Perder es cuestión de método

Perder es cuestión de método

Con esta analogía, la especialista María Cristina Ocampo describe este momento político, donde al final no se eligen las mejores opciones de la oferta electoral

Por: Carlos Eduardo Lagos Campos
mayo 24, 2022
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Perder es cuestión de método
Foto: Cortesía

La semana pasada el programa Sapiens del Centro de Pensamiento Libre analizó el panorama político de cara a las elecciones presidenciales, que se realizarán en Colombia el próximo domingo 29 de mayo de acuerdo al calendario electoral.

A este panel fueron invitados importantes personajes de la vida nacional, como la PhD. María Cristina Ocampo, el coronel (Rva) Carlos Alfonso Velásquez, la ingeniera Sandra Liliana Pinto, la magíster Andrea Rubiano y el activista político de los colombianos en el exterior Edilberto Muñoz, quien intervino desde París (Francia).

En esta oportunidad traeré a colación la intervención de la PhD. María Cristina Ocampo, quien destacó que las diferentes encuestas confirman las tendencias que estamos viendo desde noviembre, con algunos elementos novedosos.

Lo que confirman las tendencias es que Gustavo Petro sigue punteando y nunca ha dejado de crecer, así sea de a poco en las últimas encuestas, al punto de colocarse a solo cinco puntos de ganar en primera vuelta estas elecciones, lo que significa que Petro mantiene un liderazgo imbatible desde el punto de vista de su presencia electoral; hecho que es confirmado no solo por las encuestas, sino también por las movilizaciones populares y los diferentes análisis en redes y en los medios de comunicación, por lo que es quién ha dominado la agenda electoral durante todos estos meses.

Esto indicaría, que ningún hecho diferente a uno extra electoral podría impedir su victoria en las elecciones presidenciales; esto que esperamos nunca suceda se refiere a un acto de violencia que pudiera afectar la integridad del candidato o por otro lado a un fraude electoral o a un desconocimiento de los resultados, como se viene ambientando por sus opositores; hecho que cobra relevancia con las noticias de una posible destitución del registrador nacional, ad portas de celebrarse las elecciones.

Con esto el único hecho a evidenciar sería si Petro gana en la primera o en la segunda vuelta.

Frente a los hechos novedosos está establecer quién ocuparía el segundo lugar en la primera vuelta electoral. Lo que se venía presentando es que Federico Gutiérrez se presentaba como el candidato indiscutible para pasar a segunda vuelta junto con Gustavo Petro; sin embargo en las últimas encuestas el candidato ha sufrido un deterioro en su imagen y en su intención de voto, cediendo rápidamente su lugar a Rodolfo Hernández, quien ha venido ganando terreno según las encuestas, inicialmente a Fajardo y ahora ya prácticamente se encuentra en un empate técnico con Federico Gutiérrez.

Las razones iniciales serían que Hernández inició escalando posiciones a expensas de Sergio Fajardo y ahora lo hace a expensas de Federico Gutiérrez; no obstante, este crecimiento resulta un tanto exótico e injustificado, porque a pesar del dinamismo de la política, no resulta lógico un ascenso tan intempestivo sin que haya sucedido ningún hecho extraordinario desde el punto de vista político o desde el punto de vista de generación de opinión, que sea capaz de prácticamente triplicar su propia expectativa de votación; por lo que no debemos descartar un sesgo o una intencionalidad de los medios o encuestadoras al servicio de los interesados, dado que efectivamente en el escenario de segunda vuelta Hernández sería el único que le daría batalla a Petro.

Con esto se mandaría un mensaje de parte de los grupos económicos que están detrás de estos medios para el partido de gobierno, en el sentido de que Hernández podría constituirse en el Plan B de la campaña, dados los diferentes descartes que han tenido que hacer en el camino.

Este panorama tan ambivalente no solo se puede justificar por una polarización como se ha querido hacer ver, sino por diferentes matices o pelambres del populismo, en un proceso electoral el cual se desarrolla frente a una realidad compleja desde el punto de vista orgánico o desde el punto de vista objetivo, cómo lo es la administración de un estado en un escenario de pospandemia, con altos índices de pobreza, de desempleo que generaron amplias movilizaciones y protestas de la sociedad y ahora en medio de una convulsión mundial por causa del conflicto entre Ucrania y Rusia; lo que de acuerdo a la revista The Economist, puede amenazar la seguridad alimentaria en el mundo.

Dentro de ese escenario de crisis no solo nacional sino mundial, se esperarían respuestas altamente calificadas y altamente complejas; por lo que María Cristina Ocampo advierte que los candidatos que estaban más calificados para dar esa respuesta a estas preguntas complejas se quedaron relegados en el camino.

Se refiere a nombres como el de Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Alejandro Gaviria, Mauricio Cárdenas Santamaría, Juan Carlos Echeverry, Jorge Enrique Robledo o el propio y polémico Óscar Iván Zuluaga; quienes Independientemente de sus filiaciones políticas y sus posturas ideológicas, eran candidatos que tenían la capacidad técnica para afrontar estos desafíos y las condiciones de un Estado contemporáneo, dentro de un contexto internacional.

Por ello, según la analista esa racionalidad para el manejo del Estado, ha sido derrotada por las distintas vertientes del populismo: el populismo de izquierda con la veteranía de Gustavo Petro, frente a lo cual, la derecha no entendió que no se podría enfrentar con populismo de derecha, sino con propuestas que pudieran encauzar al país hacia una mayor estabilidad y una mejor equidad; pero las respuestas se concretaron en las peores estrategias del populismo de derecha, frente a un Gustavo Petro, que en esta ocasión se ha sabido rodear de personas más calificadas y qué ha presentado el mejor programa de gobierno, el cual es muy diferente a lo que expresa la plaza pública.

Con un programa realizado por expertos en economía, en derecho y de manera especial en medio ambiente, si Petro no se contradice a sí mismo, podría lograr un gobierno importante; esto fue lo que no entendió la derecha y tampoco el centro, los cuales no debieron responder con la misma ración de populismo, en la cual Petro se los lleva por delante; entonces sus opositores acudieron a figuras caricaturescas como la de “Fico” Gutiérrez, quién no se presenta con un mensaje coherente para la gente y se expresa en el lenguaje más ramplón y corriente que hemos podido observar en los últimos tiempos, para significar segun él qué es el candidato de la gente y ahí se agota su discurso.

Por su parte, Rodolfo Hernández, el ingeniero como se hace llamar, es otra caricatura del populismo, un viejo que se disfraza de joven, utilizando las metodologías del Tik Tok, para no comprometerse con ninguna verdad, ni propuesta sería en torno a los programas que le debería ofrecer al país y además cuenta con todo un prontuario de investigaciones tras su mandato en la alcaldía de Bucaramanga, donde se volvió tristemente célebre por sus actos de patanería y su lenguaje vulgar.

Nunca antes habíamos caído tan bajo en la oferta electoral del país y no podemos decir que no hubo opciones, como se advirtió, dentro del ramillete de precandidatos hubo excelentes opciones; pero el proceso electoral y la dinámica la consulta sacaron tempranamente a los mejores candidatos y entonces nos quedamos en un escenario como el que el escritor Santiago Gamboa representó en su libro Perder es cuestión de método el cual fue llevado luego al cine como una novela policiaca donde aparece como protagonista Víctor Silampa, un peculiar periodista que investiga el empalamiento de una persona.

Esta investigación lo llevará por los caminos más inverosímiles e involucró a políticos, empresarios y otros personajes, revelando una trama mucho mayor de la que se presuponía en un comienzo.

Paralelo a la investigación, se presenta la progresiva degradación del personaje fruto del abandono de su pareja Mónica, y los avatares de la investigación.

Todo esto ocurre de forma superpuesta revelándonos en todo momento que Silampa tiene mucho de antihéroe, un detective más bien torpe alejado del galán o del héroe.

Con esta simbología es que María Cristina Ocampo remata para describir el momento político que vive el país, donde la dinámica electoral ha hecho todo lo posible para llevarnos a un escenario donde al final no se eligen entre las mejores opciones de la oferta electoral que tenía el país para las próximas elecciones presidenciales; por lo que en este escenario el ganador indiscutible será Gustavo Petro quien, contrario a lo que han expresado la mayoría de los ciudadanos de los estratos sociales más acomodados, diríamos entre comillas que es “el menos peor”, por lo que ganará estas elecciones sin mayor esfuerzo, dado que sus contendores no dan la talla, ni en lo programático y mucho menos en la plaza pública.

Gustavo Petro es entre los candidatos que quedan quien tiene la mayor estructura para desarrollar un pensamiento complejo y la experiencia necesaria junto a un equipo mejor conformado que el de las otras campañas, el cual si logra que Petro los mantenga en su nómina y de pronto incorpore a las personas más calificadas de las otras campañas que se puedan unir a él en segunda vuelta, con gente más moderada, de tendencia socialdemócrata y alejada de los extremos, que lo puedan orientar y alejar de su propio enemigo que es él mismo dada su personalidad, que lo puede llevar a tomar decisiones erráticas por fuera de su equipo de gobierno, siendo un dirigente capaz, con un buen programa de gobierno; si no antepone su propio capricho al programa, podría hacer un buen mandato presidencial.

Ahora Petro tiene el problema, entre otras cosas, el de des radicalizar el discurso de Francia Márquez, quien encarna el populismo en su más pura expresión: ella, una mujer afrodescendiente, activista social, desplazada, madre soltera, de estrato económico modesto, subsidiada, salida adelante con su propio esfuerzo, con mucho carisma y mucho ascendiente popular; ella misma simboliza los valores del populismo descritos por el autor alemán Jan-Werner Müller en su libro

¿Qué es el populismo? Donde describe que el hecho fundamental de populismo es la elevación de lo popular como una categoría moral; o sea el pueblo es bueno por definición, es puro e intachable y todo lo que no corresponda al pueblo es malo, es corrupto y es perverso; pero el problema radica en que quién define qué es el pueblo, es el propio representante populista quién se abroga su representación.

Finalmente dentro de esta simbología, el personaje principal de la película de este titular correspondería a una Colombia donde todo se derrumba a su alrededor, donde el protagonista es un perdedor hasta el final, donde el fatalismo del personaje se corresponde con el de una sociedad corrupta y violenta, donde el delito y la descomposición han ocasionado un grave daño social y a su oportunidad de consolidarse como un nación en paz y con Justicia social para todos.

Dentro de esta mirada y desde una aproximación ética, es importante observar de cerca a la sociedad colombiana en el momento actual, dOnde se desnudan sus vicios morales, donde se mira a sí misma, en este caso a través de la degradación política, pero que quizás empieza a vislumbrar otras opciones, posibilidades, elementos que la liberen del fatalismo extremo que encarna esta película de la vida real llamada Colombia.

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