, su buen nombre se dañó cuando usted mismo optó por el camino de esos medios espurios para conseguir un fin político, cuando cualquier medio fue justificado para “ganar” la guerra.
Mas le valdría ir reconociendo sus delitos ante la opinión pública o ante la JEP, en lugar de buscar nuevas confrontaciones que lo único que harán será que desde diversos puntos le recuerden las atrocidades que ustedes hicieron o mandaron a hacer desde la dirigencia de ese grupo armado.
El señor Santrich no parece tener un mínimo de remordimiento,
no sigue el camino que le ha marcado Timochenko
quien ha pedido perdón públicamente por cualquier dolor que haya causado
Pero el señor Santrich no parece tener un mínimo de remordimiento, no sigue el camino que le ha marcado Timochenko que ha pedido perdón públicamente por cualquier dolor que haya causado. El señor Santrich, se atrinchera en una soberbia infinita para señalar como culpable a todo el mundo menos a sí mismo. En esa guerra infame de 50 años, desde su ciega óptica de comunista recalcitrante, las atrocidades las promovió todo el establecimiento y toda la sociedad. Así es muy fácil: Si todos somos culpables, ninguno asume responsabilidades. Esa parece ser su torpe defensa.
Pues no señor, así no son las cuentas. Las culpas de sus delitos asúmalas usted y lleve en su conciencia sus muertos, pero no quiera compartirlos, porque es cierto que con generosidad se le está perdonando, pero eso no quiere decir que se le declare inocente. ¡No se equivoque!
http://blogs.elespectador.com/sisifus
