Pedro Sánchez, el resistente
Opinión

Pedro Sánchez, el resistente

El resultado de las próximas elecciones españolas es incierto, pero no el deseo de Sánchez de ganarlas, porque si algo lo distingue es su capacidad de convertir derrotas en victorias

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febrero 19, 2019
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El viernes 14 de febrero Pedro Sánchez dio por finalizado su gobierno y señaló el próximo 28 de abril como la fecha de celebración de unas nuevas elecciones generales. La derrota dos días antes en el Parlamento de su proyecto de presupuesto general de la Nación le obligaba a tirar la toalla. Para él no tenía sentido seguir gobernando con el presupuesto legado por Mariano Rajoy —su predecesor en el cargo— cuyo marcado sesgo neoliberal le impedía satisfacer el deseo mayoritario del pueblo español de recuperar o por lo menos reparar el estado de bienestar seriamente dañado por el gobierno de Rajoy. Una derrota política en toda la línea desde luego, aunque quizás  no sea definitiva porque si algo distingue a este economista madrileño de 47 años de edad es su capacidad de convertir las derrotas en victorias. Porque derrotas ha sufrido varias importantes en su breve pero intensa carrera política.

De hecho, después de haber sido elegido en 2014 por medio de la votación directa de las bases secretario general del Psoe, fue  expulsado en 2016 de dicho cargo por una mayoría del Comité ejecutivo de partido promovida detrás de bambalinas por Felipe González, líder histórico del socialismo español.

¿El motivo? Un grave desacuerdo en la política a seguir frente a la cuestión de si votar no la candidatura a la presidencia de gobierno de Mariano Rajoy o abstenerse con el fin de permitir que fuera reelegido por el Partido Popular (PP) y sus aliados en el Parlamento. La situación política era extremadamente compleja. La decisión de Rajoy de darle una salida a la Gran recesión de 2008 favorable a la banca antes que a la ciudadanía desencadenó una oleada de manifestaciones de protesta que tuvo un momento culminante en la ocupación multitudinaria de la Puerta del Sol el 15 de mayo de 2011. Y una no menos importante consecuencia política: la ruptura del bipartidismo que había caracterizado la vida política española desde 1982 por lo menos. Los gobiernos del  Partido Popular sucedían a los del Psoe y viceversa. En las elecciones generales de 2015 este esquema saltó por los aires por la irrupción de Podemos, una formación política novísima que, encabezada por un equipo de jóvenes dirigentes y esgrimiendo un programa económico keynesiano, logró  situarse en el tercer lugar, a escasos miles de votos del Psoe. El PP obtuvo la mayoría de los votos pero ni los votos de sus diputados ni los de sus aliados eran suficientes para alcanzar la mayoría absoluta necesaria para la reelección de Rajoy.

En este trance Podemos le propuso al Psoe una alianza para hacerse cargo del gobierno. Felipe González encabezó  la oposición a esta propuesta y ofreció como alternativa la de abstenerse en la votación parlamentaria que debía aprobar o desaprobar la candidatura de Rajoy. González no solo se oponía al programa económico que defendía Podemos sino que temía que un gobierno de coalición de socialistas y podemitas permitiera a estos últimos reemplazar a los socialistas como partido de referencia del resto de la izquierda española.

Sánchez tiró por la calle del medio: rechazó la propuesta de Podemos y al mismo tiempo ordenó a los diputados del partido que votaron No a la candidatura de Rajoy que, sin contar con los votos necesarios, se vio obligado a convocar de nuevo elecciones. Los resultados de las mismas demostraron que Podemos había llegado para quedarse y que una vez más PP —el partido más votado— necesitaba de la abstención de los socialistas para confirmar a Rajoy en la presidencia. Sánchez reiteró que “No es no”, Felipe González movió sus hilos en el Comité ejecutivo y forzó la dimensión del que era su secretario general.

 

Los independistas catalanes,
son quienes se han negado a votar su proyecto de presupuesto
debido a que él no satisfizo sus demandas

 

Pero las turbulencias políticas no cesaron y esta vez a cargo del enconamiento de la “cuestión catalana”, debido a la celebración por parte del parlamento catalán del referendo por la independencia que Rajoy reprimió duramente mientras los jueces enviaban a prisión a los líderes del independentismo catalán. El agravamiento la situación política dio una segunda oportunidad a Sánchez que, reelegido por las bases secretario general, promovió la moción de censura que derrotó a Rajoy y permitió al parlamento elegirlo presidente en julio de 2018. Con los votos tanto del Psoe y de Podemos como de los independistas catalanes, que son quienes se han negado a votar su proyecto de presupuesto debido a que él no satisfizo sus demandas.

El resultado de las próximas elecciones es incierto pero no así el deseo de Sánchez de ganarlas. Porque como ha declarado: “Hay derrotas parlamentarias que son victorias sociales”.

 

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