En estos días se ha publicado en Montevideo un libro que reitera hechos conocidos sobre las falsedades repetidas durante décadas por Pepe Mujica, el ya fallecido Ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro y el novelista Mauricio Rosencof, sobre sus supuestas hazañas tupamaras en los sesenta, así como sus contubernios con los militares uruguayos que les derrotaron en 1972.
Los latinoamericanos no necesitan leer esos libros, o consultar los sitios web que relatan traiciones del ayer y robos y a asaltos que llegan hasta 1995, perpetrados para financiar sus actividades partidarias cuando Uruguay llevaba ya una década de recuperación democracia.
Para quienes siguen creyendo la fantasía alimentada por Mujica alcanza con lo que hoy es su postura respecto a la dictadura venezolana.
Miles de mujeres manifestaron el sábado 6 a enfrentar la represión en Venezuela. Es una acción similar la manifestación del 15 de noviembre de 1984, cuando cientos de miles de mujeres uruguayas marcharon desde calle Ejido hasta Plaza Independencia de Montevideo, en reclamo de libertades contra una dictadura en retirada.
¿Qué hace la diferencia?, ¿qué Mujica diga que es “la derecha venezolana” que se opone a la “revolución bolivariana”? Y sí, sí fueran de “derecha” esos cientos de miles de personas que hace un mes largo son reprimidos, torturados física y psicológicamente por lo militares venezolanos, asesorados por oficiales de la inteligencia cubana, ¿no tienen derechos humanos? ¿Ese es el legado de Mujica y para las generaciones futuras sobre las que perora y aconseja en cuanto foro le invitan y en los que en realidad no hace otra cosa que a repetir obviedades propias de Paulo Coelho?
¿Qué les impide a los latinoamericanos, veteranos y jóvenes, que aplauden a Pepe Mujica, ver directamente en múltiples vídeos y testimonios de jóvenes y ancianos venezolanos lo que realmente ocurre en el país caribeño? Naturalmente en la oposición venezolana —16 partidos— existe un arco de posiciones que van desde derecha a la izquierda, de acuerdo a como se sigue denominando. Así debe ser en cualquier sistema democrático, no es novedad. Pero que el gobierno venezolano ha dado un golpe de Estado no hay dudas.
En el propio Frente Amplio que gobierna Uruguay comienzan a generarse marchas y contramarchas y posiciones confrontadas de diversos sectores frenteamplistas en el momento de solidarizarse con la ciudadanía venezolana y condenar al dictador. El ataque de Mujica al secretario general de la OEA, al uruguayo Luis Almagro, persistente denunciante de los atropellos del régimen venezolano, es de una gravedad e irresponsabilidad que la historia ubicará como lo que es: una felonía.Pero es también un ataque a Amnistía Internacional, Human Rights Watch, a organismos de la ONU, a Reporteros sin Fronteras, a Freedom House, a Transparencia Internacional, y a una lista de personalidades e instituciones que han reclamado el retorno a la democracia plena en Venezuela.
Mujica auxilia a la cúpula narco gobernante que sostiene a Maduro. Recuérdese que sobrinos de la esposa del presidente venezolano están presos por narcotraficantes y que el “Cartel de los soles” —de ciertos generales venezolanos— maneja el tráfico de drogas proveniente de la región hacia México y EEUU.
Mujica defiende al cínico de Diosdado Cabello, capitán, dirigente socialista, un perverso, que mientras familiares de preso políticos se desesperan por no poder visitar a sus seres queridos en prisión, se burla de ese dolor ante cámara de TV. Mujica coadyuva a mantener un escenario de riesgo para la región desde que “Venezuela pasó a ser el único país del mundo donde el comercio de la droga se dirige desde el alto gobierno en combinación con las FARC y el ELN”, según expuso el sábado pasado el presidente editor del periódico El Nacional, de Caracas. Miguel Henrique Otero, durante su conferencia titulada "Posibles escenarios para un Estado forajido y el rol de la comunidad internacional”.
Mujica es corresponsable con su ataque a la OEA de que se procese la salida de Venezuela de la OEA y sus consecuencias, sobre todo en materia de supervisión del respeto a los derechos humanos. “Ese proceso tardaría dos años pero las consecuencias para Venezuela podrían venir por la vía de la exclusión del tema de las violaciones de derechos humanos de la agenda de la regional”, en opinión de Otero.
Mujica sabe perfectamente que hoy en Venezuela intervienen, tienen injerencia concreta -no amenaza de injerencia, como él le adjudica a EEUU y repiten sus admiradores- en la vida de ese país. Es pública y no de ahora la denuncia de la oposición venezolana sobre la “estructura el ejército de ocupación cubano en Venezuela”, que comprende dos Generales de Brigada, (Uno, en Fuerte Tiuna, otro, en Barquisimeto), cuatro coroneles, ocho tenientes coroneles, seis capitanes de fragata y 25 oficiales subalternos.
Lo admitió Hugo Chávez en su programa de radio y televisión “Aló Presidente”, del 25 de Abril de 2010. Mujica sabe, o debería saber, que los efectivos cubanos cuentan con Sala Situacional independiente instalada en Fuerte Tiuna (Servicio de Remonta) y conectada por WF encriptado por cable con el Centro de Operaciones de Comando de Valle Picadura en la Habana, desde donde comanda el del general de División Leonardo Adolfo Valdez, quien viajaría cada 15 días a Caracas para reuniones de Estado Mayor. Actualmente está en Venezuela.
Las tropas cubanas ingresan a Venezuela y salen hacia Cuba para sus reemplazos constantemente, por una pista de aterrizaje ubicada en Apure, y por la rampa 2 (Base aérea) del aeropuerto de Maracaibo. Son 4.500 hombres de infantería Organizados en ocho batallones de 500 efectivos, más un batallón estacionado en Fuerte Tiuna que llegaron a Venezuela a partir de enero de 2012, en remplazo de contingentes anteriores que comenzaron a llegar en enero y agosto 2011.
La injerencia cubana es tal que en la Jefatura del Estado Mayor, su jefe es el general de División Leonardo Adollo, 60 años, como teniente estuvo en Angola, segundo jefe del Estado Mayor de las FARC en Cuba, es coordinador del “Movimiento Bolivariano”. Vicedirector del Partido Comunista de Cuba. Es quien dirige en Venezuela la “Operación Bastión” que es el nombre de las que realizaran los batallones cubanos estacionados en Venezuela en caso de una “emergencia” ante cambios políticos.
Entre los militares cubanos especial destaque cabe a 25 Oficiales Subalternos de infantería, e inteligencia, expertos en inteligencia, contrainteligencia, sabotaje, contra sabotaje, dirigidos por el general Julio Cesar Gandarilla, que reportan a él directamente vía Cable mediante sistema encriptado. Gandarilla es máximo Jefe de la Contra Inteligencia Militar Cubana en Valle Picadura. Hacen inteligencia y contrainteligencia dentro de las Regiones Militares (Brigadas y Divisiones, Batallones y el Ejército Venezolano en general). Portan carnet especial de la Dirección General de Inteligencia Militar venezolana (DCIM), suscritos por el General director de la DCIM, F. Figueroa Chacín y armamento autorizado con porte de arma especial emitido por Dirección de Armamento de la Fuerza Armada Nacional (Darfa). Portan pistolas Carella 9 mm y mini USIS, así como se mueven en motos de fabricación Italiana color negro adscritas a la DCIM.
Mujica habla de “la terrible intervención de Estados Unidos” que, por cierto, ha ocurrido en Latinoamérica y ocurre en el mundo, pero no considera una intervención la injerencia pura, dura y documentada de Cuba. Se abraza con el embajador de Maduro en Montevideo, porque considera que “lo político está por encima de lo jurídico”. Aunque sigan muriendo venezolanos.
