A finales del 2016 Pedro Sánchez estaba desahuciado políticamente. El PSOE lo había obligado a dimitir por haber socavado el suelo electoral del partido, primero con 90 diputados, después con 84. Sólo unos pocos confiaban en él. Dos años y medio después ha resurgido de sus cenizas. El endurecimiento de su discurso, más agresivo contra las élites, con una tendencia aún más refrozada hacia la izquierda hizo que arrasara en las primarias y fuera relegido en el 2017 como Secretario General del Partido Socialista Obrero Español, derrotando la línea de la andaluza Susana Díaz.
A los 47 años este Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales le vuelve a dar unas elecciones al PSOE, once años después de que en el 2008 lo lograra José Luis Rodríguez Zapatero. El camino fue espinoso. El año 2018 fue difícil para él. Ocupaba el tercer lugar en las encuestas tras el PP y CS y haber pactado con Mariano Rajoy le quitó maniobrabilidad. Sin embargo en junio del 2018, tras ser vinculado el Partido Popular al que pertenece Rajoy en varios casos de corrupción fue destituido del cargo. La moción de censura fue liderada por Pedro Sánchez quien terminaría sustituyéndolo en el cargo.
Pocos creían que podía consolidarse como presidente. La moción de censura que terminaría destituyendo a Rajoy era una maniobra arriesgada pero medidas como subir el salario mínimo, ampliación del permiso de paternidad, y el hecho de democratizar y universalizar la salud, le hicieron ganar popularidad. La alianza con Podemos de Pablo Iglesia sería vital para esa consolidación.
La campaña que le terminaría dando este domingo 28 de abril su primera victoria electoral se basó en inculcarle al electorado el miedo a la ultraderecha que, aunque perdió, quedó fortalecida con los históricos 24 escaños que alcanzó a arañar en el Congreso, exponer sus medidas populares en los ocho meses que lleva al frente del gobierno y las continuas llamadas al voto de opinión.
Para gobernar este madrileño, hijo de una abogada y un economista no la tendrá tan difícil porque podrá armar gobierno con los otros grupos de izquierda sin tener que hacer concesiones. El triunfo de PSOE se logró sobre las espaldas de Unidos Pidemos de Pablo Iglesias que perdió casi la mitad de los escaños que tenía y significó a su vez la debacle del Partido Popular que gobernó España en la última década dejando una estela de corrupción que Sánchez canalizó. Los españoles salieron a votar en las segundas elecciones con menos abstención de la historia, e hicieron oír su voz pudiendo un cambio desde las izquierdas. Con sencillez, de camisa blanca y blujines al lado de su esposa, y sin la compañía de ninguno de los representantes de la vieja guardia del PSOE -empezando por Felipe González- el joven líder socialista proclamó la victoria de su partido y en menos de una semana será proclamado Presidente de gobierno.
