He visitado numerosos escenarios bélicos, desde Nagorno Karabaj hasta los frentes de guerra de Bosnia, Croacia y Serbia, pero el deplorable estado que presenta la Carrera Séptima de Bogotá no tiene parangón ni comparación con nada parecido de lo visto hasta ahora. Cuando se firmaron los Acuerdos de Dayton y llegó la paz a Bosnia, en 1995, llegué en un autobús de línea desde Budapest hasta Sarajevo y les aseguro que la ciudad asediada y atacada durante la guerra no estaba en tan malas condiciones como Bogotá.
No cabe duda que no tenemos suerte con los alcaldes que elegimos y que Peñalosa es uno más a la larga lista de desatinos padecida por los desafortunados ciudadanos de esta maltratada urbe. Vivimos entre el horror y el infierno en la tierra, qué lástima.