Pasadas las elecciones y ya decantados los triunfalismos de todos los partidos es necesario y ojalá provechoso hacer un análisis desde una mirada de ciudadana del común. Sin duda, la gran perdedora de la jornada fue Colombia, tras una contienda electoral determinada por la corrupción, desde la Registraduría Nacional, hasta los miles de compatriotas que vendieron su voto.
Los colombianos vimos cientos de denuncias documentadas en las redes sociales del fraude, compra y venta de votos. También vimos airados reclamos de gente que le pagaron el voto con billetes falsos y no menos airados los que pagaron el voto y reclaman la devolución del dinero porque “incumplieron”. Además, y como para la ficción, nos enteramos de una senadora electa por el Partido Conservador que tenía en su casa armas, dinero y cuentas claras de la compra de votantes.
Vimos una asombroso precariedad de la condición humana, candidatos del Centro Democrático megáfono en mano promoviendo agresiones contra Rodrigo Londoño y su campaña; al partido Cambio Radical en una impúdica exhibición de su talante corrupto, sí el partido de Vargas Lleras, el mismo que se inscribió por firmas; el comportamiento ladino de los candidatos de la Coalición Colombia, que están sumergidos hasta los tuétanos en sus propios egos y poco y nada les interesa el destino de esta patria adolorida y sin dignidad.
Unos y otros haciendo gala de un cinismo proverbial, Duque y Vargas Lleras que como no tienen ningún mérito y lo saben, tienen que acudir a ser verdaderos terroristas, primero nos vendieron el miedo de que Timochenko y las Farc iban a gobernar a Colombia, que seriamos como Venezuela y que no es justo que quienes han cometido crímenes de lesa humanidad vayan al Congreso, pero que se oponen sistemáticamente a las investigaciones a Álvaro Uribe por crímenes de lesa humanidad. Pregonaron que solo ellos nos podrían salvar de la catástrofe, ante lo tozudo de los hechos tocó “construir” otro enemigo y esa es la gran paradoja de la realidad colombiana, Gustavo Petro logró la gran convergencia de todos los partidos y fue en torno a su satanización como único discurso de todos.
El Centro Democrático, Cambio Radical y el Partido Conservador que han sumido a este país en la miseria, el abandono, la corrupción y la violencia, los mismos de la ley 100 que ha matado a miles de colombianos, los mismos de los falsos positivos, los testigos comprados y asesinados, los mismos de las masacres, los mismos de los niños muertos de hambre en la Guajira ,los que le quitaron a las víctimas las 16 curules, hacen su campaña diciendo que si votamos por Petro nos va a pasar justamente eso.
La antropofágia de la izquierda con Jorge Robledo a la cabeza, el Partido Liberal y la Alianza Verde acuden a sumarse al discurso de la derecha en contra de Petro y se presentan como la opción salvadora de la polarización porque de fondo lo que hay es una gran vanidad y una disposición a sumarse a cualquier alianza con tal de “arañar” las mieles del poder. Mientras tanto, el Congreso quedó en manos de la derecha, con Uribe sindicado de cientos de delitos con la mayor votación.
Otros grandes perdedores fueron los medios de comunicación, con candidatos y agendas políticas y comerciales propias, Néstor Morales, cuñado de Duque, Dario Arismendi, María Isabel Rueda, Claudia Gurisatti, Vicky Dávila, Salud Hernández, Herbin Hoyos, entre muchos otros encarnizados contra Petro y promoviendo discursos de polarización y odio.
Me queda la esperanza y sobre todo el deseo que aunque sea en esa última hora previa al inevitable encuentro con la parca, cada uno tenga que reconocer que lo mejor que vimos, así les cueste mucho, fue plazas atestadas de gente rodeando a Gustavo Petro, con la esperanza de construir una Colombia Humana, creyendo que nos merecemos y es posible otro destino, creyendo que el desarrollo no tiene que ser un depredador de los recursos naturales, que es imperativo democratizar el conocimiento, que los privilegios de clase son una aberración, que la política del amor si existe, que Petro nos expropió el miedo y en cambio nos devolvió la esperanza. Por mi parte, esa es mi patria, la Colombia decente, digna, que no renuncia a sus sueños y a sus anhelos, que sea cual sea el resultado no será derrotada porque si logran el fraude como ya lo hicieron en estas elecciones, como dijo Borges: “La derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece”. Es evidente que Petro es la derrota ética y moral de la clase política colombiana y sus candidatos a la presidencia.