Era 1981. Ella tenía 23 años y estudiaba filosofía en Los Andes, él hacía una investigación en Economía. Aparentemente no tenían nada en común. Pero estaban los comics. Él lo sabía todo sobre los comic, se moría por Asterlix y Obelix y ella se apasionaba por la historia. Entonces Ricardo Espinosa le habló por primera vez a Diana Uribe de Tolkien y un rio se abrió para ella y bebió toda su fuente. Se enamoraron, contra todo pronóstico se enamoraron. En ese momento Richie llevaba una década coleccionado comics. En los años cincuenta en esta ciudad que García Márquez describió como eternamente gris, con una lluvia que no paraba y con los hombres vestidos eternamente de negros. Pero él le ponía color a la vida con sus comics. La última vez que hicieron un conteo de sus tebeos –nombre con el que se le conoce en España- tenía 5.300.
Le molestaba que lo llamaran intelectual. No había nada más árido que eso. Lo de él era una curiosidad que devoraba todo como si fuera un incendio. Veinte años antes de que Peter Jackson deslumbrara al mundo con su extraordinaria versión de El señor de los anillos, Richie ya se sabía a Tolkien al derecho y al revés. Incluso Diana, su amor, lo consideraba un Hobbit. El último Hobbit de la Comarca. Un hombre sabio capaz de encontrar en la devastación de Arrakis la simbología del cambio climático que azota la Tierra. La ciencia ficción siempre fue una metáfora de la historia. Como pueden ver la edad no fue un problema para este niño eterno que aprendió a amar a los comics por el oficio de sus papás, linotipistas de profesión.
Diana Uribe siempre ha afirmado que ella heredó de su esposo hasta su grupo de amigos, el Club Toby, con el que rumbiaron durante años. En ese club una vez, a principios de los años noventa, la escuchó hablar en una fiesta Yamid Amat del conflicto que desmembraba a Yugoslavia. Como ni él ni el país sabían nada de eso le pidió hablar en Caracol Radio en unos especiales. El match con el público fue inmediato. La gente la reclamaba hasta que en 1998 el propio Amat le dio la oportunidad de tener su propio espacio, transformar sus clases magistrales en los Andes en los programas Historia del Mundo. Richie fue el arquitecto del proyecto exitosísimo. Durante dos décadas este país de desarrapados se dio el lujo de tener un programa de historia. Como si nos mereciéramos pues a Herodoto.
Porque en la casa de los Espinosa-Uribe lo que siempre hubo fue libros. Libros y afiches de Marilyn Monroe y de toda la cultura pop. Se entendían hasta en el rock. A pesar de su edad Ricardo fue con Diana al concierto en Europa en el 2002, en donde Roger Waters celebró los 30 años del disco insigne de Pink Floyd, The Wall.
La historia de amor de este par de seres legendarios terminó el 2 de febrero del 2012 en donde una diabetes se llevó a Ricardo quien tenía apenas 62 años y al que le faltó tiempo para seguir comprando comics o acompañando a su esposa y compañera de trabajo en su gran hijo, La Historia del Mundo. Ahora, después de que Caracol haya decidido en el 2018 acabar con el programa, Diana ha renacido con el fantástico, sublime podcast de DianaUribe.F.M. Este año su primer programa fue dedicado a recordar a su compañero de vida. Nos conmovimos tanto que queremos algún día, cuanto tengamos 63 años como ella, haber amado con tanta certeza e intensidad a un alma tan parecida a nosotros, con una conexión tan absoluta, como la que Diana tuvo por Richie.
