Quien debería poner el ejemplo de convivencia respetuosa es el primero en no respetar las reglas.
"Las reglas son para romperse. O al menos no son para mí. Y para quien ose increparme o insultarme andando por la calle, ahí está mi perrito". Seguramente eso es lo que pasa por la cabeza del exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, quien, al sacar a pasear a sus perros por la calle, al rottweiler no le pone correa o al menos bozal.
Y no es por estigmatizar a esa raza de manejo especial, pues en la familia tenemos un pitbull y es el más amoroso de todos los perros que hemos tenido. A veces, jugando, otras razas más bruscas, como el cobrador dorado, sí ha mordido sin querer. En cambio, al pitbull uno le puede meter la mano a la boca con toda tranquilidad y sus dientes son casi como una caricia. Sabe que no debe morder.
Seguramente el rottweiler del exalcalde Peñalosa también es un amor, por eso lo trae suelto, pero lo que es molesto en su caso es que no cumpla unas reglas que son para todos.
Incluso a él mismo le puede ayudar a evitar que alguna vez su perro muerda a otro animal o a una persona. Pero lo más incómodo en el caso del exalcalde es que parece hacerlo de forma desafiante, como diciendo: “Para el que se atreva a increparme o molestarme en la calle, ahí está mi perrito”.
¿Es esa su forma de evitar las posibles críticas de los transeúntes? ¿Tantos detractores cree tener, seguramente por sus malas gestiones como funcionario público? Bien dicen que el que nada debe, nada teme. Las reglas son para cumplirse. Y en el caso de las razas de manejo especial, es por pura precaución, para evitar incidentes de riesgo.
Pero eso al arrogante exalcalde no parece importarle.
