Resulta muy fácil culpar a Hamás de lo que ocurre hoy en Gaza. Muy fácil tildar de organización terrorista a un movimiento legítimo de resistencia palestino.
Hamás surge como una fuerza de repudio a la ocupación israelí en territorio palestino. Esta organización no solamente tiene un brazo político, sino también militar y social. Llegó al poder de manera legal y por la vía electoral a gobernar Gaza a finales de los años noventa, después de vencer en las urnas a Fatah, el tradicional partido político de Yasser Arafat.
Hamas, es el resultado de la sistemática violación y del abuso de las autoridades políticas y militares israelíes sobre el pueblo palestino y para entender un poco la complejidad del entorno donde se gesta Hamás, hay que comprender qué es Gaza.
Este pequeño territorio en el Mediterráneo es parte del perverso plan británico, amparado en la declaración de Balfour, de dividir el Mandato Británico sobre Palestina en dos partes para dar nacimientos a dos estados nación, uno israelí y otro palestino.
Gaza nacería bordeando el Mediterráneo pero separado de Cisjordania. Es decir, dos territorios palestinos separados al nacer por la voluntad europea. Británicos y franceses acostumbrados a repartirse y dividir el mundo a su antojo, como lo han hecho en África y Asia, separando pueblos y culturas de un tajo a través de líneas imaginarias sin tener en cuenta cultura, religión, costumbre y antepasados.
Eso es Gaza, un territorio aislado desde su creación y hoy cercado por muros, alambre de púas y un bloqueo militar israelí ilegal; es una prisión a cielo abierto, donde viven cerca de 3 millones de palestinos, aislados del mundo.
Grafica tomada de Internet
En medio de esas ruinas de constantes bombardeos, de los escombros y de la extrema pobreza del pueblo palestino, surge este movimiento de resistencia a la opresión.
¿Que lanzan cohetes sobre Israel? Cierto. ¿Que secuestran ciudadanos israelíes? Cierto. ¿Que tiene facciones extremistas? Cierto. ¿Que sus actos de terrorismo en contra de civiles israelíes son condenables y deben ser repudiados? Cierto.
Pero están allí y existen dada la coyuntura política y la falta de compromiso de la comunidad internacional y de Israel para llegar a acuerdos de paz duraderos.
Hamás existirá mientras siga en Israel una política de ultraje a los derechos palestinos.
Mientras más territorio árabe siga siendo robado de manera abiertamente ilegal, como lo hace Israel con los asentamientos judíos en Cisjordania, más gasolina tendrá Hamás para alimentar su cuerda política y respaldo popular.
Mientras más se siga oprimiendo al pueblo palestino, y se sigan cerrando las vías políticas por parte de Israel para que Palestina tenga un reconocimiento pleno en la ONU, más seguirá Hamás contando con apoyo de países como Irán, y grupos como Hezbollah en el sur de Líbano.
El radicalismo y el extremismo se mueve campante en ambas toldas, palestinas como israelíes.
De no ser así, cómo se explica que la coalición de gobierno de Netanyahu, auspiciada por el partido político Israel Beitenu del excanciller Avigdor Lieberman, haya presionado para que se empiece de nuevo una ofensiva sanguinaria contra la población en Gaza. ¿Acaso quieren repetir la Operación "Plomo Fundido" del 2008 y dejar otros 1.300 civiles palestinos muertos tras intensos bombardeos?
Lamentable sería que el señor Netanyahu se mantenga en el poder ganando votos asesinando palestinos.
El lobby Israelí es muy eficaz. Venden la imagen de que todo lo que no comulgue con los ideales políticos de Israel deben ser tildados de terroristas.
Acaso destruir barrios enteros de palestinos con buldóceres, encarcelar niños por lanzar piedras a militares armados que roban tierras palestinas, y bombardear ciudades enteras como Gaza donde viven millones de personas, ¿no es terrorismo de estado?
Vale la pena preguntarse ahora qué papel jugará la comunidad internacional y los medios de comunicación para contar la historia. ¿Seguirán el guión que se manda desde Tel Aviv? O abrirán los ojos y contarán un pedazo de la historia mostrando los responsables de ambos lados.
Amanecerá y veremos.
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