Yo quedé muy sorprendido cuando se hizo público que el alcalde de Bogotá no contaba con un doctorado, pero no porque me importara mucho un diploma de carácter investigativo para dirigir el gobierno de la capital. Lo sorprendente era que alguien reconocido y premiado como un experto internacional en transporte y urbanismo hubiera mentido sobre sus títulos académicos.
En alguna entrevista el mismo Peñalosa decía que el capital de un político es su nombre, el cual carga con todo lo que ha hecho, bueno y malo, y es el nombre el que le permite obtener el apoyo de la ciudadanía. Bajo esta mirada, ser catalogado como un mentiroso es de las peores cosas que le puede pasar a un político.
Por eso, el tema del doctorado fue un regalazo para quienes desean la revocatoria, no paran de repetir que Peñalosa es un mentiroso, que no tiene doctorado, que no es ningún experto, sino un mercachifle vendedor de buses (como lo he leído textualmente de un promotor de esta iniciativa).
Guardadas las distancias, creo que esto es como traer a Bolívar al año 2017 y juzgarlo como dictador, esclavista, sanguinario y opresor de indígenas. Hay suficientes indicios para sustentar, o por lo menos sugerir, lo dicho, pero no podemos sacar al personaje del tiempo y las circunstancias en las que actuó.
Peñalosa terminó sus estudios del D.E.S.S. (diplôme d'études supérieures spécialisées) en Administración Pública en 1979, año en el que ni siquiera existía el título de doctorado en Colombia con las connotaciones investigativas que posee en la actualidad. Es hasta la expedición del decreto 080 de 1980 del Ministerio de Educación, que se contempla esta categoría en el país.
Entonces, Peñalosa llega de Francia a Colombia en el año de 1979 con un título de tercer ciclo, que para el momento era considerado el siguiente nivel después del de maestría. Junto con el D.E.S.S (el título que obtuvo Peñalosa), se encontraba el D.E.A. (diplôme d'études approfondies), que usualmente hacía parte de un doctorado, como se puede ver en la siguiente gráfica:
En el sistema educativo colombiano ese tercer ciclo no existía (ni existe), el D.E.S.S. estaba en un paso intermedio entre la maestría y el doctorado. Así que Peñalosa lo mostró como un doctorado, lo cual no era cierto; sin embargo, en cualquier caso, habría algún tipo de ambigüedad al no existir un equivalente en Colombia. Decir que era una maestría o una especialización tampoco habría sido exacto pues en el sistema francés se planteaba como un estudio posterior a estos.
La oposición ha mostrado libros en los que se lee que Peñalosa tiene doctorado ¿Creen ustedes que en la solapa de un libro cabe toda esta explicación sobre el sistema educativo francés? Los libros se publican para ser leídos, y las solapas para dar un panorama rápido del autor, no para explicar los títulos académicos de Francia. Supongo que la forma más fácil y comercial (aunque no precisamente la más veraz) fue presentar en Colombia el asunto del D.E.S.S. como un doctorado. También los contradictores a la administración han utilizado la hoja de vida que utilizó Peñalosa cuando fue secretario económico de la presidencia entre 1986 y 1989:
Esta hoja de vida la presentó @EnriquePenalosa cuando trabajó como Secretario de Desarrollo de la Presidencia. ¿Qué dice @carlosfgalan ? pic.twitter.com/ou0bxHcqEw
— Daniel Peñuela (@dpenuela06) September 29, 2016
En la casilla “Establecimiento” se lee la palabra "Doctorado: Universidad de Paris", pero en la imagen, que se muestra usualmente como prueba contra Peñalosa, justo al lado, en la casilla “Título obtenido” se lee “D.E.S.S en Admón. Pública”, demostrando que no había intención de ocultar información sobre el estudio realizado.
Para la época (y ya hablamos de 1986) los doctorados eran algo tan poco común en Colombia, que el formato de hoja de vida de la presidencia solo tiene los niveles educativos “Primaria”, “Secundaria”, “Universitarios”, “Especializaciones” y “Otros”. No aparece un lugar específico para “Maestrías” o “Doctorados”, y tampoco era obligación legal convalidar los títulos obtenidos en el exterior. Es por esto que digo que se está tratando de mezclar el concepto moderno de doctorado, con un título que cuando pudo ser relevante para la hoja de vida de Peñalosa, tenía una connotación casi desconocida en el país.
Y digo que ya no es igual de relevante porque al alcalde se lo reconoce actualmente (no en 1979) un experto en el mundo en temas de urbanismo, movilidad y desarrollo sostenible, no como investigador académico en administración pública. Tampoco creo que la decisión de voto de los los bogotanos haya estado basada en el cuál de los candidatos tenía un PhD y cual no.
Quienes votamos por Peñalosa, creo que lo hicimos debido a que en su primera alcaldía construyó increíbles megacolegios de la capital, aumentando en casi 180.000 los cupos disponibles; creó un modelo de excelencia académica con los colegios en concesión, así se echara encima al poderoso gremio de fecode; votamos por él debido a que durante su alcaldía se construyeron las primeras ciclorutas en la capital, así como las bibliotecas públicas Virgilio Barco, El Tintal y El Tunal; dignificó a los peatones con parques y andenes de calidad; lo apoyamos porque aún con todos los problemas que tenga, creó Transmilenio, el cual cargando con colados y el abandono de posteriores alcaldías, sigue moviendo a la mayoría de los bogotanos, especialmente a los trabajadores y estudiantes.
Ese es el mejor título que tiene Peñalosa, el de haber sido un alcalde excelente durante su primer mandato. Su primera administración fue tan buena que le sirvió de plataforma para convertirse en un consultor internacional, el cual promovió la importancia del peatón y las ciclorutas, y sí, también los sistemas tipo Transmilenio. No porque las más de 160 ciudades en donde se han implantado sistemas similares, ni las fundaciones contra el cambio climático que han apoyado estas iniciativas (muchísimo más de lo que lo ha hecho Volvo), sean unos tontos que se dejaron convencer del mercachifle y buhonero, como despectivamente se llama al único colombiano ganador del prestigioso premio Gotemburgo, considerado por muchos el Nobel de medio ambiente, sino debido a que, sin ser perfectos, los sistemas tipo Transmilenio presentan una muy buena relación costo beneficio (en términos económicos, sociales y ecológicos) para ciudades con recursos limitados, sobre todo si lo comparamos con los buses viejos, ineficientes y atascados entre el tráfico, como los que había en Bogotá antes de Transmilenio.
Una cosa es denunciar un hecho reprochable y otra distorsionarlo y exagerarlo, emboscando el desarrollo de la capital debido a rencillas personales y en favor de corrientes políticas específicas. Si se revoca a Peñalosa, que sea porque no construyó los treinta colegios que prometió, ni los cientos de kilómetros de ciclorrutas que publicitaba en campaña, si ha de ser revocado, que sea porque ya no defiende el espacio peatonal de la invasión de los vehículos como lo hizo en su primera alcaldía; porque la seguridad y la salud no mejoren, o porque con toda la experiencia que tiene en sistemas BRT, Transmilenio siga repleto y desbaratado, al tiempo que el proyecto metro no avance, esas serían razones válidas para promover una revocatoria, no si en el año 1979 dijo que su D.E.S.S. eran estudios de doctorado, que no existían en Colombia, o porque se copió de su compañerito de clases en quinto de primaria.