Ahora que los gobernadores del Caribe colombiano protocolizaron la creación de la Región Administrativa y de Planificación (RAP), con la que se busca avanzar en el proceso de autonomía regional del Caribe colombiano. Ahora que he regresado hace unos días de la conmovedora experiencia que siempre me representa vivir el Festival Nacional de Gaitas de Ovejas. Ahora que hemos vuelto a hablar de la urgente necesidad de una gran feria del libro en la región, he vuelto a pensar en el inaplazable compromiso de pensar nuestra cultura en serio.
Con una historia especialmente rica en cruces y entrecruces de pueblos y culturas, el Caribe colombiano tiene un gran acumulado de memoria, un espeso precipitado de múltiples vivencias que lo han hecho siempre una prodigiosa cantera de oralidad y de curiosas formas de representación que han nutrido el arte literario, la canción de sus gentes, la música múltiple y un pensamiento popular que no por asistemático deja de ser profundo y vital.
En este sentido, ahora que volvemos a las andadas con el cuento de la Región Caribe, un proyecto de concepción política en serio al respecto, deberá comprometer de manera científica y creativa el más completo acercamiento a su producción simbólica popular, que recoja, represente, explique y proyecte la memoria cultural de nuestra región en la sensibilidad y la consciencia de sus propios habitantes.
Para trabajar entonces la memoria y los testimonios que harán presencia en el modelo de narración en el que debemos contar el Caribe propongo aquí tener en cuenta lo que podríamos tener como núcleos de memoria cultural que seguramente servirán en algo para la conformación de un todo identitario a partir de la experiencia de lo que significa vivir en el Caribe colombiano.
Estos podrían ser algunos núcleos de memoria posibles:
El Mar Caribe y el río Magdalena en la vida y en la imaginación de las gentes de la región
Memoria que se construirá o reconstruirá, según el caso, no sólo con las referencias de la historiografía correspondiente, sino con una rica literatura creativa y testimonial publicada a través de la historia y, desde luego, con testimonios personales que tengan desde luego alcances de significación colectiva, como los de viejos y nuevos capitanes, marinos, pescadores, contrabandistas, comerciantes, estibadores y navegantes, gentes anónimas que han vivido o viven en sus playas y orillas de hoy que viven el mar Caribe y el río Magdalena desde realidades sociales y personales muy complejas.
El universo de la Sierra Nevada de Santa Marta
Esta excentricidad de la naturaleza caribeña nos plantea, pese a su aislamiento geográfico, humano y cultural un núcleo especial de memoria que conecta una importante ancestralidad con una compleja realidad cultural de hoy. Su memoria también está en un importante acervo de literatura científica y en los testimonios de mamas, chamanes, indígenas, colonos invasores, tradición oral, música y poesía, y algunos investigadores consagrados a su estudio.
La Zona Bananera del Magdalena
Esta zona comporta una gran importancia económica, política y cultural desde finales de siglo pasado y determinó influencias en varios sentidos extensivas a casi todo el caribe colombiano. Su memoria, además de las fuentes historiográficas consabidas puede reconstruirse a partir de los testimonios de ancianos cienagueros que hayan sido o hacendados ganaderos, o herederos de los emporios del banano, o jornaleros de esas haciendas, viejos contabilistas, maquinistas del antiguo tren bananero, habitantes comunes y corrientes.
Las músicas del caribe colombiano
Pese a que la música de nuestro Caribe anda hoy por donde anda, no podemos prescindir de una asunción desde la memoria, especialmente por la importancia que tiene la música en la vida y en la imaginación del hombre del Caribe. Importancia que implicará muy seguramente reconstruir todo un universo de sonidos, intérpretes, instrumentos, anécdotas, grabaciones, vivencias, fiestas, épocas y personajes, a partir de sus protagonistas vivos, del recuerdo de los héroes, de viejos y nuevos bailadores, descendientes, empresarios, la prensa, la radio, gentes anónimas de hoy.
Las fiestas populares en el Caribe
Nuestras fiestas son un espacio para reunir en una sola espiritualidad lo religioso y lo pagano, espacio que termina siendo también una marca en el temperamento de nuestra gente; y aunque sabemos que al igual que la música las fiestas también tienen un lugar especial en nuestro proyecto como pueblo, no podríamos dejar de lado las grandes posibilidades de construir una memoria de nuestras fiestas a partir de testimonios claves de significación personal y colectiva, comoquiera que cada cual vive la fiesta y la música desde referencias, asociaciones, reactualizaciones y respuestas que son absolutamente íntimas e irrepetibles, al margen de la significación social y colectiva que ellas tengan. Por lo tanto, en este sentido cualquiera puede ser un buen testimoniante de las fiestas nuestras inclusive si no las ha disfrutado.
Por último, la historia de la producción artesanal en el caribe colombiano
Porque es una memoria que recoge claves simbólicas ancestrales importantes en la vida de la región al servicio de una creatividad popular viva y vigente. En este sentido puede ser tremendamente interesante la experiencia de testimoniar de primera mano no sólo la factura de los innumerables objetos artesanales sino registrar la viva voz de quienes han estado tejiendo sus vidas y sus sueños en sombreros, hamacas y cestas a través de los años, o bien apenas iniciándose, herederos de un oficio milenario que todavía no ha sido estudiado a fondo.