El acto político con presencia de varios comandantes de las FARC en la población de Conejo, en el sur de La Guajira, ha dado mucho de qué hablar. Hoy (viernes 19 de febrero) los medios rabian y gritan indignados. Argumentan que es inaceptable que las FARC se reúnan con la población civil, enfilan las baterías de su matriz de opinión para expresar el miedo que les produce ver a los comandantes en un acto político, en una tarima, exponiendo su visión sobre las problemáticas del país.
Lo que más les duele, sin duda, es que la población se vuelque masivamente a recibirlos, que muchos quieran tocar y saludar a Iván Márquez, como a ningún otro político de la olvidada Guajira lo reciben. Les duele que hayan sido aplaudidos, se escudan en el tema de que había algunos guerrilleros armados y tachan esto como "inaceptable".
Los guerrilleros armados se explican porque aún no hay un cese bilateral de fuegos. Los comandantes tienen una situación de seguridad particular, sobre todo en una zona como La Guajira donde pululan aún paramilitares activos que podrían provocar un desenlace que dé al traste con la mesa de diálogos en La Habana. Esto explica que estuvieran acompañados con escolta armada. Los carros con placa venezolana son los más comunes en la zona de frontera. Cualquiera que haya estado allí lo sabe.
Pero lo que realmente hay detrás es el miedo del establecimiento a que las FARC se vuelvan opción real de poder, que puedan recoger la indignación nacional y el descrédito de la clase política.
La gente llegó de toda La Guajira: de Barrancas, de Maicao, de Riohacha y de muchas otras pequeñas poblaciones para ver y escuchar a los comandantes de la guerrilla. Venían en buses, camiones, motos, en burro y hasta caminando. Llegaron contrabandistas de gasolina, comerciantes, campesinos, mototaxistas, amas de casa, indígenas; en general pueblo, ese pueblo que Néstor Morales llamó desde su emisora: gentuza.
No era un secreto que el acto iba a realizarse. Por radio durante varios días se invitó a la población a acompañarlos. Actos iguales se han realizado en otras poblaciones del país. En el sur hace un mes se realizó un acto similar, la diferencia es que no llegaron los medios; en Meta y Cauca también se han realizado: a la larga, esto es lo que debe empezar a suceder en todo el país. Pedagogía de paz se llama y no proselitismo armado como dicen algunos. A nadie llevaron obligado.
Las FARC se mueven en zonas con población civil e interlocutan con el pueblo permanentemente. Actos de este tipo, con o sin proceso de paz, se dan todos los días en Colombia. En estos se construyen con las comunidades manuales de convivencia y así se resuelven los problemas comunitarios que a las Juntas de Acción Comunal les quedan grandes. Claro, esto sucede en la parte del país que no ven desde las alturas bogotanas, este país que no conocen y que de alguna manera desprecian.
Desde los micrófonos, los estudios televisivos y los cómodos sillones bogotanos deberán empezar acostumbrarse a ver a las FARC en tarimas y actos políticos, aplaudidos por un pueblo que ya no cree en una clase política y económica que en La Guajira los está dejando morir de hambre.