Pedro Orejas, el zar de las esmeraldas que terminó en la cárcel

Pedro Orejas, el zar de las esmeraldas que terminó en la cárcel

El rival de Víctor Carranza -quien nunca puso un pie en una prisión- terminó condenado a 20 años acusado de lavado de activos y homicidio. Esta es su historia

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noviembre 09, 2014
Pedro Orejas, el zar de las esmeraldas que terminó en la cárcel

 El kamikaze llegó 20 minutos antes a Pauna (Boyacá). Lo hizo por una calle alterna de la principal. Era el sábado 9 de noviembre de 2013 antes que dieran las 6:30 de la tarde. Se bajó de una moto de alto cilindraje justo en una humilde tienda a cuatro cuadras del parque central. Pidió unos cigarrillos e intercambió un corto diálogo con la tendera:

— ¿Vea, cómo están las fiestas? —preguntó el bandido.

— Muy bien. Prendidas, mijo —respondió la señora.

— Y se van a prender más —sentenció el futuro muerto.

En promedio tenía menos de 30 años de edad, era bastante delgado, de más de 1,70 de estatura, tenía una barba de varios días, el pelo a ras y los ojos apagados. Vestía unos tenis blancos, un jean entubado y una chaqueta azul. Cuadró la moto como para volver a salir y le pidió a la señora que le echara un ojo al casco que quedaba encima del tanque de aquel bólido que lo sacaría del barullo.

Testigos afirman que lo vieron pasar de manera lenta y tranquila con un cigarrillo en la mano izquierda y la otra mano dentro de la chaqueta, sujetando algo que no se sabía qué era. Se paró en la esquina del parque. Miró todo de manera despacio. Pasó por delante de la estación de policía. Subió hacía la cuadra del polideportivo municipal, de tal suerte que se encontró con una caravana de camionetas blindadas estacionadas a lado y lado de la calle. Subió en el mismo sentido y se encontró con su objetivo. En la esquina de aquella cuadra, por tradición, la familia Rincón Salazar siempre se sienta a comer, beber, escuchar música y celebrar los cumpleaños de Pauna.

En las escalinatas de aquella casa esquinera estaban sentadas varias personas, mientras esposos, hijos, hijas, tíos y primos se habían tomado la calle en una decena de sillas. Todo era fiesta. En medio de ellos se encontraba Pedro Nel Rincón, el esmeraldero más rico de la zona. Asimismo, su séquito de escoltas estaban dispersos por toda el área. Pero el kamikaze no se inmutó y pasó frente a ellos, advirtiendo que también había un callejón por donde podría escapar después de ejecutar el macabro encargo.

El bandolero dio la vuelta a la manzana, trataba de hacer parecer que buscaba una dirección y llegó a la misma calle del polideportivo. Pasó los carros, aceleró el pasó, sacó el artefacto, lo activó, lo lanzó en medio de la gente y se echó a correr. Una fuerte explosión sacudió de inmediato el pavimento. Gente en el piso, otros corriendo, mujeres heridas, el llanto de un bebé y varios escoltas persiguiendo al sicario. Disparos. Después todo fue una sola banda sonora de auxilios y socorros. En medio de la calle quedaron las 15 personas brotando sangre de sus cuerpos.

Aquel día no se pudo hacer nada por salvarle la vida a cinco personas: la señora Herlinda Ramírez Murcia de 53 años, el joven Giovanni Cruz de 27 años, el bebé Jacobo Murcia Chávez de 10 meses de nacido y dos patrulleros de la Policía Nacional. Por su parte, el esmeraldero Pedro Nel Rincón, mejor conocido como Pedro Orejas, el objetivo principal del atentado, al hombre que querían desaparecer con el bombazo, quedó con sus piernas infectadas de estopines, pero eso no le dolía tanto, según contó después, como ver tirado a su único hijo y heredero, el joven Pedro Simón Rincón Salazar de 23 años, hijo también de la concejal de Pauna, Mercedes Salazar.

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Padre e hijo fueron trasladados al hospital de Chiquinquirá. Aunque al muchacho por la gravedad de sus heridas en seguida lo tuvieron que remitir a la clínica Santa Fe, en Bogotá. Un par de días más tarde del ataque, la sobreviviente Mercedes Salazar, esposa de Pedro Orejas, saldría sin temor a los medios a declarar de frente contra los posibles autores intelectuales del hecho: “Luis y Óscar Murcia Chaparro y Pedro y Maximiliano Cañón, se salieron del Occidente para aliarse con personas y quiero que los investiguen, que investiguen de dónde resultaron ser los grandes empresarios de las esmeraldas, cuáles son sus empresas, qué hacen, cuáles son sus minas de esmeraldas; ojalá la justicia investigue con seriedad y veracidad”, dijo la madre.

Lo mismo haría el supuesto nuevo zar de las esmeraldas, Pedro Nel Rincón, desafiante y frentero como siempre lo han catalogado quienes lo rodean: “Yo creo que la familia Carranza no tiene nada que ver en esta situación. Ahí hay otras familias que son quienes están detrás de nosotros e intentan quitarnos del camino (…) la familia Murcia con la familia Cañón, son los que están a la pata mía (…) Dicen supuestamente que son esmeralderos, pero no sé, porque ellos se la pasan con narcotraficantes también haciendo cosas”, dijo en La W Radio.

No pasarían 10 días del atentado y ante la tensa situación en la zona esmeraldera, una rápida decisión de la Fiscalía sorprendió a los esmeralderos; a pesar de haber sido el objeto de aquel atentado, Pedro Orejas fue detenido en su finca y sacado cargado por agentes del Estado ante la imposibilidad de moverse. Una medida de aseguramiento por porte ilegal de armas y conformación de grupos ilegales, fue la razón que le dieron para llevarlo a la cárcel.

Pero la peor noticia le llegaría 70 días después del estallido de aquella bomba llena de estopines infestados de heces y bacterias con la que no querían dejar vivo a nadie. Retenido en la cárcel La Picaleña de Ibagué. A Pedro Orejas lo llamó su socio Alirio Palacios para informarle que su hijo Pedro Simón no pudo sobrevivir después de padecer varias operaciones, la amputación de un pie, las  infecciones que le atacaron su sistema inmune y finalmente un derrame cerebral que le causó la muerte.

El propio Pedro Nel Rincón ha dicho que no es un santo ni mucho menos. Que tiene sus defectos como todos y que ha defendido su trabajo y zona por 30 años. Pedro Orejas es desde hace más de una década socio de la mina La Pita, una de las dos más ricas del país. Allí comparte acciones junto a las familias Triana, Espejo y González. Mientras que del otro lado se encuentra la mina Cunas, controlada por las familias Carranza, Molina, Murcia, Cañón y Sánchez. Todo indica, según los propios Rincón que los Cañón siempre han querido ostentar y quitarle el poder y la voz de mando a Pedro Orejas, para no solamente tener unas pocas acciones en Cunas, sino hacerse al mando y poder de La Pita. De ahí toda esta oscura caída de hombres de lado y lado.

Pedro Orejas tiene en su haber un prontuario que lo ha llevado y sacado varias veces de la cárcel, pero sin que se le haya declarado culpable ni una sola vez. En 1989 fue arrestado por porte ilegal de armas. Veinte años más tarde, en el año 2008, un hecho marcaría para siempre sus antecedentes judiciales: fue acusado de asesinar en pleno centro de Pauna a Miguel Pinilla, el guardaespaldas de Maximiliano Cañón, por este caso sería llevado a la Picota, pero en el año 2011 sería absuelto tanto por falta de pruebas como porque uno de sus escoltas declaró haber disparado y no su jefe. Así mismo se le acusó de haber llevado a los paramilitares de las AUC, a tierras boyacenses para obtener el dominio del territorio, un hecho que tampoco fue comprobado.

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Sin embargo, el nombre de Pedro Orejas tomó más relevancia nacional, cuando algunos medios de comunicación lo encumbraron como el gran enemigo y único hombre capaz de enfrentarse al gran zar de las esmeraldas, Víctor Carranza. Al revisar las publicaciones relacionadas con su nombre se ha llegado a manejar la hipótesis de que en los dos más grandes atentados que sufrió Carranza –el primero en julio de 2009 en la vía Puerto López y Puerto Gaitán, donde hubo rockets de por medio y el segundo en marzo de 2010 en la vía a Puerto López y Villavicencio con casi el mismo modus operandi-  estuvo la mano de Pedro Orejas en asocio con el paramilitar Pedro Oliverio Rincón, alias Cuchillo. De hecho, hasta se especuló que uno de los planes de exterminio les había costado más de un millón de dólares. Pero aesta historia se cayó cuando Carranza recibió al propio Pedro Nel Rincón para hablar de cosas varias. Los Carranza nunca acusaron de los atentados a Rincón.

Así, en ese entramado de justas por el poder, desde hace siete años de lado y lado comenzaron a caer asesinadas varias personas, tanto de la orilla de los Rincón como de la orilla de los Cañón. Primero la muerte del escolta de Maximiliano Cañón, en el año 2007. Más tarde, en el año 2012, todo se puso color verde oliva por la muerte de una de las personas más cercanas a Víctor Carranza, se trató de Mercedes Chaparro, homicidio que también se lo endilgaron a Pedro Orejas. En Bogotá se presentarían varias muertes de hombres cercanos a Rincón y que se dice tendrían que ver con retaliaciones por lo de Chaparro. Le seguiría el cinematográfico atentado en plena zona rosa de Bogotá a uno de los socios más importantes de Carranza, el empresario Jesús Hernando Sánchez Sierra, quien se salvó después de nueve disparos. No pasarían seis meses y caería muerto el abogado de Pedro Rincón, el boyacense Víctor Armando Ramírez. Se creía que todo estaba controlado desde que salió el propio Víctor Carranza a declarar la paz entre todos los clanes, aunque el pacto parecía haber terminado tras su muerte por la enfermedad que se lo llevó en abril del año pasado.

Después del atentado en Pauna, donde no solo perdieron la vida cinco personas, sino el único heredero de Pedro Orejas, llegaría del otro bando una nueva caída: el pasado 11 de septiembre, Luis Murcia –mejor conocido como El Pequinés-, fue asesinado en su finca de Arbeláez (Cundinamarca). Murcia había sido acusado por Pedro Orejas de haberse asociado con la familia Cañón para perpetrar el atentado que le quitó la vida a su hijo y familiares. De la misma manera, días antes de su muerte, el propio Pequinés había filmado un vídeo donde aseguraba que los Rincón lo iban a mandar matar, como lo reveló Noticias RCN.

Por todo lo anterior, y ante el tenso ambiente que se vive en el Occidente de Boyacá, este domingo 9 de noviembre, justo cuando se conmemora un año del atentado contra la familia Rincón Salazar, la concejal Mercedes Salazar, esposa de Pedro Nel Rincón, más un centenar de paunenses realizarán dos manifestaciones –una en Pauna y otra a las afueras de la cárcel de Combita, donde está recluido Pedro Orejas-. La concejal y sus familiares alegan que pasado un año del crimen: “La justicia no ha movido un solo dedo para encontrar y juzgar a los responsables”.

Mercedes Salazar ha tratado de advertir toda la serie de irregularidades que se presentaron alrededor del atentado donde perdió la vida su hijo y amigos. Cuenta por ejemplo que el sicario que tiró la bomba era oriundo de Roldanillo (Valle) y que había sido contratado por los enemigos de su esposo en asocio con ‘oficinas de cobro de narcotraficantes’. Que según los relatos, el bandido duró 20 días en la zona, específicamente escondido en una finca de la vereda Furatena, donde bajaba hasta Pauna para planear el atentado. Que el día de la matazón, curiosamente, no hubo un solo reten entre Chiquinquirá y Pauna. Que el cadáver del asesino se lo llevaron en tiempo record de medicina legal de Chiquinquirá y así mismo desaparecieron el celular desde donde recibió las órdenes de matarlos.

Además, y paradójicamente, que la misma fiscal que le entregaron el caso del atentado en Pauna era la misma funcionaria que después acusó y tuvo el caso por el que enviaron a la cárcel a Pedro Nel Rincón. “El Estado ha sido cómplice. Nosotros nunca hemos recibido un llamado de ellos. Preciso nos quitaron la protección. Incluso, hace poco adquirimos con plata nuestra una camioneta blindada para protegernos por el evidente peligro en el que estamos y nos han negado los permisos para transitar en ese vehículo. A Pedro lo acusan de todo, pero de los asesinos y criminales que nos hicieron el atentado no se sabe nada. Nunca el gobierno se ha pronunciado en nuestro caso, pero pasan casos aislados y de una le echan la culpa a la familia Rincón. Pedro ha puesto la cara, si debe pagar por algo que pague, pero que se lo demuestren con pruebas”, dice la concejal, quien siente temor por su vida y la de su esposo en una guerra por un poder que detenta aquella riqueza y maldición de las esmeraldas.

Twitter autor: @PachoEscobar

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